¿Cómo nació King Kong?
Gorilamanía
La película de King Kong fue estrenada en 1933, obteniendo tan buena acogida que en el mismo año también se estrenó su secuela El hijo de Kong. La franquicia se ha reiniciado varias veces y ha hecho cruce con Godzilla tanto en Toho como en Warner Bros. Dado que King Kong no habría existido sin el descubrimiento y descripción de los gorilas en 1847, debió existir una o varias razones para justificar la creación de este personaje 86 años después. La realidad es que existen una confluencia de causas que llegan hasta a preceder el descubrimiento de su especie.
Salvaje y lujurioso
King Kong no se creó en un vacío. Desde el siglo XIX, tras la revolución industrial, hubo un anhelo de la pérdida de la naturaleza, lo rural y su folclore. Al igual que las hadas de los cuentos servían para conectar el mundo moderno con un edad idílica, hubo una tendencia a mirarse en ese espejo del pasado que aún se conservaba, pero que estaba en riesgo de perderse. Estamos en una época en la que la teoría de la evolución está dando sus primeros pasos, la antropología había desvelado la vida de pueblos distantes que vivían felices sin el estricto código moral cristiano ni los avances tecnológicos. Los relativamente recientes descubrimientos de orangutanes, chimpancés y gorilas permitieron observar una etapa aún más remota de la humanidad. Estos se percibían como el límite entre humano y animal, por lo que convergían en ellos sus bondades y vicios.
Mientras unas obras, como La llamada de la naturaleza (1903) de Jack London o Animales salvajes que he conocido (1898) de Ernest Thompson Seton, ofrecían una perspectiva positiva de los animales salvajes, ese no siempre era el caso. De hecho, Seton sufrió por la polémica generada por el naturalista John Burroughs que denunciaba la popular visión compasiva de la naturaleza. Desde mucho antes se utilizó el motivo de los ataques de las bestias primitivas. En Los crímenes de la calle Morgue (1841) de Edgar Allan Poe, un orangután degollaba a una madre y a su hija con una cuchilla de afeitar. Hasta el estreno de la primera película basada en la historia corta, un año antes que King Kong, el relato inspiró el terror al asesino irracional. De hecho, no solo Sherlock Holmes y Hércules Poirot surgieron gracias al detective Chevalier Auguste Dupin, sino que el primero protagonizó el corto Sherlock Holmes in the Great Murder Mystery (1908) donde el asesino era un gorila. En 1930, Ingagi se promocionó como un documental que mostraba un culto sexual en el Congo belga formado por mujeres nativas y un gorila.
En todo ese periodo, podían ser gorilas, chimpancés, orangutanes o incluso un golem, pero el papel era el mismo tanto en libros como, en el futuro, en películas. La escultura El gorila llevando a una mujer desnuda (1859) de Emmanuel Fremiet fue interpretada como la amenaza de la masculinidad salvaje del gorila frente al hombre moderno, emasculado ante una fuerza y sexualidad con la que no podía competir. Poco importaba que el pedestal tuviera cincelado Gorille femelle, es decir, gorila hembra. Desde África, los cazadores contaban leyendas de gorilas que secuestraban a mujeres y las descuartizaban, justificando su labor. Irónicamente, estas leyendas de personas desaparecidas pudieron ser consecuencia del antiguo tráfico de esclavos.
En África también se contaban que los gorilas eran los espíritus reencarnados de los difuntos, condenados por sus crímenes a vivir una segunda vida como monstruos invulnerables a las armas y que atacaban a los viajeros incautos. También eran hombres que, bajo un embrujo, se transformaban a la luz de la Luna. El antropólogo Philippe Laburthe-Tolra (1929-2016) decía que los beti y bulu del sur de Camerún contaban leyendas sobre un gorila con madre humana, pues en el pasado la relación entre gorilas y humanos era más estrecha. Los pueblos en contacto con estos animales compartían que eran tan viriles que, si una mujer embarazada o su esposo los miraban, tendrían un niño gorila en lugar de humano. Aparte, también se hablaba de antiguos cultos que veneraban a los gorilas o de la capacidad de obtener sus poderes al comerlo.
El reto de capturar y cuidar un gorila
El primer gorila se describió a través de unos huesos y, durante décadas, todos llegaron muertos. En el ámbito científico, provocó que se describieran multitud de especies y subespecies diferenciadas por detalles mínimos, sin verse en algunos casos que eran la misma especie con distintas edades. Los intentos de traer a un espécimen vivo fracasaban porque enfermaban y morían en el trayecto al no adaptar las condiciones de su entorno ni su dieta.
