La hiena, el animal hermafrodita de identidad múltiple

Hiena moteada (Crocuta crocuta)

Los bestiarios medievales se componían de criaturas ficticias, como la mantícora y el fénix, y animales reales, normalmente con otros nombres y características fantásticas, como el bisonte. La hiena constituye un caso especial, pues su duplicidad en los bestiarios no fue causada por las distintas traducciones medievales, sino que ya estaba presente en la antigüedad.

Especies

Actualmente se conocen cuatro especies de hienas (Hyaenidae): la más reconocida es la hiena moteada (Crocuta crocuta), habitual en documentales y películas; la hiena rayada (Hyaena hyaena) es más pequeña, peluda y con rayas como las cebras y tigres, extendiéndose desde África noroccidental a la India; la hiena parda (Parahyaena brunnea) es exclusiva del sur de África y tiene una crin de pelo largo que cubre su cuerpo y, finalmente, el lobo de tierra (Proteles cristata) es un insectívoro del sur y este de África. Por lo tanto, en tiempo antiguos, por su distribución, aspecto y comportamiento, tan solo reconocerían como hienas a las dos primeras.

Hyaena

Antigüedad

Mosaico de una hiena.

Herodoto fue el primero en mencionar a la hiena (ὕαινα), que significa "cerda", pues parte de la palabra para cerdo (ὗς, hûs) con el sufijo femenino (αινα, -aina). Aristóteles la describió en Historia de los animales y Reproducción de animales, con el nombre γλάνος (glános), del cual habría sido testigo en su estancia en Asia menor. El comentador aristotélico Miguel de Éfeso en el siglo XII reconoce el uso de ese nombre en la región y Hesiquio de Alejandría indica que γάνος es usado por los frigios y bitinios de Asia menor. Los romanos adoptaron el primer nombre, pero sin testimonios hasta Metamorfosis de Ovidio.

Aristóteles la describe de un tamaño similar al lobo, con una crin como el caballo pero con pelos más duros y espesos, que se extienden por la espalda, como tiene la hiena rayada. Afirma que caza humanos y perros, a los que engaña imitando el sonido de una persona vomitando, y se alimenta de cadáveres en las tumbas. Finalmente, niega la creencia de Herodoto y Esopo de que la hiena alternara anualmente de sexo, describiendo sus genitales y sus vías excretoras, aunque comparte que las hembras son difíciles de capturar. Diodoro Sículo explica que la creencia radica en la confusión del apéndice que tienen las hembras con un pene.

En el último libro de Metamorfosis de Ovidio, se sitúa el primer uso conservado de la palabra hiena en fuentes romanas, mencionando su doble sexualidad. Plinio el Viejo, apoyándose en Aristóteles, rechaza esta creencia, pero incorpora detalles extraordinarios. En primer lugar, gira moviendo el cuerpo en bloque porque tiene un único hueso en el cuello. También tiene ojos multicolor que cambian de tono. Su inteligencia no solo le permite cazar pastores y engañar a los perros, sino que hace gala de poderes mágicos. Al entrar en contacto con su sombra, los perros se callan y, si rodea tres veces a un animal, se queda paralizado.

Ilustración medieval de una hiena.

En De natura animalium, Eliano vuelve a retomar la creencia por la que alternaba anualmente de sexo y donde ambos compartían atributos. Asegura que, según Aristóteles, puede inducir torpor con su zarpa izquierda, que coloca sobre la nariz de su presa para asfixiarla cuando se infiltra en los establos. Luego, cava un hoyo para que caiga su cabeza en él y exponga el cuello, estrangulándola y llevándosela a su guarida. A los perros los hipnotiza proyectando su sombra con la luz de la Luna llena, haciendo lo que le plazca con ellos. Esta naturaleza ambigua es condenada en textos cristianos, como la Epístola de Bernabé, que lo consideran una criatura impura y adultera. No obstante, Clemente de Alejandria la usaría para explicar la inestabilidad y duplicidad.

Esto se manifestaría en el Physiologus, la base principal de los bestiarios medievales. En el texto griego, contemporáneo a la Epístola de Bernabé, su hermafroditismo sirve para condenar la homosexualidad basándose en la autoridad apostólica. En los textos latinos tardíos, su naturaleza se asocia con la indecisión advertida en el evangelio de Mateo 6:24 ("Ninguno puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir á Dios y á Mammón"), comparándola con los judíos, que proclamaron servir a Dios y luego adoraron a ídolos.

