El tornado de Cádiz de 1671, el más trágico de España
En toda España se experimentan tornados y mangas marinas, pero no suelen causar grandes daños. Como muchos fenómenos naturales, aquellos más potentes suelen estar más espaciados en el tiempo. Con un cambio climático que podría alterar su frecuencia e intensidad, conviene recordar el gran tornado de Cádiz, el más trágico registrado.
Trayecto y daños
En el domingo de San Lázaro, el 15 de marzo de 1671, el cielo se nubló por la noche. En torno a las 1:00 de la mañana, comenzó a llover de forma continua, pero sin una fuerza más allá de lo habitual, con viento del sudoeste. La mayoría de los vecinos de Cádiz dormía, pero la tormenta tomó fuerza a las 3:30 y, a las 4:00 de la madrugada, entre rayos y truenos que iluminaban sobre la torre de San Sebastián, donde los vientos se encontraron y las nubes descendieron en forma de manga. El desastre se aproximó desde el mar del Vendaval (1).
Convento de los Capuchinos
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La Vista Aramburu muestra un preciso plano de Cádiz en 1647. |
Llegando desde el norte, tocando tierra en la ermita de Santa Catalina, su trayecto de destrucción se inició en el Convento de los Capuchinos (2). Una de las cartas anónimas describe que a partir de aquí se dividió en dos "brazos" o "ramos". Comenzó arrancando las tejas y todo los materiales del tejado, que cayeron en el sudoeste. Esta acción evidentemente se repitió en todos los edificios que encontró, depositando los materiales en patios, la calle o arrojándolos con fuerza a la distancia. Su auténtica fuerza se experimentaba cuando derribaba muros bien construidos, arrancaba portones y vigas. En el huerto del convento, derribó los gruesos muros que lo rodeaban, entrando el viento por una puerta con gatera. Este detalle se repetiría junto al claustro. En este campo, un pobre arriero tenía una pequeña casa, que perdió junto a los dos caballos con los que se ganaba la vida por culpa del primero de los "brazos". Destruyó dos casas y, como si fuera una bala de cañón, derribó la pared de la cocina, situada al norte, entrando por los dormitorios y destruyendo las oficinas y la enfermería. El cuerpo principal de la iglesia, a pesar de resistir, quedó con la yesería desconchada y las cristaleras a pedazos. Los hermanos pudieron huir, salvo uno, que quedó en pie rodeado de escombros en su celda. Aquellas cruces expuestas en su exterior se rompieron o se las llevó. El detalle de las cruces rotas es uno que recalca, desde aquí hasta la cruz de mármol en la Puerta del Mar, actual arco del Pópulo. En la primera casa hacia la ciudad, arrancó un trozo de la esquina que no volvió a encontrarse.
Junto al convento, el primer "brazo" derribó el muro de unos 170 metros que separaba las cererías de Francisco Ignacio Cardoso y Francisco de Sotomayor, frente a cuya casa principal tiró abajo una pared maestra. No era la única cerería en la zona, pues en la de Christobal Ferrer, se llevó dos pilas de cera a blanquear y le rompió 100 cirios en el telar para la Semana Santa. Este primer "brazo" sería el que continuaría hacia la calle del Empedrador.
Plazuela de Puerto Chico
A continuación se detalla experiencias personales, siguiendo el itinerario, que dan una perspectiva de la magnitud del suceso. Comienza con las casas del escribano público Francisco Rendon, donde abrió las ventanas y arrancó el techo de dos salas, que cayó al suelo, dañando gravemente las paredes. En las casas de Ignacio de Saavedra, en la Plazuela de Puerto Chico, también abrió las ventanas y derribó un muro. En el mismo lugar, hacia (c/ Desamparados) el Convento de Descalzos de San Diego (3), junto a la calle del Empedrador (c/ Arbolí), en la casa y horno del capitán Isidro Vela de Espinosa, teniente de alguacil mayor, tiró una pared labrada sobre un cuarto con un horno de una tahona. Allí se encontraban una mujer con dos hijos y un nieto suyo, pero solo sobrevivió una niña. En el mencionado convento, arrancó dos higueras de la huerta, demolió una pared de 80 metros a la calle y dos celdas con tabiques al norte, pero los religiosos salieron ilesos al encontrarse reunidos rezando.
