El origen del portal de Belén

La virgen María sobre una alfombras en la paja con el niño,rodeada de pastores.

Desde unas semanas previas a la Navidad, en torno al Adviento, hasta la epifanía, es costumbre montar el portal de Belén, también llamado el nacimiento o el misterio. Por eso, ¿no te has preguntado nunca de dónde surgió esa costumbre? ¿O incluso si la escena se corresponde con lo escrito en la Biblia?

Escena bíblica

Portal de Belén de Nápoles.

Un portal de Belén podría montarse únicamente con la Sagrada Familia, es decir, el niño Jesús y sus padres José y María. A pesar de ello, se le suelen incorporar otros detalles fundamentales, como la mula, el buey, los reyes magos, el ángel, la estrella y los pastores. Además, los belenistas disfrutan enriqueciendo la escena recreando Belén con su geografía, sus edificios, el castillo de Herodes, los betlemitas ocupados en sus quehaceres, las plantas y animales. En este caso, pueden incorporar otros momentos bíblicos, como la matanza de los inocentes, el encuentro de los magos con Herodes o la huida a Egipto. Salvo que dejen a solas a las figuras, hasta el más sencillo sitúa a sus protagonistas dentro de una estancia, pero si esta era un establo de una posada, una cueva u otra construcción depende del belenista. Por eso, siendo estrictos, ¿cómo debería realmente el portal de Belén?

Dos relatos distintos
Sarcófago de Marco Claudiano.

En primer punto de conflicto se encuentra en la Biblia, donde hay dos relatos incompatibles del nacimiento y los primeros días de vida de Jesús:

En el evangelio de Mateo (Mateo 1:18-2:15), después de visitar a Herodes, unos magos que seguían una estrella entregan sus obsequios a la Sagrada Familia en su casa en Belén. Esta pareja había tenido a su hijo sin copular, razón por la que un ángel informo a José, descendiente de David, que ha sido obra del Espíritu Santo. Los magos huirían porque un sueño les indicó que no debían volver a reunirse con Herodes, mientras María y José huirían a Egipto con su hijo para huir de la matanza de los inocentes. 

En cambio, en el evangelio de Lucas (Lucas 2:1-21), María y José llegan a Belén desde Nazaret, no encontrando alojamiento y, tras nacer Jesús, lo envolvieron en telas y lo colocaron en un pesebre. En este caso, los visitantes no son magos, sino los pastores que recibieron el mensajes de los ángeles. Finalmente, a los ocho días sería circuncidado y nombrado en el templo. En este caso (Lucas 1:26-38), el ángel Gabriel informó a María, que no había yacido con ningún hombre, de su concepción, no a José. Además, se presenta la intervención de Simeón y Ana en el templo.

Ambos coinciden en señalar a José y María como cónyuges que no han copulado pero que tienen un hijo descendiente de David por obra del Espíritu Santo, nacido en Belén. Este niño será el salvador y así es reconocido por sus visitantes. Aunque su intervención varía, ambos sitúan a Herodes como rey de Judea. Es probable que los dos textos tengan un sustrato común, pero definitivamente tienen una perspectiva diferente. El relato de Mateo es más cotidiano, usando al ángel para legitimar la estirpe de David y los sabios para resaltar su trascendencia. En cambio, el relato de Lucas recurre a los ángeles tanto en la anunciación como en el mensaje a los pastores y tanto estos, como Simeón y Ana, reiteran su grandeza.

La mula y el buey

María, José, dos ángeles, la mula y el buey alrededor del niño Jesús, mientras dos jóvenes le atienden.

Es probable que te hayas percatado de que ni la mula ni el buey se mencionan en la Biblia, como tampoco el establo, sino que es algo que se razona a partir del pesebre y la falta de alojamiento en el relato de Lucas, pues, en Mateo, José tiene casa en Belén. Los dos animales fueron mencionados por primera vez en el capítulo 14:1-5 del evangelio apócrifo de pseudo-Mateo del siglo VIII, tres días después de nacer Jesús y al abandonar la cueva por un establo, el asno y el buey se arrodillaron ante él y lo adoraron. Así cumplía la profecía de Isaías 1:3: "El buey conoce á su dueño, y el asno el pesebre de su señor: Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento" y Habacuc 3:2 de la Septuaginta y las antiguas versiones latinas: "Entre dos animales te darás a conocer". A su vez, también popularizó la imagen, presente en el protoevangelio de Santiago, de la joven María y el anciano José. De este protoevangelio también surgió el nacimiento en la cueva, que se iluminó al entrar María.