En De mirabilibus mundi, Solino repite mayormente lo dicho por Plinio, pero asegura que tienen una piedra preciosa mágica en los ojos llamada hyaenia, que otorga el don de la profecía al hombre que se la coloque bajo la lengua. Este detalle es compartido en Etimologías de Isidoro de Sevilla. Además, se consideraría un amuleto contra los fantasmas malignos.

Bestiarios

Ilustración medieval de una hiena devorando a un hombre.

Dada su aparición tanto en el Physiologus como en Etimologías, se incorpora inmediatamente en la primera familia de bestiarios de los siglos X-XI. En su naturaleza ambigua, señala que actúa como los hijos de Israel, que pasan de servir a Dios a adorar ídolos, disfrutar de riquezas y vivir en rebeldía. La hiena simbolizaba quien no era fiel ni infiel, arriesgando su alma. En la segunda familia se incorporan sus mencionados hábitos de caza, la imitación de la voz, sus poderes y su profanación de tumbas. La interpretación moralizante es variada y no siempre alude a los judíos o a la homosexualidad, sino también a la debilidad del sexo femenino o la relaciona con su voracidad.

Para Alberto Magno, la iena es un animal del tamaño de un lobo, capaz de cambiar de color e imitar a personas y perros, alimentándose de estos y de los cadáveres enterrados. Somete a los perros con su sombra y tiene una piedra preciosa en los ojos. Tomás de Cantimpré describe a la hiena bajo el nombre de hyena y zybo. Más allá de sus características habituales, afirma que la hyena puede cambiar de color a voluntad y tiene una piedra en sus ojos o su frente. El zybo también tiene una crin como el caballo y el tamaño de un lobo, comportándose de la misma manera que la hiena. Se oculta en el bosque y imita a humanos y perros, que desconocen de su malicia, cazándolos. Este segundo nombre proviene de la traducción del árabe de Tomás Escoto, que tradujo la hiena como zalio o zybo.

Crocuta

Antigüedad

Ilustración medieval de una hiena con pezuñas.

La crocuta (κροκόττα) fue mencionada por Ctesias en Índica, texto conservado a través de Biblioteca de Focio I de Constantinopla. Llamada vulgarmente como cinolico (lobo-perro), vivía en Etiopía y tenía gran fuerza. Esta imitaba la voz humana, llamando a los hombres por la noche por su nombre para devorarlos cuando se acercaban. La presenta valiente como un león, rápida como un corcel y fuerte como un toro, pero sin poder superar las armas de hierro. Dada la incertidumbre en la localización de Etiopía, se sugieren dos posibilidades: que este fragmento no perteneciera a Índica, sino a la obra perdida Periplos, donde cubre Asia, el mar Negro y Egipto, abriendo la posibilidad de que esta sea la hiena moteada, exclusiva de África, o que el escriba de Focio completara los fragmentos de Biblioteca, siendo la Etiopía asiática, donde vive la hiena rayada.

El geógrafo y botánico Dalión en Aithiopica, conservada en fragmentos en el Paradoxographus Vaticanus, asegura que en Etiopía hay una bestia llamada crocotta (κρόταν), que se acerca a la gente que está hablando y presta especial atención al nombre de los niños. Por la noche, los pronuncia y devora al niño que sale. Dalión fue de los primeros en describir Egipto a comienzos de la dinastía Ptolemaica, llegando hasta Meroe, capital del reino nubio de Kush, y más allá, en la expedición de Ptolomeo II. En estas regiones existían la hiena moteada y rayada, por lo que no serviría para descartar ninguna.

Agatárquidas de Cnido en En el mar de Eritrea, que también nos llega a través de Focio, establece que en Etiopía vive la crocottas, compuesto de un perro y un lobo, pero más fiero que ambos y con cabezas y garras más grandes. Sus mordiscos y estómagos también son más poderosos, pudiendo aplastar cualquier tipo de hueso y alimentarse de sus fragmentos. Indica que, aunque imitan la voz humana, no engañan con ella, aunque también repite que llaman a los hombres por la noche y los cazan cuando se acercan. Probablemente partió del texto de Ctesias.

