¿Por qué probablemente el Protoceratops no sea el origen de la leyenda del grifo?

El Protoceratops, una criatura que, a aquellos no familiarizados con el mundo prehistórico, les parecerá un Triceratops en miniatura sin cuernos. Este pequeño dinosaurio, como su primo más grande, era un cuadrúpedo con una gola en el cuello y pico. Al igual que se dice que los huesos de grandes dinosaurios fueron el origen de las leyendas de los dragones orientales, se suele contar que el protoceratops es la base del mito del grifo.

El grifo y sus variantes híbridas con otros animales, con o sin alas o púas son más famosos que el Protoceratops (lógico puesto que su fama le lleva siglos de ventaja). Estos han aparecido en obras literarias como Orlando Furioso, en la heráldica e incluso en elementos arquitectónicos. Varios autores, como Lucio Flavio Filóstrato, Yalal ad-Din Muhammad Rumi, Dante Alighieri, John Milton o Pomponio Mela lo describían como custodios de los depósitos de oro que adoran en las colinas áridas y formaciones de piedra arenisca roja de las tierras yermas.
Partiendo de este detalle, Adrienne Mayor y Michael Heaney propusieron en 1993, en el artículo Griffins and Arimaspeans, su hipótesis del grifo-protoceratops. Decían que dado que los griegos comenzaron a describir al grifo en el 675 a.C., cuando entraron en contacto con los escitas, que extraían oro de las minas de las montañas Altai y Tien Shan, y además se han hallado fósiles de Protoceratops en Mongolia y China, era posible que el dinosaurio hubiera servido de modelo para alimentar el mito. La hipótesis fue desarrollada por Mayor en las dos ediciones de su libro First Fossil Hunters: Paleontology in Greek and Roman Times (2001, 2011). Aunque no fueron los primeros en presentar esta relación, sí fueron los primeros en mostrar un argumento y pruebas históricas que la apoyasen.

El problema es que esa descripción de unos exploradores griegos del siglo VII a.C. que hablaba de animales cuadrúpedos que vivían en el desierto y guardaban el oro en el noreste de Grecia, no fue escrita por primera vez hasta dos siglos más tarde. Se dice que las leyendas del grifo provienen de los nómadas escitas, que podrían haber encontrado fósiles de Protoceratops mientras extraían oro. La interpretación griega dio lugar a la feroz criatura alada.

La hipótesis además tenía en cuenta la anatomía de ambos, como el pico y las cuatro patas. Se argumentó que las alas era la gola o las escápulas mientras que las garras del grifo se correspondían a las del Protoceratops. Con el contacto entre griegos y escitas, aumentó el interés en estas criaturas, convirtiéndose en componentes familiares de la cultura griega. Durante siglos los eruditos y artistas griegos siguieron añadiendo detalles al saber popular del grifo, siempre haciendo referencia a los mismos paisajes desérticos y a la protección del oro. Sus descripciones perdurarían hasta la actualidad.
Dibujo de la imagen del grifo del 4º milenio a.C. encontrado en Susa
No obstante, el detalle a tener en cuenta es que esta hipótesis asume que el mito del grifo surgió en el siglo VII a.C. con los griegos. Pero en Susa, en la actual Irán, se encuentra una de las representaciones más antiguas del grifo que data del 4º milenio antes de nuestra era. En la misma época en Egipto y en los milenios siguientes en Oriente Medio se pueden seguir observando formas similares a los grifos. Dada la poca o nula información escrita que hay sobre ellos, hay debate acerca de su importancia. Sin embargo, las pruebas son suficientes para sugerir que eran importantes en estas culturas, animando a algunos académicos a interpretar las imágenes de los grifos basándose en prácticas religiosas y culturales de esa época.

La hipótesis del grifo-protoceratops depende de las pruebas griegas y de Asia central. Tanto Mayor y Heaney en su artículo como la primera en su libro dicen no tener manera de conocer qué tipo de folclore, de haberlo, se relacionaba con estas criaturas. Si los grifos son anteriores al contacto entre los griegos y los escitas, entonces la prueba que los relacione con los dinosaurios no puede ser la misma. En Grecia, se cree que los grifos se volvieron populares durante el periodo orientalizante, que ocurrió en torno al siglo VII a.C., cuando el arte, tecnología y literatura griegas se vieron fuertemente influenciadas por las civilizaciones de Oriente Medio. Es decir, que la adquisición del mito coincide casualmente con el repentino interés de los griegos en aquellos que conocían al grifo desde hace milenios. Hace falta una explicación convincente para entender por qué esta interpretación es inferior a otra más compleja que implica una cronología inconexa, pueblos distantes y fósiles encontrados a más de 5000 kilómetros al Este.