Lugar de peregrinación

Basílica de la Natividad

En el 313, los emperadores Constantino el Grande y Licinio proclamaron el Edicto de Milán, permitiendo la libertad religiosa en el Imperio romano y el fin de las persecuciones. En el 325-236, Helena de Constantinopla, madre del primero, como muchas otras personas en su época, peregrinó a Tierra Santa, visitando el lugar donde supuestamente nació Jesús. Poco después, entre el 330 y el 333, allí se construyó la basílica original, que fue reconstruida por el emperador bizantino Justiniano, sobre la que, con los siglos, se realizarían las reformas hasta la actual Basílica de la Natividad.

Según Jerónimo de Estridón, una peregrina noble llamada Paula que entró en la gruta del Salvador contemplando la posada y el establo de la Virgen, afirmó poder ver al niño balbuceando en pañales en la cuna, acompañado por sus padres, mientras los magos lo adoraban y la estrella brillaba en la noche, mientras venían los pastores. Con lágrimas de alegría, habría proclamado: "¡Viva Belén, casa del pan, donde nació el pan que bajó del cielo".

Primeros portales

Virgen con el niño Jesús en las catacumbas de Priscila.
Las imágenes de la Virgen con el niño aparecen desde los primeros siglos de la cristiandad, con el ejemplo más antiguo en las catacumbas romanas de Priscila. Entonces se tomó el modelo de la madre con el niño, habitualmente amamantándolo, que fue tan usado por diosas madre de las culturas antiguas. Estas representaciones, con el padre ausente, servirían como desarrollo para la figura de los reyes magos. En algunos casos, como en el sarcófago de Marco Claudiano del siglo IV d.C. se muestra una imagen más completa y reconocible. Estas figuras seguirían unidas en los actos sacramentales que rememoraban el nacimiento de Cristo.

El milagro de Greccio de Francisco de Asís.
Según la leyenda escrita por el fraile franciscano Tomás de Celano, en la época navideña, en 1223, Francisco de Asís pidió que se colocara un pesebre en la capilla de Greccio, Italia, con una imagen del niño Jesús. En la misa sobre este pesebre, el santo dio un sermón sobre el nacimiento del salvador y la figura del niño cobró vida para la congregación. 
Portal de Belén de Arnolfo di Cambio en la Basílica de Santa María la Mayor.
Este suceso se convirtió en un hecho canónico de la vida del santo, siendo ilustrado en 1295 por Giotto di Bondone en el fresco de la basílica de San Francisco de Asís. Unos años antes, entre 1291 y 1292, Arnolfo di Cambio esculpió la escena de la natividad a petición del papa Nicolás IV, el primero de la orden franciscana, para la Basílica de Santa María la Mayor. Esta localización no fue casual. En un oratorio de la basílica se conservaba la reliquia del pesebre que Sofronio I de Jerusalén entregó al papa Teodoro I.
 
Nacimiento napolitano
El misterio a la vista del público fue convirtiendo, gracias a la acción de los franciscanos, en una costumbre anual o permanente en las iglesias y hogares acaudalados italianos. A esta popularización contribuyó Clara de Asís, fundadora de la segunda orden franciscana, que extendería la costumbre de los belenes vivientes y de papel maché por Europa, introduciéndose en la península ibérica a través de Cataluña hasta Castilla y Andalucía. Esto fue potenciado con el concilio de Trento, que intensificó la celebración de la Navidad, animando a la fabricación de figuras para los templos, una acción que llegó también a América. Esto permitió que cada pueblo, cada parroquia, otorgara su personalidad al nacimiento. Destacan por ello los suntuosos belenes napolitanos de gran artesanía, que daban vida a sus figuras con ojos de vidrio, extremidades articuladas y caras telas.

Fuentes

  • Freed, E. (2004). The Stories of Jesus' Birth. Bloomsbury Publishing.Hawk, B. W. (2020). The Gospel of Pseudo-Matthew and the Nativity of Mary. The Gospel of Pseudo-Matthew and the Nativity of Mary, 1-100.
  • Ehrman, B., & Plese, Z. (2011). The apocryphal gospels: Texts and translations. OUP USA.
  • Veress, F. (2021). Following the Star: Nativity Scenes and Sacred Drama from the Middle Ages to the Baroque. URÁNIA: INTERDISZCIPLINÁRIS FOLYÓIRAT: SZÍNHÁZ, MOZGÓKÉP, MÉDIA, 1(1), 58-77.
  • Martínez, F. J. D. (2009). El" belén" en el arte español. In La Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares (pp. 343-362). Real Centro Universitario Escorial-María Cristina.
  • Maclaren, S. (2005). Seeing the Whole Picture: A" Madonna and Child" in the Collection of the Walters Art Museum and the" Praesepe" of Santa Maria Maggiore. The Journal of the Walters Art Museum, 15-30.
  • Hawk, B. W. (2020). The Gospel of Pseudo-Matthew and the Nativity of Mary.
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