En la calle del Empedrador (c/ Arbolí), que también sale de la Plazuela de Puerto Chico, dañó el lienzo de la esquina. En el lugar, tumbó el mirador de mampostería de las casas de Pedro Ximenez de Ayllon sobre las casas colindantes. En estas se encontraba el gaditano Pedro de Ochoa, de 22 años e hijo del alférez Ochoa, con su mujer embarazada. El viento les abrió las puertas de la alcoba y él salió fuera pero, cuando fue a avisar a su esposa, la puerta se cerró, pero murió él murió en su derrumbe, mientras su esposa sobrevivió entre los escombros sin llegar a abortar. En esta calle destruyó tres casas, incluyendo las dos mencionadas.
En torno al Colegio de la Compañía de Jesús
Al otro lado (posiblemente c/ Obispo Urquinaona), se encontraban las casas del capitán Bartolomé de Soto y Avilés, caballero de la orden de Alcántara, donde vivía Juan de Orive y el escribano público del número Juan Nuñez Rafero. En la casa de dicho capitán, el viento arrancó los miradores con sus vigas, alfarjías y tejas. El capitán huyó al Colegio de la Compañía de Jesús (hoy Iglesia de Santiago Apóstol) con su familia buscando refugio. En el camino oía gritos y súplicas de misericordia, mientras veía gente, tejas y cantos cayéndose. El tornado se dirigió luego a las casas de Francisco Ximenez de Mendoça, maestro mayor de fortificaciones, y Alexandro de Saavedra, que salieron ilesos. A los miradores de una accesoria alta de estas casas los empujó al patio de otra accesoria más baja. Frente a estas casas estaba las del capitán Juan Perez de Torrecilla, cuyos miradores estaban en el lado opuesto de donde venía el tornado, pero que cayeron a la calle. En al menos una de estas casas no había nadie. Colindante estaba la llamada casa de Cuentas, donde se hundió una sala.
En la calle Cruz Verde (c/ Magistral Cabrera, no la plazuela Antonio Martín), derruyó una cerca y cuatro aposentos de los religiosos del Colegio de la Compañía de Jesús justo cuando un religioso salía de uno de ellos. Entró por las lumbreras de la Capilla Mayor y un rayo rodeó la cúpula. A un religioso lo arrojó por la plazuela hacia un patio de la puerta de enfrente. El viento entró sin restricciones abriendo puertas, arrojándolas contra las ventanas del patio, donde también cayó una cubierta cercana a la torre, y destrozó las clases de la escuela.
En la calle Compañía (ídem), derribó la cerca. Continuó a las casas contiguas, propiedad de Joseph de Balmaceda y Zarçola, había una pastelería pero el matrimonio y la viuda que vivían en él, a diferencia de sus vecinos y el canario en la jaula de la pastelería, sobrevivieron, aunque quedaron entre los escombros. En torno al colegio, también destruyó unas casas de azabacheros.
En torno a Candelaria
Rompió más muros en el Jardín de Ferrer (c/ Villalobos y c/ Barrocal), en la propiedad que había dividido Baltasar Rabachero y cuatro tabiques y un mirador de las casas del escribano público Diego Benitez Delgado. Dicho jardín alcanzaba el convento de Nuestra señora de Candelaria y tenía esquina que daba al mencionado colegio de los jesuitas, donde en una casa dobló una reja de hierro.
Por el orden, las casas de Francisco Centurion de los Cameros, canónigo de la Santa Iglesia de la ciudad, debe estar en una esquina cercana, que aguantó, a pesar de destruir las vigas. En la esquina con Candelaria, se llevó el balcón de madera con celosía, los techos de la cocina y las cubiertas de los pasillos de la casa de la viuda del contador Juan de Aguinaco. Por esta zona debía estar la casa del notario mayor Francisco Maldonado.
En el convento de monjas de Nuestra señora de Candelaria, cayeron los pilares gruesos del campanario, que estaban abrigados con el mirador y los cerraba con un arco, cayendo escombros en una de las bóvedas. La campana, que estuvo desaparecida dos días, atravesó una azotea, arrasando siete vigas de una casa nueva. Sobre dicho campanario llegó un picador de carne proveniente de la planta baja de la pastelería del canario.
