Mino, las amazonas de Dahomey

Tradicionalmente los ejércitos han sido exclusivamente masculinos. Incluso a este se le asocian cualidades comunes con la masculinidad, con lo que supone ser hombre. Hasta principios del siglo XX, la participación femenina era anecdótica. Desde la Primera Guerra Mundial, sus roles en el ejército han aumentado, aunque con muchas desigualdades globales, como no ser reclutadas bajo las mismas condiciones que los hombres o no poder ocupar la primera línea de combate.

Antes del siglo XX ya había participación femenina en las guerras, ya sea con mujeres que lideraban ejércitos, grupos mixtos o la participación puntual de mujeres en algunas batallas. Sin embargo, lo que fue totalmente infrecuente es la participación de un grupo exclusivamente femenino en causas bélicas.


Según la leyenda, el ejército de mujeres Mino ("nuestras madres") comenzó cuando el rey Houegbadja (1645-1685) convirtió en soldados a las cazadoras de elefantes gbeto. El médico Pierre Clément Répin dijo que en la década de 1850, un grupo de 20 gbeto atacó a 40 elefantes, matando a tres, aunque sufriendo bajas. Según una tradición, el rey Gezo (1818-1858) alabó su valor, a lo que le respondieron: "una buena cacería de hombres les vendría aún mejor", razón por la que el rey las admitió en su ejército.

Probablemente el grupo se formara algo después del 1625, cuando Dako, líder de la tribu fon, fundó el reino. Según Stanley B. Alpern, es probable que el grupo surgiera como guardia de palacio en la década de 1720, ya que los hombres no tenían permitido el acceso por la noche. Añade además que sus miembros serían esposas de tercera clase del rey, que no eran lo suficientemente bellas para yacer con él y que no habían concebido niños. Por lo tanto, al estar casadas con el rey y no tener relaciones con él, en la práctica eran célibes.

Lo escrito por Alpern se ve apoyado en la descripción del esclavista Jean-Pierre Thibault de un grupo de esposas de tercera clase con largas lanzas patrullando el puerto de Ouidah en 1725. En 1729 volverían a aparecer en el mismo lugar para retomar el control del puerto tomado en un ataque sorpresa de los yoruba.

La razón por la que el reino de Dahomey empleaba a mujeres no se basaba en la igualdad de sexos en los fon, dado que las mujeres se consideraban hombres en cuanto destripaban a su primer enemigo, sino que se teoriza que surgió de la necesidad de reclutarlas al estar rodeados por los yoruba, diez veces más numerosos. Como escribió el comodoro Arthur Eardley Wilmot, en 1862 las mujeres superaban en número a los hombres, probablemente por las pérdidas militares a manos de los yoruba en 1844 y el tráfico de esclavos. Posiblemente, la época de mayor contacto con los europeos coincidiría con estas catástrofes, que llevó al rey Gezo a aumentar el grupo de 600 a 6000. Aunque el reclutamiento requería escalar arbustos espinosos y sacrificarse en la batalla, las mujeres ya estaban acostumbradas a trabajos penosos. Según cuenta Sir Richard Burton, quien visitó el reino en la década de 1860, como soldados, cada una tenía tabaco, alcohol y 50 esclavos.

Cuando salían de palacio, una esclava las precedía con una campaña, exhortando a los hombres a alejarse del camino y no mirar atrás. Sus entrenamientos consistían en escalada de setos espinosos para acostumbrarse al dolor, luchas y supervivencia de 9 días en el bosque con los suministros mínimos. Anualmente, los reclutas de ambos sexos debían subir a una plataforma a casi 5 metros de altura, recoger una cesta con prisioneros atados y amordazados y lanzarlos al parapeto de la multitud aullante. Jean Bayol cuenta que en 1889 en Abomey vio como una adolescente que aún no había matado a nadie subió alegremente, decapitó a un prisionero con tres golpes de su espada y se bebió la sangre que limpió de esta. Aunque algunos relatos desdeñaban su manejo de los rifles de chispa, disparando desde la cadera, coincidían en su habilidad con la espada.


Este ejército atacaba exitosamente y por sorpresa los pueblos enemigos antes del alba, pero el principal objetivo del rey Gezo era vengarse de los egba, un subgrupo de los yoruba. Sin embargo, los ataques a la capital Abeokuta en 1851 y 1854 fueron un fracaso. En la década de 1870, el ejército femenino menguó a 1500 miembros y seguiría existiendo durante 20 años más, hasta la primera guerra franco-dahomeyana, tras la cual sería disuelto. Sus miembros continuaron su vida como civiles, pero se cuenta que no todas consiguieron adaptarse y solían iniciar peleas. Las últimas integrantes de este grupo murieron en la década de 1940, aunque un historiador beninés afirmó en 1978 haber encontrado en el pueblo de Kinta a una mujer llamada Nawi que afirmaba haber luchado contra los franceses en 1892. Mawi moriría en diciembre de 1979 con más de 100 años.

Relato europeo

Esta historia de un ejército exclusivamente femenino fue publicitada en Europa a principios del siglo XX, donde recibieron el apelativo de "Amazonas". Como si fueran trofeos, las llevaron a Europa para exhibirlas, obligándolas a luchar y bailar en circos, museos y zoológicos de humanos. Desprovistas de su independencia, eran incapaces de volver y debían comer solo cuando se les proveía. Pero lo más sorprendente es que no eran prisioneras de guerra, es decir, no eran soldados, pues quienes llegaban a Europa ni siquiera eran Dahomey, sino de pueblos cercanos. Eran seleccionadas y vestidas para dar una imagen de exotismo. Se las fotografiaba para las postales, donde lucían con el pecho descubierto, muy distinto al atuendo que usaban realmente.

Según un testigo, ellas vestían un vestido sin mangas, amarillo por delante y azul por detrás, con un gorro negro de policía. La mayoría eran maduras, pero habia tanto jóvenes como mujeres con canas. Alexandre L. d'Albéca (1858-1896) decía que siempre llevaban un gorro de algodón con un lagarto o un caimán azul.

Según un testigo de las verdaderas guerreras, Dahomey no tenía un ejército exclusivamente femenino, pues la corte del rey tenía a 500 guardaespaldas masculinos, aparte de las 900 mujeres.  D'Albéca decía añadía que había de tres a cinco veces más hombres en el ejército que mujeres.

Vendedores de esclavos

Por otra parte, los Dahomey asaltaban otros pueblos y entraban en guerra obteniendo prisioneros que no solo usaban como sirvientes y comerciantes, sino que también los vendían como esclavos a los portugueses y británicos. Según Richard Francis Burton (1821-1890), esta práctica hizo que partes del país fueran un desierto.

Fuentes: Smithsonian mag, Afrologia
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