La hipótesis del grifo-protoceratops también presenta una interpretación simplificada de la iconografía del grifo. En el mundo antiguo hay muchas variantes del grifo, con diferencias en la anatomía, la posición y el comportamiento. Se cree que el Protoceratops inspiró al grifo que combina rasgos de águila y león, pero este no sino una más de las quimeras identificadas por los investigadores. La identificación de los grifos varía según los investigadores, aunque generalmente se incluyen a las esfinges sin alas, los leones bípedos alados con cabezas humanas, los humanos alados con cabezas de ave, leones alados, grifos-leones de cuello largo (A veces llamados "dragones-leones"), y leones con cabezas, alas y miembros anteriores de aves. Estos pueden tener más variaciones, como poseer o no alas, colas, orejas, crestas o cuernos en el hocico, melena de pelo o plumas, y dientes, así como diferencias en la longitud del cuello, amplitud de la boca y tamaño de las garras. El animal usado para la quimera también puede variar. Por ejemplo, hay grifos-aves con cabezas de águila, pavo real o halcón, usándose distintos tipos de cuerpos y miembros de grandes felinos. La cola puede ser de ave o de felino.

Tanto Mayor y Heaney (1993) como Mayor (2011) usan los distintos tipos de grifo de diferentes culturas en su argumento de la hipótesis del grifo-protoceratops, incluyendo formas sin alas, dragones/grifos-leones, el grifo clásico, así como las variantes con dientes y cuello largo. Argumentan que beben de una fuente común de elementos reminiscentes del Protoceratops en el tamaño y forma, a pesar de sus diferencias anatómicas. Se explica que los rasgos que difieren de la anatomía genuina del Protoceratops se deben a la interpretación variable de fósiles rotos. Por ejemplo, los cuernos y orejas de algunos grifos pueden ser malas interpretaciones de los cráneos y golas rotas, pudiendo ser estas golas o escápulas mal identificadas el origen de las alas. Los embellecimientos que suelen recibir las historias desde tierras distantes podrían explicar el resto de variaciones.

Sin embargo, este tratamiento homogéneo de la imagen del grifo es problemática porque selecciona los detalles que se adecuan a la hipótesis, desechando los problemáticos. El hecho es que la mayoría de representaciones de grifos solo se parece a los Protoceratops en que son cuadrúpedos con pico. Además, los grifos siguen estando diferenciados en el arte incluso después de que las culturas griegas y escitas entraran en contacto y, en teoría, las leyendas de los fósiles influenciaran las representaciones de los grifos. Esta homogeneización del grifo también contradice las interpretaciones modernas del arte de los grifos. Muchos investigadores subrayan las historias, orígenes e importancias históricas únicas de las distintas formas de grifos, hasta el punto de que algunos advierten sobre el hecho de tratar a estas quimeras de forma intercambiable por temor a ocultar su verdadero significado e historia. La mayoría de los académicos ve a los grifos como quimeras - criaturas inventadas de componentes de otros animales y humanos con propósito simbólico o literario. Como con otras quimeras, las diferencias entre los tipos de grifos posiblemente refleja el esfuerzo de transmitir información sobre estas criaturas o sobre el escenario en el que se la representaban. Por ejemplo, la presencia de alas puede incluir rapidez o divinidad; grandes orejas erectas sugiere un estado de alerta; las garras sugieren ferocidad, etc. Estos rasgos no se añadían aleatoriamente, y el desarrollo de los distintos tipos de grifos puede trazarse en el tiempo. El mensaje de la arqueología convencional parece ser que la iconografía del grifo tiene orígenes complejos y se desarrolla dentro del marco común de las antiguas culturas de creación de quimeras, y que generalizar su forma probablemente no sea la mejor manera de entenderlo.

¿Tiene razón la ciencia convencional al interpretar al grifo como una quimera de animales existentes conocidos o necesitamos una forma exótica y extinta de Protoceratops para explicar su anatomía? El grifo clásico está compuesto de cabeza y alas de águila y torso, miembros y colas de león. No hay ningún detalle anómalo que requiera de una anatomía exótica cuando incluso las representaciones más antiguas comparten detalles con los leones y aves. En los elementos de león, los cuartos traseros tienen pulgares de león y dedos acolchados con garras. Cuando las colas no son un cúmulo de plumas, son largas y finas colas curvadas hacia arriba como los leones, y sus cuellos suelen adornarse con melenas.