En la plazuela de Candelaria, abrió las ventanas del dormitorio de Carlos Prefenti y arrancó las cubiertas de pizarra sobre la madera. En las nuevas casas contiguas, provocó un estruendo al dañar cobertizos y hundir tabiques. También destruyó los cobertizos de Christoval Muñiz arrancándole las vigas enteras y arrancó las tablas clavadas en las de Geronimo Garivo.
En la calle Nevería (c/ Marqués de Valde-Iñigo), rompió las barandas de corredores, destechó miradores, descolgó las pesadas puertas y rompió ventanas. Sobre esta calle calló una pared de mampostería de unos 80 centímetros de ancho. En frente, donde vivía el sangrador Pedro Rodriguez, en las casas que fueron de Francisco Badillo y Vendrel, archidiácono de la santa iglesia, arrancó una pared mientras dormía. En la plazuela de las Nieves (Plaza Mendizabal), abrió seis ventanas y limpió el lienzo de calle hacia la Casa de las Cadenas. En la otra esquina, con este punto de referencia, donde vivía el sargento mayor Joseph de Villalta, tiró paredes a la calle Juan de las Andas (c/ Cristobal Colón). Las casas de Pedro Tomas de Baeza y Soto, regidor y procurador mayor de la ciudad, frente a las anteriores, requirió ser reconstruida. En la calle Flamencos, en la casa de Caprino, se llevó tejados y cuartos principales a la calle.
De ahí pasó a la calle de los Guanteros (fragmento de c/ San Francisco desde la intersección con c/ Sánchez Barcaíztegui a c/ Nueva) y parte de la calle que va a la iglesia de San Agustín donde, aparte de los destrozos reiterados, también demolió gallineros y chimeneas.
Zonas cercanas a la bahía
En la torre de las casa del capitán Juan de Ochoa Zuazo, otro regidor, se llevó la veleta de hierro. Frente al Barranco del Carbón (c/ Doctor Zurita), la hilera de Ambrosio de Sierra y Bartolomé Geronimo de Orta, regidor, solo dejó habitable los bajos. En las casas de Andres Coninque, arrancó un balcón de madera y levantó los techos. En estas, el lencero Miguel de Torres se levantó con la tormenta y llamó a gritos a un esclavo suyo que no respondía. Al salir de su aposento a buscarle, vio una gran luz en la casa de enfrente donde se cayeron tres tabiques, dejando al techo pendiente de una pared de la calle y dejando los escombros sobre su cama.
En el Baluarte de la Santa Cruz (Desaparecido, situado en el parking de
Canalejas), a una casa con tablas de hormigón y techo de arrimo donde vivía un
cabo de artillería del presidio con su mujer e hijos se le cayó la fachada. Se
desplazó de aquí a la calle Nueva (ídem), donde destruyó parte de las casas de
Fonseca.
En la Puerta del Mar (Arco del Pópulo), rompió la cruz de mármol en cinco pedazos al lanzarla a 30 pasos de distancia. Sobre esta se sitúa la Capilla de Nuestra Señora del Pópulo, de donde arrancó el remate principal de la linterna colocada sobre la cúpula con un arpón de hierro.
Para terminar, se fue a la bahía, donde dañó y anegó saetías, gabarras, tartanas, vergantines, naos y navíos de guerra, tanto de genoveses, ingleses, holandeses como franceses. Ninguno quedó derecho. El pecio Delta I reflotado en el 2024 pudo ser uno de sus hundimientos.
Observaciones
En las crónicas contemporáneas no hablan de tornado, sino de huracán, describiendo una manga que bajó del cielo. Ciprián Guillermo habla de dos "brazos" en los que se dividió y azotó Capuchinos, siendo el primero descrito el que sigue por Puerto Chico y Empedrador y el segundo el que destrozó una casa sin ocasionar daños personales. Se ha razonado que habría sido un tornado de intensidad F3 en la escala Fujita-Pearson (250-320 km/h) que habría alcanzado puntualmente una intensidad F4 (320-420 km/h).
Un detalle común fue su brevedad. Juan de Sena y Lara indica que duró el tiempo de rezar un Credo, mientras una carta anónima lo mide en un cuarto de hora. En ese instante, por un lado estaba el ruido del viento, los derrumbes de muros sólidos y robustos, de hierros doblándose como si fueran papel, cristales rompiéndose, material proyectado a gran velocidad y, por el otro, los rezos, los llantos, la gente confesando sus pecados y suplicando misericordia. Este segundo fue el que rompía el silencio cuando los primeros se esfumaron.
