¿Por qué las aves, el género musical y los habitantes de Flandes se llaman flamencos?

Flamenco en la playa.
Los habitantes de Flandes son llamados flamencos, como las aves zancudas y el género musical. Se han especulado más de una docena de hipótesis apenas convincentes sobre su posible relación, pero la clave podría estar en un cuarto flamenco que estas habían ignorado.

Color rojizo

Flamencos de Países Bajos.

Los flamencos mayores (Phoenicopterus) y el flamenco enano (Phoeniconaias minor) reciben su nombre del color de sus alas. Inicialmente, para los griegos, fénix no aludía a ningún ave mítica, sino al color rojo, a Fenicia y a la palma datilera homónima. De esta manera, Phoenicopterus significaba "con alas de color rojo púrpura". El nombre flamenco combinaba el latín flamma ("llama") con el sufijo teutónico -enc.

Por otra parte, los nativos de Flandes eran llamados flaming, que actualmente sería vlaming. Este se habría desarrollado del protogermánico *flaumaz partiendo del pregermánico *plowmos y este del protoindoeuropeo *plew- ("navegar"). Sea por el color encarnado de su tez, algo cuestionable visto por los sureuropeos, a menos que estuvieran acalorados, o por sus brillantes ropas, estos neerlandeses fueron llamados flamencos. Flamenco era ya un término utilizado con personas de cutis rojizo y saludable, en contraste con la palidez, pero el uso entonces no fue favorecedor.

Insulto

Carlos I de España y V de Alemania con su séquito.

Los problemas comenzaron con el reinado de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, cuando llegaron cortesanos flamencos que, para la nobleza local, iban a traer la ruina económica y ocupar los puestos más altos de la corte.

En los siglos posteriores a su reinado, la relación comercial entre Flandes y España se mantuvo. Muchos comerciantes se instalaron en Sevilla y Cádiz, donde tenían fama de borrachos y de llevar una buena vida. En Cádiz, la calle que en 1645 se llamaba Esteban Rajou/Cajón y que luego se rebautizó como carnicería de Manzano, alteraría su nombre en 1722, por su presencia, a Carnicería de los flamencos. Hasta 1855, cambiaría de nombre dos veces más, pero manteniendo la referencia a sus habitantes. Primero, la Carnicería pasaría a Posada de los flamencos y, posiblemente por la actividad que generaba, a Flamencos borrachos. Esta calle tendría otras denominaciones con una vida corta, como Adriano o la calle de Colón. Finalmente, en la amplia reforma del callejero, el alcalde Adolfo de Castro le dio su nombre actual, Argantonio, en honor al último rey mítico de Tarteso. Para los flamencos, la posición de la calle era fundamental, pues era un lugar propio de comerciantes y navegantes al tener cerca la puerta de Sevilla, la muralla por la que se accedía al puerto. Además, también estaba el callejón de San Andrés de los flamencos y, entre las calles Rosario y San Francisco, tenían su propio hospital de beneficencia.

Carlos III.

Por otra parte, no solo hay que tener en cuenta a los flamencos acomodados. Entre mediados del siglo XVIII y principios del XIX se trasladan a 6000 alemanes y flamencos para habitar zonas desiertas de Sierra Morena y la Baja Andalucía. También serían trasladadas familias de clase baja entre las que se incluían a muchos gitanos. He aquí parte del germen que relacionaría a los flamencos y los gitanos.

Por lo tanto, tanto quienes acumulaban riqueza y beber como quienes venían sin apenas dinero, aislados física y lingüísticamente, recibían el apelativo de flamenco, refiriéndose a una persona espabilada o aprovechada.

Los gitanos

Distribución de gitanos por Europa.

Los gitanos llegaron a los territorios cristianos de la península en 1425, en grupos de 25-125. Entonces, sus líderes eran conocidos como duques y condes de Egipto, que portaban salvoconductos de reyes y emperadores, siendo considerados peregrinos y recibiendo tanto privilegios como buen trato. Como con otros grupos, la convivencia acabó con la persecución de los Reyes Católicos, cuando eran considerados ladrones y bandidos inmorales y sometidos a trabajos forzados, como las galeras.