Estos detalles contrastan con la anatomía del Protoceratops. Aunque es cierto que hay detalles que pueden alterarse al transmitirse desde Asia central a Europa oriental, hay elementos inconfundibles no presentes en ningún grifo. En la mayoría no hay nada proyectándose hacia atrás desde la región posterior de la cabeza. Sin embargo, en todos los Protoceratops, incluso los jóvenes, tienen algún tipo de gola que se extiende posterodorsalmente. Las orejas y crestas de los grifos, explicadas como golas rotas de fósiles de Protoceratops, son estructuras que se proyectan hacia arriba, no hacia atrás. Sin embargo, las crestas de plumas en algunas aves, como los pavos reales que se usaron en el arte sobre grifos, y las orejas de algunas especies de mamíferos son alternativas más sencillas que no requieren fósiles rotos a miles de kilómetros de distancia. Se sugiere también que las alas ser malas interpretaciones de la gola del Protoceratops, pero en la mayoría de reconstrucciones las alas están claramente sobre los hombros y detrás de las melenas en algunas imágenes. Además, como se señala arriba, no todos los grifos tenían alas. El Protoceratops además tenía una evidente dentadura obvia incluso en cráneos desgastados. La mayoría de las imágenes de grifos muestra un pico sin dientes más similar al de un ave que al de un dinosaurio ceratópsido.

Tampoco tiene ni manos y pies parecidos a los de un león ni garras rapaces, sino que sus garras eran romas, y en un taxón como Protoceratops, las manos tampoco son especialmente grandes. Es difícil creer que alguien se impresionara por sus poderosos miembros. La cola, aparte de no parecerse a la de un león, es incapaz de mostrar una curvatura dorsal significante. Por lo que, más allá de ser un animal de cuatro patas con pico, no hay ninguna similitud sorprendente entre el Protoceratops y los grifos. Si tenemos en cuenta las variaciones en los grifos, las diferencias aumentan. Por esto, y porque las anatomías de animales vivos son más fieles a todos los elementos de las representaciones de grifos antiguos, parece que no hay necesidad de mencionar al Protoceratops. La visión principal del grifo siendo simples quimeras de animales vivos es la más simple y apoyada.
Dibujo de un grabado de Grecia del siglo VII a.C.

Aunque su aspecto no venga del Protoceratops, ¿podrían hacerlo su comportamiento, como su hábitat en el desierto, el cuidado parental y su protección del oro? Muchos de los conocimientos griegos del grifo provienen del poeta griego Aristea, que viajó por Asia en torno al 675 a.C. Sus aventuras y viajes se registran por primera vez en textos del 460-450 a.C. y fueron tan influyentes que siguieron siendo mencionados en nuestra era. Sin embargo, hay que señalar que eran historias semi-míticas de un hombre semi-mítico. Aristeas era una persona real, pero se le describe viendo cosas que son mezclas de fenómenos reales y fantásticos. Los académicos aún discuten las verdades en los lugares, sucesos, criaturas y pueblos que se encontró Aristeas, e incluso los autores griegos, como Herodoto, no se creían todo lo que decía haber hecho y visto Aristeas. Entre los relatos más antiguos de los viajes de Aristeas está la tragedia Prometeo encadenado, una historia que implica a dioses, titanes, górgonas y otros monstruos. Aquí, se sugiere que los grifos y otras criaturas viven en el lejano noreste de Grecia en un desolado desierto donde unos bárbaros nómadas (escitas) extraían oro. Otros documentos del siglo V a.C., también influenciados por las leyendas de Aristeas, hablan de grifos protegiendo el oro buscado por hombres y otras bestias. Las madrigueras de grifos fueron mencionadas en Historia Natural de Plinio el viejo, escrito en el 77 d.C., así como por Pausanías en el 170 d.C. Estos autores, citando de nuevo a Aristeas, describieron como los grifos estaban en constante guerra con una raza de hombres de un solo ojo, los Arimaspos. Relatos posteriores, escritos en el 200 d.C., proporcionan detalles específicos de la anatomía y comportamiento del grifo. Incluyen relatos familiares de montañas y desiertos del lejano oriente, así como nueva información: sus alas membranosas (Consideradas inútiles para volar), la extensión de su plumaje, la coloración de distintas partes del cuerpo, la feroz mirada de sus ojos, el hecho de que los hombres no podían superar a los individuos adultos pero podían capturar a sus crías, el comportamiento de anidación y la naturaleza parental, y cómo los mineros buscaban oro por la noche para evitar molestarlos.