Diodoro Sículo en Biblioteca histórica, basándose en Ctesias y Agatárquidas, cuenta lo mismo de manera resumida, únicamente añadiendo que digiere los trozos grandes de hueso y manifestando que la imitación del habla humana son cuentos.

Ilustración medieval de una hiena con melena en el cuello.

Plinio el Viejo escribiría en dos ocasiones sobre esta, pero usando los términos crocotas, corocottas y leucrocottas. En todos los casos imita la voz humana, como Juba II asegura que hace la mantícora, y vive en Etiopía. La crocotas sería el producto un lobo y una perra y la corocotta de una hiena y una leona. La crocotas tendría una mandíbula formada por bordes óseos, sin encías, que se cerraba como una caja. A la leucrocottas la presentó como la bestia más rápida, con tamaño de un asno, el cuerpo de ciervo, cuello, cola y pecho de león, cabeza de tejón, pezuñas, boca que se abre hasta las orejas y bordes óseos en lugar de dientes.

Eliano distingue entre la hiena y la crocuta (corocottas), aunque reconociéndolas como animales inteligentes con métodos similares de caza. La hiena ronda los rediles por la noche e imita a los hombres vomitando, haciendo que se acerquen los perros creyendo que es un hombre, momento que aprovecha para devorarlos. La crocuta se oculta entre los matorrales y escucha atentamente los nombres de los leñadores y sus conversaciones. Luego los imita con voz casi humana y pronuncia el nombre de su víctima, que se acerca cada vez más a la voz, cazándolo cuando está solo y lejos de los demás.

Ilustración medieval de una hiena como un equino.

En Historia augusta, Julio Capitolino cuenta que, durante el reinado del emperador Antonino Pío, se celebraron unos juegos donde se mostraron corocottas, elefantes, tigres, rinocerontes, cocodrilos, hipopótamos, leones y toda clase de animales. La ausencia de criaturas fantásticas sugiere que era un nombre usado para un animal real, que Dión Casio y Porfirio de Tiro situaron en Asia.

Solino menciona lo mismo que Plinio, cambiando la cabeza de la leucrocota por la de un camello y añadiendo que la crocuta nunca mueve sus ojos, mirando sin parpadear.

Bestiarios

Ilustración medieval de una hiena como un equino.

Su ausencia en el Physiologus y Etimologías hizo que no apareciera hasta la segunda familia de bestiarios, que incluía información de Solino y, por extensión la separación en varias criaturas presentada por Plinio

Alberto Magno parte de Solino para indicar que el cyrocrothes es similar a una hiena, nacida de un lobo y una perra, que no cierra los ojos y no tiene encías, sino unos dientes continuos con los que destruye todo. El leucrocotham sigue siendo la más veloz de las bestias, con cuerpo de asno, caderas de ciervo, pecho y patas de león, cabeza de camello y una boca hasta las orejas, con pezuñas bifurcadas, dientes de león y voz de hombre. Tomás de Cantimpré prácticamente repite lo mismo. En De differentiis animalium, Thomas Wotton clasifica a la leucrota como un híbrido de un artiodáctilo y un león, pero con apariencia de hiena, dos dientes horizontales en forma de cuchilla y viviendo en Escitia. Esta misma obra da dos parentescos a la crocuta: hiena con leona y perro con loba.

Asimilación

Ilustración de una hiena como un equino con melena en el cuello y gran boca.

Con el paso de los siglos, a pesar de las afirmaciones excepcionales, no se dudaba de la existencia de la hiena, pues se afirmaban disparates de todos los animales. Por eso, la hiena rayada fue clasificada inmediatamente por Linneo con el nombre que aún mantiene. En cambio, la crocuta y leucrota eran diferentes. ¿Eran reales? Y, en caso afirmativo, ¿eran hienas u otra criatura? Autores como Athanasius Kircher, John Jonston y Caspar Schott las consideraban híbridos. La opinión sobre la hibridación era religiosamente polémica, pues se debatía entre si eran contrarios a la naturaleza o expresaban la omnipotencia divina. También estaba el debate sobre su supervivencia al diluvio, pues la mayoría de los híbridos ni se mencionaban en la Biblia, algo que también ocurría con las especies descubiertas en América. Estos híbridos incluían a aquellos que realmente eran producto de varias especies, como la mula; animales reales que no eran híbridos, como la jirafa (Camelopardalis), el leopardo (pantera-leona), el camello bactriano (camello-jabalí), el lince (lobo-cierva) y otros de existencia cuestionable, como el hippelaphus (caballo-ciervo), el leontomix (león-perra), el perro arcadio o indio (tigre-perra), el caballo-pantera/pantera-caballo hippardium o el tragelaphus (ciervo-cabra). No había limitación de tamaño, dieta o hábitat.

