La misteriosa enfermedad de Sāmānu: explorando el demonio mesopotámico


En la antigua Mesopotamia, las enfermedades podían ser atribuidas a peligrosos demonios. Entre ellas, estaba Sāmānu (s-m-n), una plaga (ur-me-me) o una enfermedad (sa-ma-na/sa-ma-na2) que atacaba a plantas, animales y humanos, manifestándose en los ríos. Esta diferencia, presente en sumerio, se perdió en acadio.

Descripción del demonio

Coincidiendo con los signos de Celso de la inflamación, mostraba rubor, calor, dolor y tumor en la piel, refiriéndose este último al aumento de volumen, no a un proceso cancerígeno. Aunque habitualmente se describía enrojecimiento, también podía referirse un color verde amarillento, negro o blanco. Las descripciones añadían que sangraba y expulsaba pus, pudiendo estar causada por la espina de una planta. Los encantamiento nos cuentan que aparece en la cabeza, el tendón de la nuca del niño, el muslo del hombre y el hueso del pecho de la mujer, reapareciendo tras ceder. Su presencia en niños y en las sacerdotisas qadištu y kulmašītu, que podrían haber actuado de nodrizas, sugiere que podría haberse transmitido al amamantar.

Este demonio no habría actuado en solitario, sino que aparecería frecuentemente con Šaššaṭu, Šanadu/Šanudu, la enfermedad cutánea Ašu, el forúnculo Girgiššu rojo, la pústula Sikattu y la ictericia Amurriqānu. No son los únicos, pero sí los más comunes, siendo generalmente afectaciones cutáneas, mareo o entumecimiento. Según el encantamiento, era curado por la "mano de Gula", una diosa de las afecciones cutáneas.

En Egipto, a partir del Imperio Nuevo, podría tener un equivalente en Akhu, aunque este último podía ser letal y afectar exclusivamente a humanos, actuando también sobre los huesos.

Candidatos

Leishmaniasis


Una posibilidad es la leishmaniasis transmitida por las moscas Phlebotomus, presente en esta región y que afecta a humanos y animales. Dado que este demonio provocaba una enfermedad curable en la época, es improbable que se trate de una leishmaniasis visceral, pues puede ser letal si no es tratada adecuadamente. La leishmaniasis mucocutánea destruye el tejido mucoso y se limita a África Oriental, mientras que la leishamniasis cutánea difusa y lupoide son crónicas y no desaparecen espontáneamente. Es más probable que se trate de la leishmaniasis cutánea, conocida como forúnculo de Alepo o Delhi o llaga oriental o tropical. Suele ocurrir en zonas no cubiertas por pelo o ropa, salvo en palmas de las manos y suelas de los pies. Esta sería causada por la Leishmania major, L. tropica o L.infantum, incubándose normalmente entre dos semanas y tres meses. En la zona inoculada, aparece una pápula roja que se desarrolla en un nódulo, que se ulcera dos o seis semanas después. El centro puede tener una o varias costras negras o amarillas rojizas. En los bordes de la lesión se puede formar un absceso. Tanto en la forma rural como urbana se resuelven espontáneamente, aunque el tiempo necesario es distinto y dejan cicatriz. Afortunadamente, se desarrolla inmunidad al patógeno.

Piodermas


Las piodermas o abscesos cutáneos provocados por los estafilococos o estreptococos son otros candidatos. Estas pueden clasificarse como ectima o impétigo profundo e impétigo contagioso, que a su vez se divide en  ampollar y no ampollar. Debido a la gravedad del primero, que ocurre en la parte inferior de la pierna y requiere tratamiento antibiótico sistémico, se trata de una opción descartable. Por otra parte, el impétigo ocurre general, pero no exclusivamente, en niños por bacterias presentes en la nasofaringe que infectan microlesiones cutáneas. En el impétigo no ampollar, las máculas comienzan con pequeñas ampollas con bordes rojizos, que pueden pasar desapercibidas. Al reventarse, aumenta el exudado y se seca en una costra amarillenta en una superficie rojiza. En el impétigo ampollar, las ampollas son grandes y no forman costra. El picor puede extender la afección por el rascado. Si empeora, pueden aparecer fiebres y nauseas. No obstante, se curan sin dejar marca.

Abscesos cutáneos


Otra opción son los abscesos cutáneos, sea como forúnculos o ántrax. En ambos hay inflamación cutánea y se transmite con el contacto de los estafilococos del propio paciente, de otra persona o por ropas contaminadas. Suelen ocurrir en la nuca o la cabeza, pero también aparecen en los miembros. Suelen ser consecuencias de la mala higiene, el debilitamiento del sistema inmunitario. Las bacterias se acumulan y replican en el canal folicular, al que acuden los leucocitos, generando el absceso. Se forma una pústula rojiza y dura que gradualmente cambia a marrón amarillento por la necrosis de los tejidos. En el ántrax, se agrupan varios forúnculos y provocan cansancio, fiebre, temblor e incluso toxemia cuando las bacterias llegan al torrente sanguíneo. Dado que el ántrax tiene un peor pronóstico, Sāmānu encaja mejor con un forúnculo.

Candidatos improbables

Otros candidatos que se han presentado en la identificación de Sāmānu son el micetoma, la viruela, la celulitis, la miliaria rubra y las picaduras de garrapata. El micetoma es causado por hongos o bacterias, ocurriendo principalmente en el pie y siendo raro en la cabeza. Se defiende la identificación por la transmisión por las púas de las plantas y por la secreción blanca, amarilla, roja o negra. Sin embargo, Sāmānu no aparece en las manos y pies, salvo cuando es llamado sa-ad-im, que también es sinónimo de Rapādu y Šaššaṭu. La coloración también sirvió para identificar a Sāmānu con la viruela, pero esta no ocurre con la misma frecuencia en el tronco y muslos. En el caso de la celulitis, la erisipela coincide con los signos de la inflamación y su reaparición, pero no en su localización, que afecta mayormente a las piernas. Un flemón tendría peor pronóstico y necesitaría una herida mayor que la provocada por la púa de una planta. La miliaria rubra ocurre en zonas cubiertas por la ropa y puede reaparecer, pero es una patología común en trópicos húmedos y en personas no adaptadas a este clima. Como Sāmānu se agrupa con las picaduras de escorpión y mordeduras de serpiente, se argumenta que pudo provocarlo un insecto, aunque no hay garrapatas que causen esta enfermedad en la región y la picadura no coincide con la descripción.

Fuentes

  • Beck, S. (2015). Sāmānu as a Human Disease. Le Journal des médecines cuneiformés, 26, 33-46.
  • Beck, S. (2018). Exorcism, illness and demons in an ancient Near Eastern context: the Egyptian magical Papyrus Leiden I 343+ 345 (Vol. 18). Sidestone Press.
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