¿Pero estas historias refuerzan la idea de que el Protoceratops era el grifo verdadero? Para empezar, el principal relato antiguo sobre los grifos es, en el mejor de los casos, un grupo de historias semi-míticas con numerosas bestias imaginarias y fenómenos sobrenaturales. ¿Por qué debemos considerar que los grifos tienen más elementos basados en la realidad que los dioses, monstruos o las extrañas razas de humanos mencionadas en estas historias? Si los grifos están basados en un fenómeno real, ¿no debería hacerse lo mismo con otras criaturas? Además, muchos de los detalles, como las plumas, el color, las alas membranosas no proporcionan detalles anatómicos que recuerden al Protoceratops. Se refieren a animales vivos, ya que las batallas con razas extraordinarias, la vulnerabilidad de las crías, entre otros detalles, encajan mejor con cuentos fantásticos que con relatos de criaturas fósiles. Mayor (2011) sugiere que algunos comportamientos de los grifos identificados en estos textos, como las habilidades parentales, apoyan el origen del grifo en el Protoceratops. Esto podría encajar bien con la conocida presencia de nidos y Protoceratops juveniles junto a individuos mayores, pero este comportamiento también se observa en muchos animales, incluyendo a mamíferos y aves que forman a esta quimera. No hay necesidad de mencionar a una especie extinta cuando miles vivas pueden proporcionar la misma inspiración. No es un rasgo suficientemente específico para implicar al Protoceratops.

Por otra parte, la protección del oro es un rasgo no presente en otro animal vivo. Mayor y Heaney (1993) y Mayor (2011) identifican la presencia de depósitos de oro aluvial en antiguas rutas comerciales que dividen los yacimientos fósiles cretácicos de Asia central. Aún así, las rutas no pasan por la región más al sur de Mongolia y adyacente a la frontera China donde se han encontrado Protoceratops. Los fósiles están a cientos de kilómetros al este de los depósitos de oro aluvial más cercanos, y aún más lejos de las zonas más productivas. Los antiguos lugares de extracción de oro están mayoritariamente al oeste o suroeste de las montañas Altai, sugiriendo que los antiguos nómadas solo encontrarían estos fósiles si se alejaban cientos de kilómetros de estas zonas productivas.

Mayor y Heaney (1993) y Mayor (2011) argumentan que las tormentas del desierto podrían haber transportado pepitas de oro a donde se encontraban los Protoceratops, y que la presencia de estas pepitas con los fósiles dio origen a su fama como protector del oro. Asumiendo que hace miles de años ocurrían los mismos fenómenos meteorológicos que en la actualidad, debería ser un suceso aún presente. Sin embargo, el paleontólogo con experiencia en el campo mongol entrevistado por Mayor y Heaney (1993) y Mayor (2011) no menciona nada del oro.

Por último, señalar que los relatos griegos de los grifos pueden no ser los únicos textos de estas criaturas desde el siglo I a.C. La literatura babilonia y neo-asiria proporciona una interpretación muy distinta, donde son guardianes divinos contra los espíritus malignos y posiblemente asociados con los ritos funerarios. No se parece a las criaturas del desierto que protegen el oro, y tampoco los relaciona con los fósiles de China y Mongolia. Esto implica que las historias griegas son solo un conjunto de leyendas sobre los grifos. Son las más familiares debido a la transición al periodo pos-clásico, pero pueden no ser la única ni incluso la interpretación original. Por lo que, incluso si el Protoceratops tiene algo que ver con el grifo, que no está nada claro, probablemente solo está implicado en un componente de su folclore.

En resumen:

  1. El grifo en las culturas de Oriente Medio aparece miles de años antes de que tengamos pruebas de ello en Asia central, sugiriendo que la anatomía del Protoceratops pudo no haber influenciado en nada a los artistas originales.
  2. Las anatomías de los grifos, en todas sus variantes, se explican mejor como quimeras de otros animales existentes. No hay necesidad de invocar a una anatomía fósil exótica.
  3. La iconografía del grifo, y quizás las leyendas escritas, son suficientemente variadas para sugerir un complejo conjunto de orígenes y leyendas para estas criaturas.
  4. Los escritos de los antiguos griegos parece no tener referencias al Protoceratops, y los aspectos de la apariencia y comportamiento que discuten indican claramente que no estaban informados de los animales fosilizados. Varios detalles de estos relatos sugieren que deben estar hablando de criaturas imaginarias.
  5. Los fósiles de Protoceratops se encuentran a miles de kilómetros de las antiguas minas escitas, socavando la sugerencia de que pueden ser la fuente de las historias de grifos guardianes del oro. No hay indicación de que estos fósiles de dinosaurios estén asociados con el oro.

Fuente: Markwitton-com
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