Por esta razón, intentaban razonar lo ocurrido desde el punto de vista
cristiano. ¿Había sido castigada Cádiz como Sodoma y Gomorra? ¿Fue culpa de
una oveja perdida endurecida por el pecado? ¿Pudieron salvarse los buenos
cristianos? En cada desgracia, se busca la esperanza en aquellos que
sobrevivieron entre los escombros. Por eso la niña o la embarazada que
lograron vivir se repiten, mientras el arriero que perdió su hogar y medio de
vida no.
En las cartas anónimas se recalca que no tocó el barrio de Santa María, ni de San Antonio ni de San Francisco. En cuanto el número de víctimas, las fuentes sitúan entre 600 a 1500 muertos, pues muchos acabaron en el mar. En algún caso hay detalles irreconciliables, como que continuara cerca de Sevilla y llegara próximo a Cordoba.
El tornado pudo ser consecuencia de una línea de turbonada, que se forma en el
interior o adelantando a un frente frío. Sus consecuencias pudieron explicar
las características torres-miradores que aún se conservan en la capital, más
robustas y cerradas que en el resto de Andalucía, donde mantuvieron la
arquitectura andalusí. Estas torres-miradores, que se mencionan en algunas
casas de capitanes, servían para vigilar el paso de embarcaciones que entraban
y salía de la bahía.
Notas
- El mar del Vendaval se sitúa en el océano Atlántico. Posteriormente se construiría una muralla homónima, que se encuentra en el actual Campo del Sur. Los edificios como la Catedral Vieja estaban a pocos metros de barrancos, con piedra ostionera en las aguas, pero en la Caleta por donde entró era una playa con baluartes.
- Sufrió la desamortización de Mendizábal en 1936. Se convirtió primero en Asilo a la mendicidad (1842) y luego en manicomio (1852-1986), que cerró en virtud de la ley 14/1986. En una parte de los terrenos, se sitúa hoy el IES La Caleta.
- El Convento de Descalzos de San Diego se encontraba donde se sitúa el edificio de correos, con el huerto donde se encuentra el Mercado Central.
Fuentes
- Ollero, J. M. S. L. (2005). El tornado de Cádiz de 1671. Revista Tiempo y Clima, 5(9).
-
Gayà, M. (2011). Tornadoes and severe storms in Spain. Atmospheric Research, 100(4), 334-343.
- Sena y Lara, J. D. Relacion verdadera de los daños que en la ciudad de Cadiz y su bahia causò el huracan y contrastes de viento, que sobreuino el domingo de Laçaro 15 de março año de 1671/[Juan de Sena y Lara].
- Anónimo. Copia de carta remitida de la ciudad de Cadiz a esta de Sevilla, en que dà cuenta de lo sucedido en dicha Ciudada de Cadiz, con el Huracàn que le sobrevino en 15 de março deste presente año de 1671. Biblioteca de la Universidad de Sevilla.
- Anónimo. Relacion verdadera y copia de carta, escrita de la Ciudad de Cadiz à esta Corte, donde declara el lamentable sucesso de dicha Ciudad de Cadiz con el Huracàn, que le sobrevino en quinze de Março deste presente año de mil y seiscientos y setenta y uno. Biblioteca digital del Museo Nacional del Prado.
- Guillermo, C. Segundo aviso y copia de carta, remitida de Cadiz a esta ciudad de Sevilla, donde da cuenta muy por extenso, del lamentable estrago que en dicha ciudad, causó el Huracán. Sevilla, 1671. Biblioteca universitaria de la Universidad de Oviedo.
- Anónimo. Segvnda Relacion verdadera en que se dà quenta de muchas particularidades sucedidas con el Huracàn, que le sobrevino a la Ciudad de Cadiz; y como se metiò socorro en la Marmora, sitiada actualmente por el Rey Tafilet, y los nombres de los Nauios, y embarcaciones, que se perdieron, y los muertos que se han enterrado hasta el dia veinte y nueve de Março de mil y seiscientos y setenta y uno. Biblioteca de la Universidad de Valladolid.