En el mundo antiguo, la libertad también venía acompañada de la censura


A finales del siglo VI a.C., la Atenas de Clístenes dio sus primeros pasos hacia la democracia y Roma abandonaba la monarquía pero, a la vez que ganaban libertad, se debatían dónde estaban sus límites. Aunque la capacidad censora no tenía la misma infalibilidad que con la imprenta, su acción limitó igualmente a los autores. En esta entrada os mostraré en varios ejemplos como, en el mundo antiguo, la censura no era exclusiva de la religión, sino también aplicada por la política.

Frínico

La obra del dramaturgo griego Frínico (510-470 a.C.), sucesor de Tespis, no se conserva, pero sabemos por las obras antiguas que lo mencionan que podría haber sufrido uno de los primeros casos de censura que se conocen. Aparentemente, el dramaturgo Tespis inició en el 535 a.C. en Atenas la tradición de realizar tragedias durante las Dionisias. Estas tragedias eran generalmente un baile y cante guionizado con un coro y un actor enmascarado, que competían entre sí para obtener un premio, que Frínico ganó del 511 al 508 a.C. 

Después de la revuelta jónica contra Persia (499-494 a.C.), que acabó con la ocupación de Mileto, Frínico le dedicó la tragedia La toma de Mileto. Herodoto en sus Historias (6.21) lo contaría así:

No hallaron los Milesios en su desventura recibida de manos de los persas la debida compasión y correspondencia en los Sibaritas que habitan al presente las ciudades de Leo y de Seidro, después que fueron privados de su antigua patria, la ciudad misma de Sibaris; pues habiendo sido ésta tomada por los de Crotona tiempo atrás, mostraron tanta pena los Milesios de aquella desventura, que los adultos todos se cortaron el pelo, siendo dichas ciudades las más amigas y las más unidas en buenos oficios de cuantas tenga yo noticia hasta aquí. Muy diferentemente obraron en este punto los de Atenas, quienes, además de otras muchas pruebas de dolor que les causaba la pérdida de Mileto, dieorn una muy particular en la representación de un drama compuesto por Frínico, cuyo asunto y título era la toma de Mileto; pues no sólo prorrumpió en un llanto general todo el teatro, sino que el público multó al poeta en mil dracmas por haberle renovado la memoria de sus males propios, prohibiendo al mismo tiempo que nadie en adelante reprodujera semejante drama.

Posiblemente, esta obra fuera consecuencia de un debate político respecto a la intervención militar contra Persia, apoyando y luego negando la ayuda a los jonios. Es probable que el acto ocurriera en el 492 a.C., durante el gobierno del arconte Temístocles, que aprobaba la selección de dramaturgos para las Dionisias. La obra podría haber tratado de como Atenas dejó a su suerte a Mileto ante los persas, un mensaje que los atenienses podrían no haber tolerado. Posteriormente, la obra Las fenicias del mismo autor habría tratado la derrota de Persia contra los griegos en el 480-479 a.C., donde estuvo activamente implicado Temístocles. En este caso, Temístocles sufragó el entrenamiento del coro en el 476 a.C.

Aristófanes


Las citadas Dionisias se celebraban en un ambiente tenso políticamente durante el siglo V a.C., en un momento donde se podían realizar acuerdos de paz, donde estaban presentes huérfanos de guerra y aliados de Atenas, en una época donde estos acuerdos no eran duraderos. Por eso, los autores debían andar con pies de plomo. De hecho, los arcontes de Moríquides decretó una restricción a ciertos tipos de bromas, posiblemente las referidas a la guerra de Samos, desde el 440-436 a.C.

Al respecto de estas medidas, el comediógrafo Aristófanes (444-385 a.C.) mencionó en Las ranas los intentos de los políticos de reducir las pagas a los poetas cómicos por ridiculizarlos. Lo mismo hicieron el escritor cómico contemporáneo Platón (no confundir con el filósofo) en Skeuai y Sanirion en Danae con Arquino y Agirrio o Eupolis en Demoi, que menciona a un demagogo.

