Los mascapilares, los piadosos niños-rata de la iglesia

Hombre abrazado a una columna, a la que muerde.

En la Biblia, Jesús criticaba a los fariseos por su hipocresía que ocultaban con el rigor y la austeridad. En el contexto cristiano, estos son los llamados meapilas, pero, en los Países Bajos, se les llama "muerde pilares" (pilaar bijter). ¿Por qué? ¿El pilar tiene relación con la pila bautismal? Para explicarlo debemos dejar el cristianismo a un lado y retroceder hasta el judaísmo antiguo.

Una nota previa: técnicamente, no es lo mismo una columna que un pilar, pues el primero está libre y no soporta una estructura. Sin embargo, en este contexto se utilizan indistintamente, pues estos piadosos no discriminan.

Una práctica pagana

Para los judíos, su opinión sobre las columnas de culto varió con el tiempo. En un principio, tenían costumbres religiosas similares a sus vecinos y las veneraban. En Génesis 28:18, Jacob usó una piedra para hacer una, que convertiría en la morada de Dios, pero en Levítico 26:1, se condena todo tipo de idolatría, incluyendo la construcción de pilares o imágenes de piedra y, en Miqueas 5:12-14, advierte que Dios las destruirá. Esto no quiere decir que no hubiera columnas destacadas. Las columnas de Jaquín y Boaz (1 Reyes 7:15-22) del Templo de Salomón eran importantes, pero ni eran adoradas ni de piedra, sino de bronce.

Personas alrededor de una columna.

El problema que tuvo el cristianismo en este aspecto es que se trataba de una religión proselitista en expansión por territorios con costumbres diferentes. A través de Agustín de Hipona, sabemos que los cristianos adoptaron las costumbres paganas de venerar columnas, algo que criticó el obispo africano. La veneración de columnas se convirtió en un símbolo del paganismo e idolatría. En las crónicas de Núremberg se representó la escena bíblica del becerro dorado, donde los judíos le ofrecen veneración mientras Moisés está en el monte Sinaí, con la imagen sobre una columna, aunque la Biblia tan solo indicaba que había una altar frente a él. En el retablo de la basílica de Saint-Denis, se muestra un santo en campaña contra los paganos, donde son visibles dos columnas, cada una con una figura: en una se trata de una deidad grecorromana con una lanza, mientras en la otra se cae una figura diabólica.

Columnas cristianas

Imagen de un mascapilares en la puerta de una iglesia.

Pese a las críticas, la iglesia encauzó su estrategia a la utilizada cada vez que no podía suprimir algo: adoptarlo y adaptarlo como un producto de marca propia que pudiera controlar. Así, como con las reliquias, la iglesia se reservaba el derecho a delimitar cuál era sagrada y si permitía el acceso. Además, tenía argumentos en los que apoyarse, nunca mejor dicho. Todo lo que tenía que hacer es que esas columnas y pilares fueran indudablemente cristianas. Para empezar, incluso en el siglo XVI seguían exorcizando a las estatuas sobre las columnas y colocando cruces en su lugar. Luego necesitaban referencias en las escrituras. Las primeras fueron, por supuesto, las anteriormente mencionadas columnas del templo de Salomón. Si un templo tenía doce pilares, era inevitable que guardara relación con los doce apóstoles, pero estos podían reducirse a Santiago, Pedro y Juan, alabados en la epístola a los gálatas (Gálatas 2:9) al considerarlos los pilares. Esta práctica fue extendiéndose a santos y obispos, cuyas reliquias podían descansar debajo. Los pilares se convirtieron en la base para imágenes religiosas y algunas estatuas también soportaron la estructura. En Alemania, en el exterior de las iglesias, en encrucijadas y lugares locales importantes, se colocaron columnas-santuario con un panel o un nicho.

