¿Cuál es el origen de la damisela atada a las vías del cine mudo?
Por definición, un cliché es un concepto usado hasta el hartazgo. Cuando se hace referencia a las películas antiguas, están la cáscara de plátano, la lucha de tartas y el villano que ata a su indefensa víctima a las vías del tren. Sin embargo, de este último son más populares las menciones al cliché que la propia escena original.
La mención más antigua a la escena ocurre en el melodrama de Augustin Daly, Under the gaslight (1867). Era una obra de teatro donde no hay damisela sino caballero en apuros llamado Snorkey. El villano lo ata a la vía, mientras la chica está encerrada en la estación. Esta rompe la puerta con un hacha y libera a Snorkey antes de que lo mate el tren.
La popularización de esta escena produjo imitaciones y variantes, como el de la víctima atada a punto de ser cortada por una sierra circular, como en la obra Blue jeans (1890) de Joseph Arthur. Aquí tampoco había damisela en apuros, sino que la víctima volvía a ser un hombre y la heroína una mujer. En todos los casos, era una forma sencilla de crear suspense, ya que el uso de la bocina podía alertar de la llegada del tren aunque este no llegara a aparecer.
También se cita la serie The perils of Pauline (1914), de las que se conservan 9 de los 20 capítulos, pero ni Pauline se muestra indefensa ni es amenazada por un tren. Abajo tenéis el primero de los nueve capítulos. Todos subidos a una misma lista de reproducción.
El primer caso conocido del cliché se encuentra en la comedia de golpe y porrazo Barney Oldfield's Race for a Life (1913) de Mack Sennett. Cuatro años después, en la comedia Teddy at the throttle (1917), Gloria Swanson es encadenada, pero se libera por sí sola.
Como se ve, salvo en el teatro, siempre se ha usado como broma. Probablemente, dado que las comedias eran más accesibles que los dramas, este cliché ha sido mejor recordado que otros que sí se usaban para crear suspense en el cine mudo, como el allanamiento de morada.
Fuente: Movies silently
La mención más antigua a la escena ocurre en el melodrama de Augustin Daly, Under the gaslight (1867). Era una obra de teatro donde no hay damisela sino caballero en apuros llamado Snorkey. El villano lo ata a la vía, mientras la chica está encerrada en la estación. Esta rompe la puerta con un hacha y libera a Snorkey antes de que lo mate el tren.
La popularización de esta escena produjo imitaciones y variantes, como el de la víctima atada a punto de ser cortada por una sierra circular, como en la obra Blue jeans (1890) de Joseph Arthur. Aquí tampoco había damisela en apuros, sino que la víctima volvía a ser un hombre y la heroína una mujer. En todos los casos, era una forma sencilla de crear suspense, ya que el uso de la bocina podía alertar de la llegada del tren aunque este no llegara a aparecer.
En la época del cine mudo, en los cines de un níquel (5 centavos), entre 1905-1915, las películas eran tanto originales como adaptaciones de obras y novelas populares, como Under the gaslight (1914) y Blue jeans (1917). Sin embargo, hay pocos ejemplos que muestren este cliché. The train wreckers (1905) de Edwin S. Porter se suele citar como el primero en usarlo. No obstante, aunque la víctima es una mujer, ni la dejan atada a la vía ni aparece el clásico villano de sombrero de copa y largo bigote.
También se cita la serie The perils of Pauline (1914), de las que se conservan 9 de los 20 capítulos, pero ni Pauline se muestra indefensa ni es amenazada por un tren. Abajo tenéis el primero de los nueve capítulos. Todos subidos a una misma lista de reproducción.
Como se ve, salvo en el teatro, siempre se ha usado como broma. Probablemente, dado que las comedias eran más accesibles que los dramas, este cliché ha sido mejor recordado que otros que sí se usaban para crear suspense en el cine mudo, como el allanamiento de morada.
Fuente: Movies silently