Pseudodoxia Epidemica, un catálogo de "leyendas urbanas" del siglo XVI

Durante el siglo XVI, el inglés Thomas Browne, además de ejercer la medicina, publicó varios libros de temas variados: Religio Medici, una confesión de su fe cristiana para quienes lo consideraban ateo; Urn Burial, una reflexión sobre los restos mortales y la vanidad de los monumentos; y The Garden of Cyrus, una especulación sobre la importancia de los patrones y los números en la naturaleza. Sin embargo, su obra más popular durante su vida fue Pseudodoxia Epidemica, donde desmitifica errores y leyendas urbanas y rurales.

Muchos de esos errores tratan sobre creencias populares sobre los animales, que Browne desbarata con ingenio y un peculiar estilo. Pero el valor del libro también reside en ser una muestra de las creencias del siglo XVI, igual que Snopes  o Maldita.es reflejan los rumores actuales.

El tejón poseía asimetría bilateral

Ilustración de The History of Four-Footed Beasts and Serpents… por Edward Topsell, impreso en 1658
Se consideraba que el tejón carecía de simetría bilateral, es decir, que los miembros de un lado eran más largos que los del otro. El consenso es que las patas más cortas eran las izquierdas. La lógica de este razonamiento era la facilidad con la que discurrían por los surcos de los campos arados, donde las patas de un lado podían estar más altas que las del otro.

Este rasgo era compartido por el mítico dahu, una especie de cabra de montaña de la zona del sur de Francia, norte de Italia y Suiza, además de Andorra y Cataluña, aunque con otro nombre. Esto le permitiría caminar con rapidez por la ladera de la montaña, pero en un solo sentido. Por ello se tenían en cuenta dos variedades, la hembra levógira y el macho dextrógiro, según el sentido en el cual podía desplazarse. Su cruce daría una variedad adicional con las patas de la misma altura en disposición diagonal. Además, los machos arrastraban sus testículos para dejar un rastro que pudieran seguir las hembras.

El haggis salvaje (Haggis scoticus) o los sidehill gougers son otras criaturas ficticias que comparte esta característica.

Volviendo al tejón, Browne anima al lector a pensar sobre el tema, invocando "los tres determinantes de la verdad...Autoridad, sentido y razón". Sin embargo, las autoridades que cita están en desacuerdo (puede que elegidas adrede). Por ello debemos atender a los otros dos determinantes. Browne nos pide considerar qué otro animal comparte este desequilibrio, confiando en que no se nos ocurrirá ninguno y llevándonos a concluir que tal asimetría es claramente "repugnante en el curso de la naturaleza".

El cadáver colgado de un martín pescador era una buena veleta

Ilustración de Aves de Norfolk (1866), por Henry Stevenson y Thomas Southwell
Se creía que un martín pescador colgado por su pico servía bien como veleta. En este caso, Browne lo experimenta personalmente. Cuelga un ave muerta de un hilo de seda sin torsión, para evitar sesgos. El ave cuelga y gira aleatoriamente, sin tener en cuenta el viento. Encontrándose con un resultado inconcluyente, refina el experimento. Lo repite con dos aves en la misma habitación, viendo que cada uno señala a puntos distintos del cielo.

También se creía que los avetoros o avetorillos (Botaurinae) necesitaban de los juncos entre los que vivían para producir su característica llamada de apareamiento, que recuerda al mugido de un toro, de ahí su nombre. Se creía que el ave usaba las cañas como un fagot.

En este caso, Browne obtuvo un avetoro vivo que mantuvo en su jardín, impidiéndole el acceso a los juncos. El ave no emitió sonido alguno, pero Browne no desistió. Sabe que la ausencia de pruebas no es la prueba de ausencia. Finalmente es obligado a confiar en el testimonio de un amigo que había estado en los cañaverales y dijo haber visto a avetorillos haciendo su llamada sin ayudarse de las cañas.

El unicornio

Siempre han existido muchas personas crédulas. En emblemas heráldicos e imágenes bíblicas se representaba abundantemente al unicornio. Linneo seguía hablando de él en sus primeras clasificaciones de seres vivos. Incluso John Woodall, coetáneo y compañero de profesión de Browne, tenía al cuerno de unicornio como un ingrediente medicinal más.

