El Anciano del Lago del Cráter

No sería difícil argumentar por qué el lago del Cráter (42°56′N 122°06′O), en el centro de Oregon, es el lago de agua dulce más bello del mundo. El lago, que es prácticamente circular, es sin duda sorprendente. Se asienta sobre la cumbre de un volcán inactivo a 1.882,4 metros, llenando su cráter. Tiene un diámetro de casi 10 kilómetros, una profundidad de 1.220 metros y está rodeado por los bordes del cráter que alcanzan los 300 metros. No tiene ríos ni afluentes que alimenten el lago; este se llena completamente gracias al agua de lluvia y a la fusión de la nieve, y aunque brilla con color Índigo con el Sol estival del noroeste, sus aguas son tan cristalinas que se ha encontrado vida vegetal realizando la fotosíntesis a 100 metros de profundidad.

Sin embargo, lo que hace único al lago del Cráter, es su inquilino más famoso: no es un pez, ni un pájaro, sino un tronco flotante conocido familiarmente durante décadas como el Anciano del Lago. Y lo que hace a este falso abeto tan destacable es que ha flotado en vertical desde que el lago fue descubierto. El Anciano ha permanecido allí durante cientos de años, desde la referencia más antigua allá por 1896 - y mientras que el tronco, de dos pies de ancho se ha blanqueado por la exposición al Sol y ha perdido partes de su estructura,  no ha afectado a su estabilidad. Como un iceberg, el Anciano oculta gran parte de su tamaño bajo la superficie; los que se acercan pueden ver 9 metros de tronco sin corteza descendiendo a las profundidades del lago.


El por qué el Anciano flota tan tranquilamente, sin hincharse con el agua, pudrirse o estar deshecho en trozos al chocarse contra la costa, sigue siendo un misterio. La teoría más aceptada indica que cuando el árbol cayó allí - transportado por algún corrimiento de tierra - lo hizo con la suficiente cantidad de rocas, atrapando al árbol por las raíces, manteniéndolo en pie y a flote. Con el tiempo, las raíces se descompusieron y las rocas cayeron a las profundidades, pero para entonces el árbol estaba empapado y el peso del agua lo mantuvo en vertical. Mientras, el Sol secó los primeros 5 pies, dándole al Anciano la flotabilidad suficiente para permanecer a flote indefinidamente; y el frío del lago lo preserva.

La primera persona en registrar la existencia del árbol fue J.S. (Silas) Diller, del Servicio Geológico de los Estados Unidos, quien fue al lago del Cráter en 1883 y volvió 13 años después. De acuerdo con el informe que Diller publicó en 1902, notó, durante su visita en 1896, la existencia de un "gran tronco" en las cercanías de la isla del Mago. Al principio Diller no pensó que el Anciano estaba flotando;  el árbol se había cubierto por 11 metros de agua, y, mirando a través de las claras aguas, parece que estuvo anclado al suelo y que podría constituir una prueba de que la superficie del lago del Cráter ha ido ascendiendo con el tiempo. Después, Diller estableció que el árbol se movía, atándole un alambre a la parte que sobresalía y tirando de él a corta distancia. Volviendo cuatro años después, notó que el tronco aún estaba allí, pero a 400 metros de donde lo vio en 1896. Esta vez hizo una foto - la imagen más antigua de la que se tiene constancia del Anciano.

La amplia experiencia de Diller del lago del Cráter hace posible arriesgarse afirmando que el Anciano del Lago probablemente empezó a flotar en algún momento entre su primera visita en 1883 y su encuentro en 1896. Una de las funciones del geólogo era establecer la profundidad del cráter, lo que hizo en 1886 al tomar no menos de 1170 sondeos independientes - cubriendo cada rincón del lago sin encontrar (o al menos mencionar o recordar) ningún árbol flotante.

En ese momento, los bordes del lago del Cráter estaban bordeados con árboles, y Diller cortó bastantes, deslizándolos por los acantilados para hacerse una balsa. Sin embargo, su observación fue esta:

"debido a la fuerte pendiente, frecuentemente los árboles caen al agua en posición erguida, y como la parte inferior se llena de agua, flota sobre el lago con solo unos pies sobresaliendo del agua y por lo tanto proporciona un espectáculo que excita la imaginación."
Esto podría sugerir que el Anciano tuvo compañeros, aunque no han salido a la luz otros casos de troncos flotando verticalmente en lagos durante periodos de tiempo prolongados; el Anciano parece ser el único, y la experiencia de Diller podría estar basada en la observación de nada más uno o más encuentros con el solitario habitante del lago del Cráter. Por esta razón (y porque la descripción del tronco de Diller que descubrió en 1896 describe al Anciano bastante bien), se acepta generalmente que el tronco que apareció en el lago del Cráter en 1896 es el mismo que el que sigue flotando allí en la actualidad.

