La capacidad de enrollar la lengua no se hereda
¿Eres de los que pueden plegar la lengua? En caso afirmativo, probablemente disfrutes de la supremacía evolutiva y la sumisión de aquellos incapaces de ello. Quizás lo atribuyas a tu estirpe, una dinastía de enrolladores de lenguas, pero nada más lejos de la realidad.
Esta habilidad fue observada por el genetista Alfred Henry Sturtevant en 1940 cuando clasificó a 280 sujetos según si podían enrollar o no los bordes laterales de la lengua. Ya entonces observó que no había una división definida entre ambos y que podía aprenderse, especialmente en niños, aunque a veces al crecer se olvida. A pesar de ello, por su presencia en familiares determinó que debía ser una habilidad hereditaria, quizás por un único gen dominante. Los dos pares de gemelos estudiados parecían aprobar esta idea al ser todos capaces de enrollar la lengua. No obstante, contemplaba que, en vez de ser un factor genético, estuviera influenciado por los hábitos, aunque sus datos no apoyaban esta posibilidad.
Doce años después, Philip Matlock hizo un estudio en 33 parejas de gemelos monocigóticos o idénticos de 10 a 86 años, 25 de ellas mujeres. De estos, 18 parejas podían plegar la lengua, 8 no y, en las 7 restantes, un gemelo podía y el otro no. Por ello concluyó que no debía ser un rasgo totalmente hereditario. Tiempo después, Sturtevant admitió vergüenza porque aún se enseñaba esta capacidad como una habilidad que depende únicamente de los genes, cuando otras influencias externas son más importantes.
La repetición del experimento de Matlock en 1971 y 1975 no hacía más que confirmar sus conclusiones. Además, el entrenamiento colocando la punta de la lengua en el centro del labio superior o chupándose el dedo para enrollarlo con la lengua daba resultado en cuestión de semanas, aunque podían encontrarse limitaciones, como no poder sacar al mismo tiempo la lengua fuera de la boca. En aquellos con esta capacidad, se observa que el dominio sobre el control de la lengua también se demuestra en la pronunciación y la deglución.
Fuentes
- Sturtevant, A. H. (1940). A new inherited character in man. Proceedings of the National Academy of Sciences, 26(2), 100-102.
- Matlock, P. (1952). Identical twins discordant in tongue-rolling. Journal of Heredity, 43(1), 24-24.
- Sturtevant, A. H. (1965). The Genetics of Man. Engineering and Science, 29(3), 14-20.
- Reedy, J. J., Szczes, T., & Downs, T. D. (1971). Tongue rolling among twins. Journal of Heredity, 62(2), 125-127.
- Martin, N. G. (1975). No evidence for a genetic basis of tongue rolling or hand clasping. Journal of Heredity, 66(3), 179-180.
- Patefield, J. M., & Moore, M. L. (1986). The genetic basis of tongue rolling. Journal of Biological Education, 20(4), 255-256.