La Luna en el antiguo Egipto, manifestación polifacética de los dioses
Aunque la Luna siempre nos oculte una de sus caras, vemos la que nos muestra con múltiples formas. Bajo la inocente apariencia de un niño, oculta un pasado sanguinario; como ibis, un dios con ingenio y conocimiento para obrar milagros con su magia; como adulto, una deidad que acaba confundiéndose con otros. Ante una civilización que rendía un importante culto al Sol, hubiera sido sorprendente si no tuviera en cuenta a la Luna.
Primitivos viajeros del cielo y acompañantes de los difuntos
Los antiguos egipcios observaron la Luna desde sus inicios, influyendo probablemente en la división del año en periodos de 30 días y asociándola con el registro del tiempo. Esta división era necesaria para los distintos tipos de fiestas. Los festivales del cielo, que tenían en cuenta los fenómenos lunares, eran mensuales, mientras los festivales estacionales eran anuales y dependían del calendario civil. Sus supersticiones, como ocurría en Mesopotamia, les hacía temer los malos augurios de los eclipses lunares. Tan arraigada era la idea de que predecían rebeliones, que la crónica de Osorkon mostraba sorpresa por el inicio de un levantamiento sin estar precedido de este fenómeno.
Como la Luna tenía un recorrido similar al Sol, desde los periodos más tempranos se consideró a Tot como el hijo y compañero de Ra que transportaba al resto de dioses sobre sus alas a través del río celeste. De esta manera, del mismo modo que el Sol viajaba cada noche por el inframundo en su barca solar, la Luna lo seguía, como aún se presentaba en el Libro del Amduat del Imperio Nuevo (c. 1550 - c. 1070 a.C.). No obstante, durante las primeras dinastías, Tot fue asociándose con Osiris y el resto de la Enéada heliopolitana, a quienes protegía y servía como escriba. Por lo tanto, en los textos de las pirámides, la relación de Tot con el fallecido imitaba a la que tenía con Ra u Osiris. Además, se convertió en patrón del conocimiento, de los tratados, el conteo de los años, el tiempo, la magia y sus secretos, desconocidos incluso para otros dioses. Por esta razón, en el juicio de Osiris, registraba el veredicto del pesado del corazón del difunto.
Los textos de las pirámides del Imperio Antiguo (c. 2686 - c. 2181 a.C.) explicaban a través de las acciones de los dioses, entre otras cosas, las fases de la Luna, sus periodos de invisibilidad y los eclipses solares. Pero en estos ya se nombraban otras deidades lunares. Con la misma perspectiva que con Tot, en los textos de la pirámide de Pepi I, faraón de la dinastía VI, se
decía que el dios lunar Iah ("Luna") era el hermano del monarca, que le
acompañaba en su viaje por el cielo, mientras en otros (PT 1104) era su padre. En los textos de las pirámides de Unis (c. 2372-2345 a.C.) y Teti (c.
2345-2323), ambos de la dinastía V, mencionan al dios lunar Jonsu ("quien cruza [el cielo]") en El himno caníbal. En este, Jonsu mata a los enemigos del faraón fallecido e incluso a los dioses
para que el faraón absorba su poder. No obstante, aunque pueda parecer
sangriento, se interpreta que la Luna, con su forma de hoz, precede, desde la tierra de Punt al este, la aparición del faraón deificado (Sol) por la mañana, haciendo desaparecer al resto de las estrellas.
Cambio y olvido
En los siguientes siglos, estos dioses comenzarían a cambiar. Posiblemente, debido a la mala conservación, existe un periodo con falta de menciones a Jonsu e Iah. Jonsu no volvería a citarse en los textos de las pirámides hasta el Imperio Medio (c. 2050 - .c. 1750 a.C.), cuando aparece en el himno caníbal de las mastabas de Senwosretankh, sumo sacerdote de Ptah, en El Lisht y de Siese, visir y tesorero de Sesostris III, en Dashur. También lo hace en el texto de los sarcófagos CT 573 y en menciones de algunas frases del himno en otros sarcófagos.
A pesar del hiato, hay 40 referencias a la Luna en los textos de los sarcófagos de esta época, en contraste a las 16 en los textos de las pirámides, más antiguos. De nuevo, la conservación pudo tener un papel clave, pues se sabe que los textos de las pirámides fueron copiados a partir de papiros que no han sobrevivido al paso del tiempo. Del mismo modo, pudo afectar a la memoria de Iah, que generalmente se convertiría en un aspecto de Jonsu o Tot, especialmente como forma adulta del primero.
Resurgimiento y diferencias locales
Tot
En el Imperio Nuevo, la importancia del culto lunar se percibe en los nombres de los gobernantes, como Tutmosis o Tutankamón. En esta época, los relatos de Las disputas entre Horus y Set cambiaron de nuevo la relación de Tot con otros dioses, aunque sin alejarlo del entorno de Osiris. En una versión, emerge de la frente de Set cuando se come la lechuga con el semen de Horus, mientras en otra emerge Horus como un disco brillante que Tot coloca sobre su propia cabeza. Como Tot sanó el ojo de Horus, este órgano también se manifestaba a través de la Luna, mientras el dios lunar se convirtió en conciliador, intercesor y mensajero de los dioses.
En el periodo tardío (664-332 a.C.), a pesar de sus múltiples funciones, Tot
seguía acompañando a Ra, siendo llamado "Atón plateado", en referencia
al disco solar.