El primer gorila que llegó vivo a Europa fue el joven Pongo, que encontró el Dr. Falkenstein encadenado en un pueblo del río Gabón. Llevó a Liverpool en el barco Loanda en junio de 1876, partiendo de allí hasta Berlín, a cuyo acuario vendió Falkenstein el gorila por 20000 marcos. El público berlinés se regocijó con sus comportamientos humanos, como beber y fumar. En el verano de 1877 tuvo el mismo efecto en el acuario real de Westminster pero murió en Berlín en noviembre del mismo año. Al tener muchas pieles y huesos, ni se molestaron en conservarlo. Este sería el triste destino de muchas otras crías de gorila, arrancadas de las garras de sus padres asesinados, en este y el siguiente siglo.
Un naturalista de Liverpool trajo un bebé gorila que vendió a un cliente de Manchester por 2000 libras y se expuso brevemente junto a un joven compañero masculino en el Palacio de Cristal en otoño de 1879, pero murió por una infección pulmonar. En octubre de 1887, los jardines de la Sociedad Zoológica informaron de la adquisición de un gorila llamado Mumbo, que permanecería un mes lejos del público para adaptarse al entorno, comiendo todo tipo de frutas, pero prefiriendo las granadas. El director Abraham Barlett informó que llegó exhausto y casi muerto por la hipotermia y el ruido del traqueo del ferrocarril. Antes de morir, pudo disfrutar de una dieta de salchichas, bocadillos y cerveza. En este caso, sus restos se conservaron en museo del Real Colegio de Cirujanos. En París, no llegaría un gorila vivo hasta 1884.
Mientras tanto, en Estados Unidos tenían aún peor suerte. Si en Londres los circos tuvieron un un pez parlante que resultó ser una foca, en Estados Unidos, el circo Barnum & Bailey trajo en 1893 a la gorila Johanna desde Portugal para que fuera la pareja de su chimpancé Chiko. Aunque al final se anunciaba que ambos eran gorilas, no eran una pareja dispar, pues los dos eran chimpancés. Chiko murió por envenenamiento por manzanilla de la muerte el 27 de julio de 1894, mientras Johanna sobreviviría hasta el 1900, yendo en el invierno de 1897-8 al Teatro Olympia de Londres, con traje, comiendo con cuchillo y tenedor y fumando cigarrillos. En 1894, el museo Austin & Stone también importó al chimpancé Boston publicitándolo bajo la pretensión de que era un gorila.
El primer gorila real en llegar a Estados Unidos lo hizo en 1897 en el zoológico de Boston, pero murió a los pocos días. Se pidieron tres gorilas a Londres y Hamburgo, pero murieron en el camino. En 1911, un gorila llegó vivo pero también duró unos días. Para ello, la Sociedad Zoológica de Nueva York mandó a Richard Gardner a capturar crías de gorila y quedarse al menos dos años con ellas para que se adaptara al captor blanco y a su nueva dieta, que se creía mejor que las hojas de las que se alimentaba. Gracias a esto, envió varios gorilas y sobrevivieron durante meses, pero en el plan había un error tan importante como obvio. Aunque la prohibición de la pólvora en el Congo francés permitió que capturara a las crías con trampas, sin matar a los padres, la nueva dieta que le proporcionaba era mayoritariamente carnívora al considerar su vegetarianismo un error. En 1914, mandó al zoológico del Bronx a una gorila hembra de tres años llamada Dinah, que la que acompañó en su viaje en agosto. Inmediatamente se convirtió en una celebridad, posando para dos esculturas de bronce de Eugenie F. Shonnard y Eli Harvey. A diferencia de otros individuos, se mostraba juguetona y con apetito. En el Congo francés, Garner le procuró jamón crudo,
carnes asadas y ragú de pollo y, en el zoológico, comía leche, huevos y el restaurante Rocking Stone le proporcionaba ternera asada, pollo a la
plancha, cordero con puré de patatas, salsa de carne y pan. Sus paseos en invierno en un cochecito de bebé con ropa de muñeca francesa fueron grabados por Raymond Ditmars y expuestos en el teatro Wallack. Sorprendentemente, aunque se le alimentó forzosamente y se le proporcionó un pequeño bull terrier como compañero, murió el 1 de agosto de 1915 por malnutrición, diagnosticándosele primero parálisis infantil y luego cambiándose el diagnóstico por ataxia locomotora.