En los siglos XVI y XVII, conforme más duraba la guerra, mayor es el número de personas de las clases bajas que participaban en los tercios. En los tercios andaluces había muchos gitanos, que partían desde Cartagena a Italia y Alemania. Si sobrevivían, obtenían un dinero que no podían obtener legalmente de otra manera y el privilegio de poder instalarse en algunos pueblos. En consecuencia, igual que quien volvía de buscar fortuna en América era llamado Indiano, quienes volvían de Flandes podían haber sido apodados flamencos.

Esto no era aplicable a todos, que seguían sufriendo la discriminación y la pobreza. Tampoco explicaría por qué, ante todo, el flamenco es un arte andaluz, aunque los gitanos tengan un papel fundamental en su desarrollo. Por otra parte, no olvidemos que flamenco seguía siendo un peyorativo, que se extendió al pueblo romaní. Por extensión, también el término "gitano" se consideró un insulto y el consejo de Castilla prohibió el 4 de marzo de 1633 llamar así a otro o usar el término, incluso para los bailes. Debido a la incapacidad de la Gran Redada de 1749 de Fernando VI de exterminarlos, la Pragmática Sanción de 1783 de Carlos III reiteró la prohibición, ofreciendo la opción de "castellanos nuevos", y les instó en su lugar a integrarse, asentándose en algún lugar y abandonar sus costumbres perjudiciales, pero esta medida también fue un fracaso. En respuesta se generaron eufemismos para referirse a los gitanos, como "morenos", "gente morena" o, con sarcasmo, "gente rubia".

El cuchillo
La maja vestida.

Donde confluyeron tanto los gitanos como los flamencos fue en la herrería. Los flamencos mantuvieron un abundante comercio de cuchillos, llamados flamencos, con España desde la segunda mitad del siglo XVI, reviviendo el interés por las armas blancas. Su fama de cuchilleros era reconocida y algunos españoles viajaban a Flandes a aprender el oficio. Estos, a través de Andalucía, también llegaban a Argentina, donde eran una herramienta clásica de los gauchos.

Los gitanos, que estaban en su mayoría concentrados en Andalucía y tenían una relación más fructífera, eran conocidos herreros. Como en El trovador de Giuseppe Verdi, el repiqueteo de los martillos sobre los yunques marcaba el compás que originaría el martinete. Cuando se popularizó el majismo en España frente a la moda aristócrata francesa, basándose en la ropa de las clases populares, en Andalucía, el modelo a imitar fue el de los gitanos. De hecho, los famosos retratos de Goya de la duquesa de Alba eran conocidos como "gitanas". Por esa razón, los aristócratas se agitanaron en sus actividades, adoptando el toreo, el cante y el baile, y en sus ropas, vistiendo capa, montera y el cuchillo flamenco. Así, un andaluz con flamenco era un andaluz agitanado. En las mujeres, gitana o flamenca se convirtió en un piropo, pues una mujer flamenca era una mujer gallarda, saludable y provocativa.

Finalmente, en el último tercio del siglo XIX, el arte agitanado se convirtió en arte flamenco.

Hipótesis desechadas

Mujer bailando.

Se han producido numerosas hipótesis al respecto que conectan a los flamencos con los gitanos. Generalmente, donde suelen fallar es que los relacionan en torno al siglo XVI y no explica por qué el género músical no se llamó así hasta el siglo XIX o por qué no es exclusivo de los gitanos. Algunas hipótesis han intentado otorgarle un origen árabe. Blas Infante indicaba que partía del árabe Felah-Mengu(s), que supuestamente significaba "campesino exiliado", algo que ni siquiera es correcto, o "cante del campesino". Sin embargo, el cante jondo parte de una base hispano-andaluza. En esta, el árabe es una de las influencias junto con los elementos judíos y litúrgicos bizantinos a los que los andaluces dieron ritmo y melodía propios. Por supuesto, dado que el término gitano proviene de egiptano, la hipótesis de que provenían de Alemania y Flandes no se sostiene. Tampoco el uso de un término español para autodenominarse discretamente, teniendo el caló.

Fuentes

  • Corominas, J., Pascual, J. A. (1984) Diccionario crítico-etimológico castellano e hispánico. Editorial Gredos. pp. 906-907
  • Vangehuchten, L. (2004). ¿ Qué canta y baila, corta y vuela, y viene del norte a la vez? El flamenco: un complejo problema de homonimia/polisemia. Disparidades. Revista de Antropología, 59(2), 127-143.
     
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