Aunque pecaba de confiar demasiado en los autores clásicos, sin conocer los animales de los que hablaban, Conrad Gessner hizo un gran trabajo en Historia animalium al clasificar la información disponible sobre la fauna conocida. Apoyándose en las fuentes, armonizó la información y comparó filológicamente los nombres para evitar repeticiones innecesarias. De esta manera, primero agrupó la mantichora, la martiora y la leucrocuta, situándola en la India. Luego, agrupó el maricorion y maricomorion de Alberto Magno y Avicena con la mantícora y la leutrochoca, la cirocrothes y cirothrochea de Alberto Magno. Todas pasarían a ser una criatura, pero había diferencias irreconciliables: la mantícola tenía cara humana y la leucrocuta de tejón, según Plinio, o de camello, según Solino; la primera tenía tres filas de dientes y, la segunda, dos dientes horizontales como cuchillas; la mantícora tenía garras de león, mientras la leucrocuta tenía pezuñas.

Gessner consideró a las hienas como una especie aparte, pero rechazó que fueran hermafroditas, alteraran anualmente su sexo o pudieran hacer algo más que imitar el vómito, como los perros. Por su dieta, genitales, dientes y su caza nocturna, la emparenta con el lobo, razón por la que podía generar híbridos con este. Basándose en Hesiquio y Varino, juntos podían engendrar al thos, aunque para Opiano era el producto de un lobo y una pantera. Debido a Cinegética de Opiano de Anazarba, distingue entre un thos minor y thos maior. Este thos minor sería un animal con pelaje estacional y cuerpo más largo que un lobo, pero con patas más cortas. Gessner lo asimilaría con panther minor/pantherion, lycopantheros y lupus carnarius, diferenciándolo del lince (lynx o lupus cervarius).

El babuino

Ilustración de babuino.

En 1556, Joannes Florian tradujo al latín Descrittione dell’Africa de León el Africano. Andreas Gessner, hermano de Conrad, editó la edición latina e italiano. Gracias a ella, Conrad conoció al animal que los árabes llamaban dabuh o dabu, jesef en el idioma local africano, que tenía forma de lobo, extremidades humanas y que desentierra cadáveres para devorarlos. Florian presentó a esta criatura como la Hyaena, por lo que Gessner dedujo que esta debía ser un babuino (Babuinus o Papio hamadryas). Anteriormente, creía que el babuino era un compuesto de mono (simia) y oso (ursus) llamado Arctopicthecus, añadiendo xilografía de un ejemplar mostrado en Ausburgo en 1551 y la descripción de un testigo alemán que lo llamó Pavyon. El farmacéutico Pieter Coudenberg, que también fue testigo, aprobó la ilustración. 

No obstante, León Africano también mencionaba al Babuinus como una especie de mono (simia) que carecía de cola. Concluyó que el Papio no podía ser un Babuinus, pues tenía una cola corta e identificó al primero más con la hyaena. Por otra parte, comenzó a dudar de la relación entre la crocuta, y sus variantes, con la mantícora. Como Porfirio decía que la hiena de la India era crocuta, y esta también era Papio, crocuta no podía ser lo mismo que leucrocuta y manticora. Además, había diferencia entre el Papio y las antiguas descripciones de crocuta.