En este contexto, el mascapilares era un devoto incontenible. Un creyente que tuviera un comportamiento adecuado buscaba la forma correcta de actuar. Cuando recibía la hostia, la tragaba para no morder el cuerpo de Cristo. El mascapilares podía rendir culto a una columna externa, la tocaba y la besaba efusivamente. Estos besos exagerados o inapropiados también podían a llegar a ser un problema en el rito de la paz (osculum pacis), algo que seguía ocurriendo en nuestros días, como demuestra la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI.

Implicaciones sexuales

La sustitución de símbolos no se limitaba a columnas. En Amberes, las mujeres arrancaban trozos del enorme falo de un antiguo relieve  de piedra de Príapo, que molían y mezclaban en pociones para curar la infertilidad. Otras besaban el falo con el mismo fin. Tras la toma de Amberes en 1585, los jesuitas demolieron el relieve y lo sustituyeron por uno de la Virgen, pero este tipo de costumbres persistieron en Europa. Estas cualidades sexuales podían aplicarse también a las columnas. En la iglesia de santa Catalina de Hoogstraten, Bélgica, el mascapilares besa una columna semierecta con asociaciones fálicas en la misericordia de la sillería del coro.

En ocasiones, este significado sexual es accidental. En la iglesia principal de Dalum, Dinamarca, hay un fresco de 1525 conocido como "El onanista". De su cintura sobresale una extensión del mismo color que su ropa, que puede ser una erección o el mango de su espada. Realmente, esta imagen está abrazando a una columna, no para frotarse con ella, sino porque tocar un objeto considerado sagrado es algo que, aún a día de hoy, sigue causando una intensa emoción.  

Comportamientos aceptables

Columna de la flagelación.

Besar y tocar una columna era aceptable si estaba asociada a la vida de Cristo. En los evangelios apócrifos, se decía que, durante su pasión, fue flagelado en una. Al respecto, hay varias tradiciones. En una, la tenían los franciscanos en su iglesia en Jerusalén pero, en otra, esta o un fragmento de ella fue trasladada a Roma en el siglo XIII. Los peregrinos viajaban para tocarla, diciendo que en ella estaban impresas la cara, las manos y los dedos de Cristo. Quienes tenían una aflicción, medían estos rasgos con hilos y se los colgaban en la zona afectada. 

La basílica de San Pedro de Roma albergaba doce columnas antes de su reforma, diciéndose que pertenecían al templo de Jerusalén y que, sobre una de ellas, se inclinó Jesús para rezar. En un culto local, los dementes y los afligidos por espíritus impuros eran atados a esta columna para que el sacerdote salvara su alma mediante la oración. Entre ellos pudo haber alguno que realmente mordiera la columna. En otras columnas, los piadosos y compungidos solían hacer penitencia atándose a las columnas.

La Virgen tuvo un culto más amplio en torno a los pilares. En la Archibasílica de San Juan de Letrán, supuestamente tenía dos pilares de la cámara donde se le apareció el arcángel a la Virgen. Los peregrinos solían besarla y medirla con cinturones pues creían que, si tenían la medida adecuada para rodearlos, harían fértiles a las mujeres. Esta también contiene dos columnas marcadas con cruces de plomo y donde habrían estado las antorchas usadas en la residencia de Poncio Pilato cuando escoltaron a Cristo.

Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar (Front)

En la gruta de la Natividad de Belén, había una columna sobre la que supuestamente se apoyó María al parir. Se decía que en El Cairo había otra columna que fue abrazada por alguna razón por María y que cambiaba de color de rojo a blanco si un peregrino la abrazaba. En Caesaraugusta, actual Zaragoza, cuenta la leyenda que se le apareció la Virgen al apóstol Santiago antes de su Asunción y le entregó un pilar de jaspe, donde se construyó una capilla y ahora reside la catedral-basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. Aunque no hay pruebas de su existencia en la época romana, en fue un centro de peregrinación medieval.

