El descubrimiento del gorila, el críptido que abandonó las leyendas
Al contemplar viejos mapas y bestiarios sorprende que los antiguos creyeran en criaturas imposibles, pero detrás de muchas de ellas se encontraban animales reales, como la hiena o el bisonte. Siempre cabía la posibilidad de que los seres míticos fueran reales. Por eso, no es de extrañar que hasta hace relativamente no tanto, un animal tan reconocible como el gorila fuera un críptido.
El periplo de Hannón
Los gorilas viven en las profundidades de la selva, por lo que son difíciles de encontrar incluso para la población local. Más aún para los exploradores de tierras lejanas que pudieran haber dejado un testimonio que se hubiera conservado. A pesar de ello, se especula que exista una remota posibilidad de haber sido en los periplos del cartaginés Hannón. Estos habrían ocurrido poco después de la Primera Guerra Siciliana (480 a.C.), cuando los cartagineses decidieron expandirse al oeste, viajando los hermanos Hannón e Himilcón más allá de las columnas de Hércules, uno al sur y el otro al norte. Relatos grecorromanos
El relato del viaje del primero habría estado en el templo de Cartago y se habría extendido a mediados del siglo IV a.C. Se dice que el relato seguía allí cuando Escipión Emiliano destruyó Cartago en el 146 a.C., ordenando a Polibio a seguir el mismo trayecto, llegando hasta la isla de Cerne. Como menciona Ateneo de Náucratis (170-223 d.C.), el rey mauritano Juba II encontró un informe de Hannón en la biblioteca de Roma y habló de él de forma fragmentada.
En el libro VI de Historia Natural, Plinio el Viejo (23/4-79 d.C.) cuenta, Jenofonte de Lámpsaco (s. II a.C.), que a dos días de navegación desde el cabo Cuerno del Oeste, que está a cinco días de navegación costera desde el Atlas, se encuentran las islas Górgades, donde vivieron las gorgonas. Asegura que el general cartaginés Hannón encontró allí a unas mujeres cubiertas de vello, detalle que Mela sitúa en el extremo suroriental de África. Los hombres eran demasiado rápidos, pero pudieron capturar a dos mujeres, cuyas pieles ofreció en el templo de Juno hasta la toma de Cartago.
Los relatos fragmentados tienen diferencias. Tanto Plinio como Solino afirman que circunnavegó África; Pomponio Mela (?-45 d.C.) y Arriano (63/4 a.C.-24 d.C.) declaran que llegaron a zonas desconocidas para los griegos en la costa occidental, volviendo sin completar la circunnavegación por falta de suministros; Estrabón (64/3 a.C.-23/4 d.C.) simplemente habló de la fundación de ciudades más allá de las columnas y en África, sin especificar, como tampoco hizo Diódoro Sículo (90-30 a.C.), que asegura que descubrieron gran cantidad de islas. Plinio y Solino también son quienes las relacionan con las gorgonas en base a la Teogonía de Hesíodo, mientras Paléfato (s. IV a.C.) situó a Forcis, padre de las gorgonas, en Cerne.Además, es necesario señalar que, desde el punto de vista grecorromano, podían considerar a estas górgades como humanas, pero salvajes, como señalaría su pelo, como ocurre con los rasgos extraños de pueblos de tierras lejanas. En base a esto, debido al respeto que tenían por los muertos, desollarlas habría mostrado la crueldad de los cartagineses.
En la Edad Media, los relatos que se conservaron fueron los de Plinio y Solino que, junto a la menciones en Liber de Natura Rerum de Tomás de Cantimpré y Speculum Historiale de Vincent de Beauvais, aseguraron su inclusión en los bestiarios medievales. Además, también se incluyeron en enciclopedias como la Crónica de Núremberg (1493).
Renacimiento
En 1533, se imprime en Basilea Arriani et Hannonis periplus. Plutarchus de fluminibus et montibus. Strabonis epitome a partir de un manuscrito bizantino, posiblemente del siglo IX, que podría haber a través de Juan de Ragusa, concejal de Basilea como legado de Constantinopla. Este texto supuestamente usa la fuente original de Hannón, escrito de forma lacónica. No obstante, ofrece mucha más información. Dice que llevó a 30000 hombres y mujeres en 60 naves a través de las columnas de Hércules, navegando por la costa fundando ciudades y templos. Tras semanas navegando, llegaron a la bahía Cuerno del Sur, donde había una isla con una laguna y, en su interior, otra isla. Allí había hombres y muchísimas mujeres salvajes de cuerpos peludos que llamaron "gorilas" (Γόριλλαι). Los hombres eran muy rápidos y se manejaban bien en la huida por los barrancos, pero capturaron a tres mujeres que se defendieron mordiendo y arañando. Tras degollarlas, transportaron sus pieles en el viaje de vuelta a Cartago, que se consagró en el santuario de Cronos.