Browne expresa que, aunque puede haber muchos unicornios, en el sentido literal de la palabra, no hay ninguno como el mítico caballo blanco de barba de chivo. Su preocupación con esta criatura es la venta fraudulenta de animales, plantas y minerales con propiedades curativas milagrosas con los que debe competir.

El basilisco

Representación del siglo XVI de un basilisco y una comadreja, por Wenceslas Hollar
Aunque Browne rechaza la existencia de muchas bestias míticas, hay dos que se salvan del escrutinio: el basilisco y los sátiros. Dice que "sus moralidades mortales requieren de sus falsedades sustanciales", es decir, que su función en los mitos es demasiado importante para olvidarse de ellos.

La ballena

Grabado de William van der Gouwen de una ballena varada de 21,3 m en la costa neerlandesa el 3 de febrero de 1598
En el capítulo XXXII - Cetología de Moby Dick de Herman Melville, se cita a Thomas Browne como fuente de información. Browne fue testigo de un cachalote varado en la costa de Norfolk, al que acudió a ver como otros tantos curiosos, pero con la intención adicional de obtener ámbar gris y aislar el espermaceti, la misteriosa reserva de aceite almacenada en la cabeza del cetáceo.

Las ballenas se consideraban presagios. Los grabados neerlandeses las presentan como una alegoría de una nación en peligro o de sus riquezas rebosantes. Para Browne, era el recipiente de muchos misterios físicos y metafísicos.

El arca de Noé

Cuando era joven, Browne viajó a Irlanda, donde su padrastro tenía tierras. Allí notó la presencia de arañas. Nada especial si no fuera porque en el resto de Gran Bretaña se creía que Irlanda carecía de ellas al menos desde hace tanto tiempo como las serpientes. Observando la llegada de aves marinas exhaustas sobre la costa de Norfolk, Browne fue de los primeros en concluir que la migración anual sobre grandes distancias debía ser parte de su ciclo vital.

La visión global de la diversidad de la naturaleza no encajaba con el diluvio de Noé como verdad histórica. Los expertos informaban de muchas nuevas especies en América que no habían sido mencionadas en la Biblia. Si los nativos americanos se hubieran originado en el Antiguo Mundo, se habrían llevado a los caballos y hubieran dejado atrás las "bestias de presa y criaturas nocivas" que se encuentran allí. Browne se preguntaba como podía haber allí criaturas que no se encontrasen en su continente triple.

Estrella de mar

Patrón “quincunx”, con la correspondiente inscripción latina, tomada del frontispicio de la obra maestra del siglo XVI de Browne, The Garden of Cyrus, figura central sobre la que teje su visión mística de la interconexión del arte, la naturaleza y el universo.
En su largo y exuberante ensayo The Garden of Cyrus, Browne reflexiona sobre la importancia del número cinco en la naturaleza. Lo observa en la disposición de muchas flores y cree percartarse de su presencia en las superficies en red de los amentos y piñas. Desafortunadamente, desconoce la obra de Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, que describe la secuencia del número áureo. Sin embargo, anticipa la ciencia de la filotaxis, la disposición de las hojas en el tallo. A esto recuerdo que no todas las espirales se corresponden con la espiral áurea.

En su catálogo, Browne también enumera a las estrellas de mar, desconociendo a los radiolarios, protistas ameboides con esta misma simetría, o los virus, que repiten el patrón a una escala aún menor.

Morgellons

Mientras estudiaba en Montpellier, en el sur de Francia, Browne observó una enfermedad local que dio el nombre de morgellons. La enfermedad se manifestaba como la erupción de pequeños pelos en la piel, curándose con la aplicación de leche o miel. En el 2002, el término resurgió como una condición sin explicar caracterizada por manifestaciones cutáneas, incluyendo lesiones que no sanan, picor y la aparición de fibras. Esta se extendió gracias a Internet y fue considerada un delirio de parásitos. Las pruebas nunca encontraron los supuestos pelos. Extrañamente, los pelos observados por Browne eran visibles al ojo humano, mientras que los del siglo XXI se redujeron a un tamaño microscópico.


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