En el caso de Aristófanes, en Los acarnienses cuenta su disputa con Cleón de Atenas, quien le acusaba de hablar mal de la ciudad en presencia de extranjeros. Esto habría ocurrido en Los babilonios, estrenada el año anterior, donde menciona al político Pisandro y a otra persona recibiendo sobornos a cambio de una "oficina de guerra" y a Dionisio abordado por demagogos al ir de camino a un juicio, quienes le pedían que entregara las copas. Este pudo ser un ataque al demagogo Cleón por exigir mayores impuestos a los comerciantes extranjeros, demasiado tributo a los aliados y/o extorsionar a aliados políticos. Aunque Los babilonios ganó el festival, Cleón buscó destituir a Aristófanes.

Aristófanes señalaba que el control ateniense por medio de los tributos no eran tan diferente al que exigía Persia y que ocasionó revueltas. Para Cleón, esta afirmación era un riesgo para la ciudad. No obstante, la condena no llegó a materializarse, razón por la que Aristófanes no perdía ocasión restregarselo a Cleón en sus obras.

Cneo Nevio

El primer escritor latino nativo de tragedias y comedias fue Cneo o Gneo Nevio (269-201 a.C.), quien valoraba la libertad para expresarse más que el dinero (Agitatoria). En sus comedias, ni Escipión el Áfricano, al que acusó de tener una aventura con una cortesana, estaba libre de sus sátiras. Sin embargo, emular a Aristófanes no siempre le funcionó. Cuando sugirió que la familia de los Cecilios Metelos se convertían en cónsules antes de la edad legal, no por sus virtudes sino por acto del cruel destino, estos no se lo tomaron bien. Gracias a Cicerón y a los escolios sobre In Verrem de Cicerón, sabemos que hablaba de un Metelo, amigo de Escipión, que se había aprovechado las casualidades par presentarse y ser elegido cónsul sin méritos propios. La línea en cuestión tiene doble sentido: Fato Metelli Romae fiunt consules ("Los Metelos se convierten en cónsules en Roma por suerte/desgracia").

Según la tradición, la línea hacía mención a Quinto Metelo, elegido cónsul en el 206 a.C. como recompensa por ser uno de los mensajeros que trajeron a Roma las noticias de la victoria en Metauro (207 a.C.), a pesar de no haber ocupado el puesto de pretor, que era el requisito legal para presentarse a la elección a cónsul. Gracias al apoyo popular, Quinto obtuvo el puesto y ayudó a Escipión a llevar la guerra púnica a África. Esta era una decisión opuesta por Quinto Fabio Máximo, a quien apoyaba Cneo Nevio.

Por una parte, los Metelos y sus amigos comenzaron a cantar por las calles: "Y al poeta Nevio, a quien afligirán a menudo, los Metelos dañarán (x3)". Por otra, tanto el cónsul Quinto como su hermano, el pretor Marco,  hicieron rendir cuentas públicamente a Nevio en base a un estatuto de la antigua Lex XII. Tabularum (450 a.C.). Fue llevado ante los jueces (Triunviri capitales) y encerrado. Según Gelio, solo después de dos obras, donde se retractaba de sus palabras contra los Metelos, fue liberado por los tribunos de la plebe. No obstante, Nevio siguió ridiculizando a Roma en sus comedias y fue exiliado a África, muriendo en Útica en el 201 a.C.

Este caso hizo que desde entonces los autores fueran más cautos ya que, a diferencia de Grecia donde solo se arriesgaban a pagar una multa, en Roma las penas eran más duras, llegando incluso a la pena de muerte.

Esclavos mimos


Aparte de Nevio, hay otros dos casos donde unos mimos fueron acusados de injurias basándose en la lex cornelia de iniuriis. En el primer caso, un mito mencionó con reproche al poeta Accio en el escenario, mencionando su nombre. Aunque el actor alegó que debía poder nombrar al autor de las obras que representa, fue condenado en torno al 135 a.C. por el pretor Publio Mucio. En el segundo caso, un mimo mencionó en escena al autor de sátiras Lucilio, por lo que este lo denunció, pero el juez Cayo Celio Caldo lo absolvió en torno al 107 a.C.

Fuentes

  • Jones, D. (Ed.). (2001). Censorship: A world encyclopedia. Routledge.
  • Baltussen, H., & Davis, P. J. (Eds.). (2015). The Art of Veiled Speech: Self-Censorship from Aristophanes to Hobbes. University of Pennsylvania Press.
  • Stambusky, A. A. (1977). Roman comedy on trial in the Republic: The case of censorship against Gnaeus Naevius the playwright. Educational Theatre Journal, 29(1), 29-36.
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