En los años 20, a pesar de su lejanía, el lago se había convertido en una pequeña atracción turística, y el número de turistas se vio impulsado por las actividades al aire libre como ir de acampada, cazar o pescar. Uno de los primeros visitantes fue Zane Grey, el renombrado escritor de westerns, quien pescó allí justo después del fin de la Gran Guerra;  Grey se sorprendió del escenario, escribiendo "Esperaba algo extraordinario, pero no estaba preparado para una escena tan maravillosa y bella...En ningún lugar había visto tal tono de azul...¡Qué exquisito, extraño, irreal! Sin embargo, no fue hasta 1928 cuando el Anciano del Lago apareció de nuevo en los registros. Ese año, Fred Kiser, un fotógrafo del Servicio de Parques Nacionales, dio al tronco su nombre familiar, y aproximadamente por la misma época (algunas fuentes dicen en 1933), el barquero Paul Herron, quien se ganaba la vida haciendo excursiones turísticas en el Lago del Cráter durante décadas, finalmente estableció que varios informes de un árbol flotando en diferentes partes del lago se referían al mismo tronco.

Indudablemente la investigación más interesante sobre el Anciano se hizo una década después. No se había registrado nada hasta la fecha que confirmara que el árbol realmente se movía; de hecho, la experiencia de Diller sugería que apenas cambió de posición. Sin embargo, en 1938, los naturalistas Wayne Kartchner y John Doerr se tomaron la molestia de seguir los movimientos del Anciano durante un periodo de 3 meses, registrando su posición una o dos veces al día cuando fuera posible. El tiempo desafiante del lago (que a menudo se envolvía en niebla o era azotado por fuertes vientos) limitó el número total de observaciones a 84, pero eran las suficientes para probar que - movido por el viento - el árbol se desplazó por todo el lago, y que podía moverse a velocidades increíbles.

Durante julio y agosto, los dos naturalistas mostraron que el Anciano se movía casi exclusivamente por la parte norte del lago. Concluyeron que este patrón era un producto de los vientos predominantes del sur, que eran desviados localmente por las paredes del cráter creando numerosas corrientes y remolinos, lo que explica el movimiento zigzagueante del tronco flotante.

Durante septiembre, el viento cambia, y durante un mes, el Anciano viaja más ampliamente hasta el Barco Fantasma y acercándose los últimos días del mes al oeste de Eagle Point. En total, el tronco viaja un total de 100 kilómetros, una media de 800 metros por día. Incluso esas cifras son un poco engañosas; el 6 de agosto de 1938, por ejemplo - un día en el que se podían hacer observaciones matinales y nocturnas - el el Anciano cubrió más de 6 kilómetros.

Tanto la longevidad como la movilidad del Anciano son sorprendentes, aunque no menos que el lago al que llama hogar. Por eso no es tan sorprendente aprender que la tribu Klamath local - quienes han vivido en las cercanías tanto tiempo que no tienen ningún mito de migración - consideran al lago del Cráter como sagrado, y los ritos de iniciación de la tribu incluían (y aún lo hacen) varios retos mortales realizados en los bordes del cráter. También, entre las leyendas Klamath, hay una que explica la formación del lago como la lucha entre el dios del inframundo, Llao, y su rival, el dios del cielo Skell. Se ha sugerido (aunque no de manera convincente) que podría ser una tenue memoria popular de la erupción del volcán, el monte Mazama, sobre el 5680 aC.

Sin duda, la erupción habría sido memorable. Los geólogos estiman que Mazama medía 3,657 metros de altura en ese momento, lo que significa que un kilómetro y medio de montaña salió volando por los aires en una sola explosión. Hay evidencias de flujo piroclástico a 365 metros de profundidad alrededor de la base de la montaña, extendiéndose a 64 kilómetros en el valle cercano, y en gruesos depósitos de cenizas y piedra pómez que cubrió todo el noroeste. Unos 200 años después, el Mazama se derrumbó sobre sí mismo, formando una caldera con el Lago del Cráter que ahora lo llena.

No es de extrañar que un paisaje tan impresionante y primaveral pueda dar a luz a numerosos mitos. El venerable tronco ha sido un accesorio del Lago del Cráter durante tanto tiempo que parece haber asumido el papel de guardián de las aguas. Se dice que cuando los científicos comenzaron a explorar el lago con submarino en 1988, se decidió que el tronco flotante representaba una peligrosa amenaza. Entonces se ancló al árbol al este de la isla del Mago durante la expedición y que la restricción de la libertad del Anciano tuvo consecuencias inmediatas. Se dice que justo al hacerlo, descendió una tormenta sobre el lago. El tiempo no cambió hasta que no se liberó al Anciano para que pudiera flotar libre por el lago.

Fuente:allkindsofhistory
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1 Comments
  • Luciano
    Luciano 22 de mayo de 2011, 4:41

    Excelente artículo, me gustó mucho.

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