Su publicación llegó en la Era de los Descubrimientos, cuanto tanto portugueses y españoles habían descubierto nuevas rutas a las Indias y, de camino, un nuevo continente. La balanza de poder cambiaba, por lo que había un gran interés en los viajes a tierras desconocidas. Por eso no es de extrañar que los italianos, que tenían una tradición de viajes similares e intentos de crear artificialmente nuevas rutas, fueran los primeros en verse atraídos por este relato. De esta manera, Giovanni Battista Ramusio incluyó una traducción al italiano en Navigationi et Viaggi (1550), en cuya edición príncipe anotó que un marinero portugués anónimo, que había llegado a Venecia con un cargamento de azúcar desde Santo Tomé, le aseguró que debían ser pieles de babuinos, que podían ser tan grandes como un hombre. Jean Temporal lo tradujo al francés en 1556 y añadió sus comentarios, partiendo de este Samuel Purchas para traducirlo al inglés en 1625. Conrad Gessner tradujo este periplo del griego al latín, introduciendo la palabra gorillas, y la publicó el 1559 en Zúrich con el apéndice de De Totius Africae Descriptione (1526) de León el Africano. Joannes Jacobus Mueller y Abraham Berkelius lo tradujeron al latín en 1661 y 1674, respectivamente, con sus propios comentarios.
Dado que la historia no era totalmente nueva, hubo distintas perspectivas hacia ella, existiendo distintos grados de escepticismo con las incongruencias entre las distintas versiones como aceptación, desde calificarlo de falsificación a creer que en este viaje está el germen de los mitos sobre tierras lejanas. Para los romanos, el Cuerno del Sur se situaba en el actual Cuerno de África, en la costa oriental que conocían mejor. Este era el último promontorio antes de navegar hacia los mares desconocidos del sur. Gessner lo adaptó situándolo en Cabo Formoso, en la costa occidental, en el delta del Níger. Los mapas parecían darle la razón, pues los cartógrafos mostraban a un cíclope en esa zona, por lo que dedujo que aludía a las tres grayas, que compartían un ojo y vivían cerca de las gorgonas. Por otra parte, tal viaje en la antigüedad restaba mérito tecnológico a las proezas de Portugal y España, aunque también también se usó la presencia púnica en la península ibérica para apoyar la presencia antigua de españoles en tierras lejanas.
Rumores de gorilas
Samuel Purchas cuenta en Purchas, his Pilgrimes (1614) que, en 1559, Andrew Batell, tripulante de un corsario inglés, fue prisionero de los portugueses en las costas de Brasil y encerrado en São Paulo da Assunção de Loanda, en Angola, y luego pasó casi 18 años trabajando en barcos mercantes locales. Al volver, le contó lo visto al reverendo Samuel Purchase. Aseguró que cerca de Yumbe hay dos tipos de monstruos. El gran Pongo y el pequeño Engeco, que serían un gorila y un chimpancé. Lo describía como un herbívoro con proporciones de un hombre, aunque más grande, con ojos profundos, el cuerpo cubierto de pelo y gran fuerza. Describe tanto su ferocidad contra humanos y elefantes, como su tranquilidad, viviendo en grupos en los árboles, creándose refugios contra la lluvia, acercándose al fuego al no saber encenderlo por su cuenta o permitiendo a un chico vivir con ellos durante un mes sin herirlo gracias a que no les miraba. Como a finales del siglo XVIII, todos los grandes simios se englobaban bajo el término "orangután", Pongo acabó como el nombre genérico de este.
En Origin and Progress of Language (1773) de James Burnett, un capitán de un barco de esclavo menciona tres especies de especies de monos humanoides en África occidental: el gorila (impungu), el chimpancé (chimpenza) y un intermedio llamado itsena. Describe al primero con unos 7-9 pies de altura en su madurez, ancho, sin cola, que camina sobre dos pies y gran fuerza, con la cara negra y más humana que el chimpancé y tiene el cuerpo cubierto de pelo negro. Acertadamente le proporciona una dieta herbívora de raíces y frutas, hidratándose con el jugo de la corteza de un árbol concreto, que puede llevarse si la necesita.
Thomas Edward Bowdich entrevistó a esclavos y comerciantes sobre las condiciones en los barcos que iban a los ríos Gabón y Ogouwe, publicándolo en Mission from Cape Coast Castle to Ashantee (1819). Presentaba a un "ourang-outan" de gran tamaño, de unos 5 pies de altura y 4 de ancho de los hombros, con una fuerza letal, que se alimenta de miel y ataca a quienes viajan a Kaylee. Afirma que muere por su propia estupidez, cargando gran cantidad de ramas sin parar, en imitación a los humanos, muriendo de cansancio o hambre. También dice que crea casas rudimentarias y duerme sobre ellas o que llevan a sus hijos muertos en el pecho hasta que se pudren.