Jonsu
En Tebas, la capital en ese momento, la situación era diferente a Heliópolis. El dios local Amón se combinó con Ra como Amón-Ra. Entonces quedaban lejos los tiempos de la Ogdóada en la que se emparejaba con Amunet. En su lugar, se unió con Mut, una diosa asociada a las aguas primordiales de Nun. Juntos actuarían como el dios creador y las aguas primordiales, elementos básicos de la creación. Este papel creativo lo ostentó desde el Imperio Medio el dios solar Montu, que con estos cambios ocupó la posición de hijo de Amón y Mut. No obstante, Montu desaparecería finalmente de la tríada y Jonsu ocuparía su lugar. Entonces, Jonsu mantendría su papel como dios lunar, pero se asociaría al parto y la gestación de humanos y animales. Como parte de esta tríada, mostró tres aspectos: como niño, era Jonsu pa-khered; como proveedor, era Jonsu pa-ir-sekher; como decididor de la esperanza de vida, se trataba de Jonsu heseb-ahau y, por último y más importante, Jonsu en Tebas era Jonsu em-waset nefer-hetep. Estos aspectos eran independientes y no mutuamente excluyentes, pues interactuaban entre sí, como en la estela de Bentresh del siglo IV a.C. Esta refleja las palabras de Ramsés II (c. 1279 - 1213 a.C.) a Jonsu de Tebas, que otorgaría su poder a una estatua de Jonsu el proveedor, que fue enviada al rey de Bakhtan para que curase su hija Bentresh.
En otros lugares, seguían teniendo a Jonsu como dios lunar, pero sin las peculiaridades tebanas. En Kom Ombo, Jonsu era hijo de Sobek y Hathor. Aunque ser un cocodrilo parece ser la única razón por la que Sobek llama popularmente la atención, también se combinó con Ra como Sobek-Ra. y se asociaba con importantes dioses como Osiris o Amón. No es de extrañar que se emparejara con Hathor, diosa del amor pero también del cielo, consorte habitual de deidades solares. Por último, debido a la reliquia que contenían, en Edfú se le llamaba "hijo de una pierna" de Osiris. Asimismo, Jonsu también se asociaba con otros dioses solares, como Horus, o con Shu, dios del aire.
Osiris
Desde las primeras dinastías, se creía que el viaje de la Luna pasaba por la tierra de los muertos. En esta travesía, podía acompañar al fallecido o este podía identificarse con el dios lunar. Como juez de los difuntos, en el periodo tardío, Osiris comenzaría a identificarse más con la Luna. No solo Isis consigue que el ba de Osiris aparezca en el cielo como un disco lunar en El libro de las respiraciones, sino que los rituales de embalsamamiento recitaban fórmulas para que el fallecido se renovara como la Luna con sus ciclos. Esta renovación era una característica clave de Osiris, dios de la fertilidad asociado a las crecidas anuales del Nilo.
Por ello, las capillas de Osiris se colocarían en el periodo tardío y Ptolemaico (305-30 a.C.) sobre los techos de los templos principales. Al mismo tiempo, los textos anteriormente exclusivos de los templos se dispusieron para el uso funerario. Finalmente, como el toro Apis asociado tanto a Ptah, Osiris como a Atum, el periodo antes del dominio romano vio cómo el Sol y la Luna se interpretaban como toros que cruzaban el cielo
Aspectos
Una dificultad habitual que presenta la identificación de dioses egipcios, sea porque comparten cabeza, cuerpo o ambos, es diferenciar a las distintas deidades. Hay multitud de cabezas de halcón, vaca, carnero, chacal o leona; apenas un cuerpo de hombre, de mujer o momificado y las posiciones en pie, sentado o en cuclillas. Excluyendo aquellos más peculiares, ni los niños se salvan de confundirse. Suelen ser los símbolos, como aquellos sobre la cabeza, los objetos que llevan, los colores o sus acciones los que suelen distinguirlos.
En cuanto a los dioses de la Luna, sus aspectos se solapan, pero no tanto como la mayoría de dioses solares. Para empezar, Tot puede representarse como un ibis o un babuino. Su forma más común es la teriomórfica, es decir, la humana con cabeza de ibis, mientras el aspecto de babuino es el habitual en su forma de animal. Si tiene la cabeza de ibis, no necesita más presentación, pero puede tener el disco lunar sobre la cabeza, una pluma de avestruz, una corona o todo a la vez. En este caso, añadirle detalles puede confundir, pues si tiene disco lunar puede ser Iah, aunque no es frecuente.
Con Jonsu, la identificación se complica. En su forma adulta, puede confundirse con Ptah, que también aparece momificado. Sin embargo, Jonsu no solo tiene un collar con una luna creciente, sino un contrapeso en su espalda con forma de cerradura invertida, barba curva y una trenza. Esta trenza era típica de los niños y la comparte con Iah, pero este puede aparecer con una larga peluca tripartita, la corona Atef y el disco lunar sobre ella. En el Imperio Nuevo, las apariciones de Iah suelen ser en amuletos. Al ser un dios de un cuerpo celeste que viaja por el cielo, Jonsu puede tener cabeza de halcón, pero el disco lunar le delata. A pesar de ello, puede aparecer con las plumas y el disco solar de Montu, como ocurre en el interior del templo de Jonsu en Karnak. Por último, puede representarse como un babuino, pero lo normal es que sea Tot.
Fuentes
- Wilkinson, R. H. (2003). The complete gods and goddesses of ancient Egypt. Thames & Hudson.
- Eyre, C. (2002). The cannibal hymn: A cultural and literary study. Liverpool University Press.
- Priskin, G. (2019). The Ancient Egyptian Book of the Moon: Coffin Texts Spells 154–160. Archaeopress Publishing Ltd.
- Rachet, G. (1995). Diccionario de civilización egipcia. Larousse Planeta.