El obvio secreto de la longevidad
En julio de 1918, un gorila llamado John Daniel fue llevado a la tienda de mascotas de Derry & Toms en Londres, siendo visto en invierno por Alyse Cunningham. Cuando contrajo gripe en diciembre, su sobrino Major Rupert Penny lo compró, e incapaz de cuidarlo a tiempo completo, se lo dejó en su casa a su tía hasta marzo de 1921. Gracias al cariño, el control de la ventilación y la temperatura y a la dieta de rosas, leche, fruta, gelatina y capullos de flores, logró una longevidad en cautividad nunca vista hasta entonces. En los veranos de 1919 y 1920, lo llevaba en taxi, sin collar ni ninguna restricción, al zoológico de Londres tres días a la semana si hacía buen tiempo. De paso, aprendió a cerrar y abrir ventanas y puertas, a encender luces, sacar la silla para comer en la mesa y abrir y cerrar el grifo para beber. En enero de 1921 ya era demasiado grande para estar en casa, por lo que Cunningham se separó de él a regañadientes creyendo que se lo estaba vendiendo a un coleccionista de animales de Florida. Realmente, era el circo Ringling Brothers de Nueva York. Fue transportado en un camarote de lujo y recibió la bienvenida con una banda de música. La publicidad aclamaba al único gorila en cautividad. Desgraciadamente, el pequeño recinto al que se enfrentaba a miles de miradas de extraños fue responsable de su aislamiento, encerrándose en una esquina de la jaula, tapado con una manta y rechazando la comida. Para cuando el circo trajo a Alyse Cunningham y trasladado al gorila a una habitación en lo alto del Madison Square Garden, había poco que hacer por él. Murió de pneumonía el 17 de abril de 1921, pero Cunningham aseguró que fue por el corazón roto. Ella adquiriría a John Sultan, otro gorila que, cuando fue al mismo circo, fue bautizado por la prensa como John Daniel II. Esta vez lo acompañó en el viaje y estuvo alojado en el hotel McAlpin. En este caso, el gorila también volvió a Londres, muriendo en julio de 1926. Entonces, el único gorila vivo fuera de África era Miss Congo. Al mismo tiempo, el orangután Joe Martin, estrella de películas en la década de 1910 y 1920, a veces como chimpancé, abandonó su carrera debido a los incidentes provocados al alcanzar la madurez sexual, y fue mostrado en el circo Al. G. Barnes como si fuera un gorila. Como creía William Hornaday, director del zoológico del Bronx, en 1915, no había esperanza de tener un gorila adulto, de ningún sexo, en ningún parque o jardín zoológico.La situación comenzó a mejorar cuando el vegetariano Charles Noback demostró que los gorilas podían adaptarse a todos los climas cuando la gorila Janet Penserosa, que llegó enferma en 1928, se adaptó al invierno neoyorquino jugando con la nieve y los carámbanos. Además, juntó a las crías con chimpancés de la misma edad para que no se sintieran solos. En Londres, en agosto de 1932, el arquitecto Berthold Lubetkin diseñó un área compartimentada con aire acondicionado, iluminación, ventanas y una jaula al aire libre en un extremo, que podía cubrirse con una pantalla metálica en caso de mal tiempo. Allí se alojaron Mok y Moina, que fueron cuidados durante dos años en el Congo francés para llegar con 7 y 9 años en abril de 1933, aunque Mok murió en enero de 1938. La respuesta más sorprendente fue la de Guy, que llegó el 5 de noviembre con 2 años y tan solo 10 kg del zoológico de París, pegado a una botella de agua caliente para mantener su temperatura. Superó todas las marcas al vivir 31 años en el zoológico de Londres y llegar a los 200 kg. Murió en julio de 1978 por un fallo cardíaco durante una cirugía para reparar los dientes podridos por los dulces que le daban.
En Estados Unidos, por la misma época, trajeron a Susie y Bushman al zoológico de Lincoln Park. Susie llegó en un accidentado viaje del dirigible Graf Zeppelin en 1929, ayudando a su fama. Al enseñarle a usar utensilios y la servilleta en la mesa, se proclamó que era la primera y única gorila entrenada. Su lazo con su entrenadora Caroline Dressman del zoológico de Cincinatti promovió su longevidad, llegando a los 22 años y muriendo en octubre de 1947, con 204 kg, la gorila hembra más pesada en cautividad. Bushman murió con 23 años y 248 kg en 1951.
Estreno de King Kong
Por lo tanto, durante un siglo tenemos un creciente interés por la naturaleza frente al desarrollo de la civilización, un choque de mundos diferentes. Una criatura salvaje y primitiva que vive en paz aislada del mundo, un noble salvaje que muere en la civilización, frente al símbolos del progreso como el Empire State Building, construido en 1931, y la aviación. En King Kong (1933), se reunieron todos esos componentes que giraron en torno al gorila, como el poder indómito, su sexualidad, la damisela en apuros y, por qué no, los dinosaurios, que seguían de moda, Por ello, es un producto de su tiempo que ha sabido adaptarse a nuevas épocas.
Fuente
- Gott, T., & Weir, K. (2013). Gorilla. Reaktion Books.