Descubrimiento y descripción
En 1847, el misionero Thomas Savage llegó en barco a la desembocadura del río Gabón, donde fue retenido. En la espera, conoció al misionero J. Leighton Wilson, que tenía un cráneo de simio más grande que ningún simio conocido, es decir, los orangutannes, gibones y chimpancés. Savage consiguió reunir otros tres cráneos, varias pelvis, vértebras y otros huesos y se los envió a Jeffries Wyman de la Sociedad de Historia Natural de Boston.
En agosto de 1847, Jeffries Wyman publicó su descripción esquelética junto con las notas de Savage sobre su comportamiento y aspecto, donde nombraba a este animal como Troglodytes gorilla, compartiendo género con el chimpancé (Troglodytes troglodytes). En diciembre de ese mismo año, extendería su descripción y, a comienzos de 1848, Richard Owen lo describiría con el nombre Troglodytes savagei. Ninguno de los nombres perduraría, pues el género Troglodytes era usado por los reyezuelos desde 1806, seis años más que los chimpancés, que hasta 1812 compartían el grupo Homo con los orangutanes. En 1852, Isidore Geoffroy St. Hilaire, cambió el género del gorila a Gorilla. De esta manera, ambos primates acabaron en géneros distintos, el gorila en Gorilla y el chimpancé en Pan. Savage y Wyman usaron el nombre "gorila" en referencia a Hannón para evitar confusiones, pues Georges-Louis Leclerc decía que solo había un primate en África que llamó Jocko, mientras Bowdich usaba Ingena.
Con la polémica en torno a la teoría de la evolución de Darwin, la existencia de una criatura casi humana no podía ignorarse. Durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX, se extendieron historias del gorila como una bestia salvaje y libidinosa de gran fuerza, capaz de derribar elefantes a golpes con sus manos o con ramas y que secuestraba a mujeres de las aldeas cercanas. Estos miedos, que fueron comunes con los africanos, dieron origen a King Kong y Tarzán.
Paralelamente, hubo un gran interés en el mundo científico, describiéndose gran cantidad de nuevas especies de chimpancés y gorilas. Realmente, demasiadas. Los esqueletos de unos gorilas juveniles sirvieron para mantener una especie de gorila enano (Gorilla mayema),el polimorfismo, por el que algunos gorilas tienen pelos rojizos en la cabeza, sirvió para describir al Gorilla castaneiceps y el gran tamaño de un ejemplar sirvió para describir la especie Gorilla gigas. Se llegaron a describir ocho especies y subespecies de gorilas y 20 de chimpancés, además del género Pseudogorilla que pretendía ser intermedio a estos. Durante mucho tiempo se creyó que había una especie híbrida o con características intermedias, así como leyendas como el koolo-kamba. En 1928 y 1929, Schwarz y Coolidge hicieron los primeros intentos de simplificar la clasificación. Hoy, los gorilas son únicamente dos especies con dos subespecies cada una, mientras el chimpancé (Pan troglodytes) comparte género con los bonobos (Pan paniscus) y tiene cuatro subespecies.
Fuentes
- Díaz, J. G. (1987). Hannon de Cartago, Periplo (Cod. Palat. 398 fol. 55r-56r). Memorias de historia antigua, (8), 81-86.
- Taylor, A. B., & Goldsmith, M. L. (Eds.). (2002). Gorilla biology: a multidisciplinary perspective (Vol. 34). Cambridge University Press.
- Gott, T., & Weir, K. (2013). Gorilla. Reaktion Books.
- Kroupa, S. (2018). Humanists and Travellers, Gorgons and Gorillas: Hanno the Navigator's Periplus and Early Modern Geography (1530–1630). The International History Review.
- Bosak-Schroeder, C. (2019). Making specimens in the Periplus of Hanno and its imperial tradition. American journal of philology, 140(1), 67-100.
- Mund-Dopchie, M. (1994). Different Readings Of Hanno's Voyage From The Renaissance To The Seventeenth Century—From Pure Erudition To Ideological Debate. In Travel Fact and Travel Fiction (pp. 111-119). Brill.
- Shea, B. T. (1984). Between the gorilla and the chimpanzee: A history of debate concerning the existence of the Koolookamba or gorilla-like chimpanzee. Journal of Ethnobiology, 4(1), 1-13.
- Newman, J. L. (2013). Encountering Gorillas: a chronicle of discovery, exploitation, understanding, and survival. Rowman & Littlefield Publishers.