Ricitos de Oro no fue la primera visita sorpresa de los tres osos


En el cuento de Ricitos de Oro y los tres ositos, la protagonista es una niña que aprovecha la ausencia de una familia de osos para introducirse en su casa, comiéndose su comida y durmiendo en sus camas. Como en Caperucita Roja, algunos detalles varían, pero este es en esencia el argumento del cuento. Pero, ¿y si te dijera que Ricitos de Oro tampoco era su protagonista? La realidad es que, ni sus cabellos fueron siempre dorados, ni se trató en todo momento de una niña.

Popularización

La versión que conocemos de Ricitos de Oro y los tres ositos se la debemos a Joseph Jacobs, también conocido por los Tres cerditos, Jack y las judías mágicas y Jack Matagigantes. El propio Jacobs reconoció durante un tiempo a Robert Southey como el creador de la historia, que publicó The Doctor en 1834. En el relato de Southey, la intrusa es una anciana vagabunda malvada que entra en la casa de los tres osos después de mirar por la ventana y el cerrojo para asegurarse que estaba vacía. Entonces prueba las papillas, las sillas y las camas, siempre quedándose con la del oso pequeño. Cuando es descubierta por los osos, se despierta con la aguda voz del oso pequeño y huye por la ventana, pero es arrestada por un alguacil y llevada al correccional.

Relato original


Durante décadas, esta se consideró la fuente del cuento de Ricitos de Oro, pero en 1949 se descubrió la versión de Eleanor Mure. Su cuento estaba en un libro creado a mano, con letra y dibujos propios, que Mure creó para regalarselo a su sobrino Horace Brooke el 26 de septiembre de 1831. En su versión, basada en relatos populares, los animales hablaban y decidieron vivir entre los hombres. Los tres osos, aparententemente del mismo tamaño, decidieron hacerse una casa, pero no fueron cordiales con su anciana vecina. En represalia, la anciana decidió explorar la casa cuando estaba vacía. Allí probó sus cuencos de leche, se sentó en sus sillas del salón y sus camas. En este caso, se bebió el tercer cuenco entero y desfondó la tercera silla y cama. Cuando vio por la ventana que los osos estaban regresando, se ocultó temerosa en el armario. Cansados y hambrientos, los osos no encontraron consuelo al llegar a casa. La encontraron tras buscar en todos los rincones de la casa y decidieron hacer justicia. Aunque la arrojaron al fuego, no podían quemarla. Tampoco ahogarla al meterna en el agua. Así que la lanzaron sobre el campanario del patio de la iglesia de San Pablo, desde donde aún se la puede ver clavada.


Pero la duda sobre la creación original de la historia ya estaba presente en la época de Jacobs. Cuando Joseph Jacobs publicó More English Fairy Tales (1893), incluyó la historia de Zarpa del zorro. Jacobs obtuvo esta historia de una mujer a quien su madre se la había contado hace más de 40 años. En este cuento, los tres osos de distinto tamaño vivían en un castillo en el bosque, mientras el zorro vivía solo. Aunque tenía miedo de los osos, al zorro Zarpa le interesaba saber sobre ellos. Al pasar cerca del castillo y comprobar que no había nadie cerca, se percató que la puerta no estaba cerrada. Allí se sentó en las tres sillas, bebió la leche de los tres platos y subió arriba y probó las tres camas, quedándose dormido en la más pequeña. Los osos regresaron y descubrieron que la silla más pequeña estaba rota y el plato con la leche más dulce, vacío. Al descubrirlo en la cama más pequeña, pensaron si debían ahorcarlo, ahogarlo o lanzarlo por la ventana. Decididos, lo agarraron por las patas y lo balancearon hasta arrojarlo por la ventana. A pesar de susto, Zarpa descubrió que no se había roto ningún hueso. Por eso, huyó y no volvió jamás al castillo.

Procedencia medieval


Ambas versiones partían de relatos orales populares. Dado que implicaban tan solo a animales, como en las fábulas, Jacobs razonó que el cuento de Zarpa debía ser más antiguo. Él mismo publicó la que podría ser la base medieval de Zarpa en The Most Delectable History of Reynard the Fox (1895). Renard el zorro era un personaje que apareció por primera vez en Ysengrimus (c. 1148), donde el lobo Ysengrimus es engañado continuamente por el embaucador zorro Reinardus. Formaba parte una tradición de fábulas morales o burlescas que implicaban a animales. Renard solía aprovecharse de Ysengrim, quien le acusó de destruir su casa, de comerse su comida, orinar en sus hijos y violar a su esposa, aunque al parecer, la relación fue consentida. Estas artimañas también se las realizaba al oso Bruin, con quien planeaba grandes robo de miel, pero a quien abandonaba a merced de una multitud furiosa. A diferencia de fábulas anteriores, se trataba de relatos con animales con nombre propio pero que se comportaban como animales, a pesar de ocupar posiciones en torno a una corte medieval. Su popularidad se mantuvo durante siglos y provocó que los zorros en francés pasaran de llamarse goupil a renard.

Aquellas fechorías cometidas al lobo Ysengrim acabaron trasladadas al castillo del oso. Renard fue transformándose. Por ejemplo, en Reineke Fuchs (1794) de Goethe, basado en las historias de Renard, se menciona a Kratzfuss (Scratchfoot), que posiblemente derivaría en Zarpa (Scrapefoot). De esta manera, el zorro Renard y el oso Bruin acabarían como el zorro Zarpa y el oso más grande. El zorro sería sustituido por una anciana a principios del siglo XIX y, tras el éxito del cuento de Southey, comenzarían versiones con una niña como protagonista, que al principio sería Cabellos Plateados. Del mismo modo, se cambiaría la miel por leche, pues era un alimento no procesado propio de animales, para pasar a la papilla, propia de la alimentación austera del siglo XIX, que la condimentaba con sal en vez de azúcar. Desde entonces, los osos representaron a una familia educada, en contraste con la protagonista que no respeta la propiedad ajena.

Fuente

  • Williamson, R. (2019). The European Sources of the Fairy Tale: A Case Study of ATU 171,“The Three Bears”. In The Fairy Tale World (pp. 391-401). Routledge.

 

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