En consecuencia, diferenció la Hyaena en dos subespecies: la Papio, más pequeña y menos peligrosa situada en Siria, y la más peligrosa Crocuta, situada en Etiopía o India, a la que renombra como Hyaena Indica o Hyaena Aethiopica, como una especie independiente en vez de ser un híbrido. A pesar de ello, sigue enumerando híbridos de una hiena hembra y un lobo, como el thos, el onolycus y el monolycus. En la segunda edición de Icones animalium quadrupedum viviparorum et oviparorum corrige muchos de sus errores y no añade información ni de la leucrota ni de la mantícora. No obstante, Edward Topsell, al usar una edición antigua de Historia animalium como fuente, seguía equiparando a la leucrota y la mantícora, mezclándola con un puercoespín. Thomas Browne descartó que ningún animal tuviera naturalezas masculinas y femeninas por la ley del coito, cumplida por todos los animales, salvo los humanos, y que indica la posición de cada sexo en la cópula.

Diferenciación

Hiena rayada y perros.

La primera diferenciación entre la distintas especies de hiena ocurre en Historia Aethiopica de Hiob Ludolf, que se apoyaba en el testimonio de su amigo etíope Abba Gregorius. Este consideraba que la hiena y la crocuta eran especies cercanas, pero diferentes, con puntos negros y blancos. Las consideró como lobos, pero más pequeños, perezosos y voraces, pues además de cazar sigilosamente por la noche, también lo hace por el día. Cazaba indistintamente a humanos y ganado, excavando los muros de las casas y establos.

Willem Bosman las observó en la actual Ghana, Peter Kolbe en el sur de África y Jean Barbot en la actual Angola. Sería Thomas Pennat quien, en 1771, describió sus diferencias consistentemente. Al describir a la hiena rayada, citó a autores antiguos, como Plinio, Aristóteles y Opiano, y fundamentó su descripción en autores como Engelbert Kaempfer, Thomas Shaw y Alexander Rusell, entre otros. Para la hiena moteada, tan solo usó autores como Ludolf, Bosman, Kolbe y Barbot.

Hiob Ludolf en Historia Aethiopica describe, a través del testimonio de primera mano de su amigo etíope Abba Gregorius, sobre la hiena, distinguiéndola de la crocuta, pero considerándolas cercanas: Sobre sus lobos, son pequeños y vagos, como testifiga Plinio: pero la hiena, o la crocuta, más parecida al lobo, es la más voraz de todas las bestias salvajes; porque no solo caza sigilosamente y por la noche, sino también durante el día. Caza todo lo que ve, hombres o ganado, y escaba en los muros de casas y establos. Gregorio la describió moteada, con puntos negros y blancos. Este cree que la crocuta es una especie propia.

Las observaciones de primera mano de europeos, como Willem Bosman en la actual Ghana , Peter Kolbe en sudáfrica y Jean Barbot en la actual Angola reafirmaron la diferencia. La diferencia quedó firme en 1771, por el naturalista y zoologo Thomas Pennant las distinguió consistentemente. Se refirió a autores clásicos como Plinio, Aristóteles y Opiano, pero se apoyó en Engelbert Kaempfer, Thomas Shaw, Alexander Rusell y otros. Para la hiena moteada, solo usó autores modernos, como Ludolf, Bosman, Kolbe y Barbot.

Etimología

Chacal dorado.

Si hiena significa cerda, ¿qué procedencia tiene crocuta? Se ha sugerido un origen libio, etíope, del préstamo latino crocutus (κρόκος, "azafrán") odel latín cruciatus, para referirse a su hibridación. Es probable que proceda del sánscrito kottharaka para referirse al chacal dorado (Canis aureus). Este derivaría en kroshthara, krotthakara y, finalmente, krokotta. Estos términos derivarían de krus, "llorar", por los lastimeros aullidos nocturnos del chacal dorado.

Fuentes

  • Enenkel, K. A. (2014). 2 The Species and Beyond: Classification and the Place of Hybrids in Early Modern Zoology. In Zoology in early modern culture: intersections of science, theology, philology, and political and religious education (pp. 55-148). Brill.
  • White, T. H. (1984). The book of beasts: Being a translation from a Latin bestiary of the twelfth century. Courier Corporation.
  • Funk, H. (2021) How the ancient krokottas evolved into the modern spotted hyena crocuta crocuta. Quaderni Urbinati di Cultura Classica 130:145-166 
  • Campbell, E. (2021). Visualizing the trans-animal body: the hyena in Medieval bestiaries.
  • Bartnik, A. (2020). Hyena, corocotta, leucrocotta…? O pochodzeniu średniowiecznej bestii. Scripta Classica, (17), 205-225.

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