A finales del siglo XV, se comienzan a trasladar al exterior las columnas marianas, como en la plaza de la basílica de Santa María la Mayor. Eran columnas votivas en agradecimiento por intervenciones divinas tras una crisis bélica o sanitaria. Maximiliano I de Wittelsbach agradeció a la Virgen que los suecos no destruyeran Múnich e hizo construir una columna en la plaza de Santa María, que los devotos rodeaban y a la que rezaban, arrodillados o postrados.

Columna frente a la capilla de la Virgen María en Ratisbona.

Tras expulsar a los judíos en 1519, en Ratisbona, animado por el clero local, el magistrado decidió demoler la sinagoga y construir una capilla dedicada a la Virgen María. Durante las obras, un picapedrero se cayó de una viga y quedó sepultado por las piedras, pero su milagrosa supervivencia y recuperación se consideraron un milagro mariano que despertó un culto que, en semanas, se extendió a las regiones vecinas. Aunque se encargó un retrato de la Virgen a Albrecth Aldorfer para el altar principal, los peregrinos prestaron más atención a la columna de 2,5 metros de altura con la escultura de la Virgen a tamaño real.

Rechazo

Aunque se aceptara su culto, las críticas seguían presentes. Un predicador católico señalaba que la columna de Ratisbona no eran más que piedra y Lutero condenó ese culto. Los calvinistas y zwinglistas se encargaron de destruir todo este tipo de imágenes, atacando cualquiera que pudiera ser sospechosa de idolatría. Si se trataba de un pilar de carga, tapaban o destruían únicamente los detalles.

Extensión

Los proverbios flamencos de Pieter Brueghel el Viejo

En los Países Bajos, en la segunda mitad del siglo XVI, se experimentó asimismo un auge nacionalista lingüístico con interés en registrar las costumbres locales Al mismo tiempo, el arte se volvió asequible para la clase media, existiendo un amplio mercado, desde imágenes sencillas a obras de grandes artistas o tapices, como el expuesto en el museo Isabella Stewart Gardner. Entre las imágenes más populares estaban las recopilaciones de proverbios locales, donde el mascapilares era habitual. En la mayoría de las ocasiones, se daba por sentado el significado, pero el Duytsche Adagia ofte Spreecwoorden (1550) de Symon Andriessoon nos explica: "actuar con hipocresía. Morder un pilar. Actuar como un fariseo", y le sigue "estos son los que pueden disimular". En Los proverbios flamencos de Pieter Brueghel el Viejo no solo sale este mascapilares, sino un pilar destacado en el centro del cuadro, donde el diablo oye la confesión. Representa la expresión "un pilar de iglesia fingido" (Een geveinsde kerkpilaar), también referido a la hipocresía religiosa.

Ni la expresión ni la representación son exclusivas de Países Bajos, ni siquiera del norte de Europa. En Renania, el término es "besa pilares" (Pilarenbützer). En la península italiana, en el siglo XVII usaban el término italiano baciapile, basapilétt en dialecto ferrarés y baciampillétte en Pistoya. En Italiano, pila puede significar tanto pilar como la pila de agua bendita.

Uso medicinal

Niños dejando su marca en un pilar de una iglesia.

En los antiguos templos cristianos no solían tener tantos bancos como en la actualidad, por lo que algunos solían escuchar la misa inclinados sobre la pared, las columnas o sentados en sus bases. No era algo apreciado por los sacerdotes, pero era inevitable. En algunas columnas grababan grafitis de temática religiosa, como santos, o secular, como historias populares o insignias personales. Estos solían ser discretos, pero otros usaban un cuchillo para arrancar trozos las tumbas, paredes y los pilares, cuanto más cerca del altar mejor. Estos se molían y se usaban en pociones curativas. El pestpoeder se usaba para protegerse de la peste negra, combinándolo con una libación o llevándolo en una bolsita alrededor del cuerpo.

Fuente

  • Jütte, D. (2023). “Pillar-Biters” and Beyond: Images of Columnar Devotion between Trope and Reality in Medieval and Early Modern Europe. Religion and the Arts, 27(3), 295-344.

 

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