La tentación de pactar con el diablo

Fausto y Mefistófeles
Ante un dios que nunca cumple directamente las plegarias, la alternativa sensata es acudir a la competencia y pactar con el diablo. A cambio del alma, tendremos acceso a un amplio catálogo de deseos de cumplimiento rápido. Además es más accesible que las opciones locales, como los leprechaun, los genios y los pozos de los deseos. Las historias de pactos con el diablo son numerosas y antiguas, por lo que deben tener un origen y una razón de ser.

Los comienzos

En la clasificación Aarne-Thompson-Uther (ATU) de cuentos populares son el motivo M210, que adecuadamente se refiere a los tratos con el diablo, pudiendo ser de dos tipos: aquellos en los que realmente se forja el pacto y en los que se intenta burlar al diablo. Aunque la base de estas historias se sitúa habitualmente en la Edad Media europea, se cree que ese intercambio de riquezas terrenales por el alma es mucho más antiguo. Pudo haber comenzado en la época bíblica, con el libro de Enoc, el Talmud y la cábala. Incluso pudo basarse en el libro de Job o las tentaciones de Cristo.

En El mágico prodigioso (1637) de Pedro Calderón de la Barca, Cipriano vende su alma al diablo si este puede hacer suya a Justina, pero se salva al convertirse al cristianismo y morir como martir junto a Justina. Su historia está basada en la de los santos homónimos que murieron en Nicomedia el 26 de septiembre de 304 d.C.

Según la leyenda, Teófilo de Adana también habría pactado con el diablo cuando el obispo, que adquirió esa posición debido a que Teófilo la rechazó, le privó de su posición anterior de archidiácono. Arrepentido, contactó con un nigromante para hacer un contrato con sangre con el diablo, que le devolvió su posición de obispo. Sin embargo, temeroso por su alma, hizo huelga de hambre durante 40 días y se le apareció la virgen, que lo castigó. Debido a sus ruegos, la virgen intercedió con Dios y, tras otros 30 días más sin comer, la virgen reapareció y le otorgó el perdón A pesar de eso, el diablo hizo que el contrato le apareciera en el pecho. Llevándoselo al legítimo obispo y confesándole su pecado, lo quemó y murió de puro gozo. Volviendo a la clasificación ATU, pertenecería al motivo M218.1, "pactos con el diablo sellados con sangre hechos inefectivos por un santo". Al igual que ocurrió con la leyenda de Cipriano y Justina, Teófilo protagonizaría una historia posterior, la obra Le miracle de Théophile de Gautier de Coincy de principios del siglo XIII.

El secreto del éxito

De la misma manera que en la actualidad se atribuyen a intervenciones alienígenas los grandes logros de la humanidad, el pacto con el diablo fue un recurso que se incorporó en leyendas y relatos de personajes reales. Hay múltiples ejemplos, como el de la papisa Juana, contado por Giovanni Boccaccio en el relato De Mulieribus Claris (1361-1362); el del líder militar de Luis XIV, François Henry de Luxemburgo; el alquimista suizo Paracelso o el papa Silvestre II, que supuestamente abrió una escuela de hechiceros para intentar vencer a la muerte.

Por supuesto, no podemos olvidar a Johann Georg Faust, sobre quien escribió por primera vez Juan Tritemio y que dio lugar al personaje de Fausto, conocido especialmente por la obra de Johann Wolfgang von Goethe. Esta inspiración para Fausto fue un personaje misterioso dedicado a la alquimia, la astrología y a la magia que murió en una explosión durante uno de sus experimentos.

Equivalentes y relacionados

Hijo prometido al diablo
Este arquetipo se ha relacionado con una sombra, una inversión malvada del propio personaje, el inconsciente que el individuo se niega a aceptar o comprender y que, por ello, se vuelve destructiva. En los cuentos populares, además del diablo, puede aparecer como un ogro, un gigante o incluso la propia muerte. Este motivo puede tener muchas variantes y ser clave en muchas historias. No se limita a la persona que se deshace de su alma para cumplir su ambición. El diablo también puede dar un hijo suyo o quedarse con uno ajeno. Como en La bella y la bestia o Rapunzel, esa entrega no tiene que ser al diablo, sino a un ser temible como un monstruo o una bruja. En algunas creencias africanas exportadas a Jamaica y Guayana francesa, el trato se hace con la Muerte, presentándose el mismo tipo de variantes, como el cazador que hace un trato con ella, la araña embaucadora que pretendía engañarla o la madre que le entregaba a su hija, todos a cambio de carne.
 
Las historias en las que se intenta burlar al diablo, o cualquier otro equivalente, son muy antiguas. El mito de Meleagro sirve de ejemplo, dado que las Moiras le anunciaron a su madre Altea que su hijo moriría cuando ardiera completamente el tizón de su chimenea. Entonces, Altea lo apagó y lo guardó, pero cuando, tras la cacería de Calidón, mató a su hermano e hijo, lo volvió a sacar para consumirlo en las llamas.

Algunas de esas historias están ligadas a lugares reales, como los puentes del diablo, donde este ofrecía completar una construcción a cambio del alma del constructor, pero este le burlaba haciendo que pasase antes algún animal.

Fuentes

  • Garry, J. (2017). Archetypes and Motifs in Folklore and Literature: A Handbook: A Handbook. Routledge.
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1 Comments
  • Mystiscio
    Mystiscio 17 de agosto de 2020, 5:48

    muy interesante, aquí se documenta la historia antigua de estos pactos

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