La mosca que se consideró un molusco


La clasificación taxonómica es un proceso intrincado, capaz de extender durante dos siglos la disputa por el nombre de una cucaracha o considerar como peces a toda criatura que toque el agua. El extenso índice de seres vivos entraña muchas más historias sorprendentes. En el caso de los sírfidos, conocidos como "moscas de las flores", sería razonable asumir por su aspecto que se tratan de himenópteros, como las abejas y las avispas, pero sus larvas, concretamente las de la subfamilia Microdontinae, se clasificaron nada menos que como moluscos.

Una familia numerosa


Se conocen más de 6000 especies de sírfidos, pero puede haber miles de especies más, pues la mayoría se han estudiado en Europa, siendo razonable encontrar más en zonas templadas de Sudamérica, donde tan solo se conocen 1600, tantas como en las zonas paleoárticas. En general, son criaturas que pueden encontrarse volando sobre las flores en día soleados, con un aspecto que recuerda a las abejas y a las avispas. Las especies de esta familia han sido difícil de clasificar. La subfamilia Microdontinae, menos estudiada al predominar especialmente en las zonas tropicales, no es una excepción. Como consecuencia, de sus más de 500 especies, más de 300 están agrupadas en el género Microdon, a pesar de sus diferencias.

¿Babosas?


Las especies Microdontinae son peculiares. La mayoría apenas se deja ver en torno a las flores y las larvas son planas, pareciéndose más a la babosas. Por eso fueron clasificadas como moluscos gasterópodos en al menos cuatro ocasiones. 

El primero en describirla fue Calrl Von Heyden en 1823 que no le asignó ningún grupo taxonómico, aunque ya sospechaba que se trataba de un molusco. Al año siguiente, Johann Babtist von Spix describió a la larva como el molusco Scutelligera ammerlandia. En 1825, Von Heyden relacionó esta última con la que él había descrito primero, aunque la consideró lo suficientemente distinta como para llamarla Parmula cocciformis. En 1835, Hermann Burmeister la clasificó como un cocoideo de los robles del suborden de los esternorrincos. No sería hasta una reunión en 1840 con otros entomólogos alemanes cuando August Friedrich Schlotthauber sugirió que tanto la S. ammerlandia como la P. cocciformis podían ser larvas de Microdon. Schlotthauber anunció un exhaustivo texto con ilustraciones detalladas al respecto, pero nunca se publicó. En su lugar, en 1845, Elditt publicó sus propias notas sobre las etapas inmaduras y el desarrollo de Microdon. A este le seguirían Poujade en 1883, William Morton Wheeler en 1908 y Andries en 1912.

A pesar de todo, eso no evitó que las larvas de Microdon siguieran considerándose moluscos por parte de malacólogos, especializados en este filo. En 1907, Heinrich Simroth describió una larva sudafricana de Microdon como Ceratoconcha schultzei, asumiendo que era una babosa. En 1924, la confusión se repitió cuando Alejandro Torres Minguez describió la Buchanania reticulata., aunque Fritz Haas lo corrigió el mismo año. Desde entonces no ha habido más identificaciones erróneas.

Mirmecofagia

Aunque se ha descrito su presencia en termiteros y panales de avispas, los registros fiables las sitúan siempre en hormigueros, especialmente en troncos de árboles. Durante siglos se las consideró carroñeras o que se alimentaban del alimento expulsado de las cámaras hipofaríngeas de las hormigas. Sin embargo, desde las últimas décadas del siglo XX se sabe que, al menos su segundo y tercer estadio, son depredadores de las larvas y pupas de hormiga.

A pesar de esto, los huevos y las larvas no llaman la atención, siendo ignoradas o tratadas como una hormiga más. De hecho, no solo pueden entrar tranquilamente en el hormiguero sino que incluso las hormigas pueden llevarlas a las cámaras de cría y eran limpiadas como una de sus propias larvas. Se ha observado que las larvas activamente estrechan lateralmente su cuerpo para parecerse a las larvas de las hormigas y que tendrían sustancias químicas en su cutícula similares a la especie que parasita. Estas sustancias sintetizadas por el propio sírfido, es decir, no adquiridas en el hormiguero, se perderían en la etapa adulta, por lo que entonces ya son atacados. Por eso las pupas se encuentran cerca de la superficie y lejos de las cámaras de cría, pues tienen que huir en el momento de menos actividad para sobrevivir y luego esperar unas horas para volar.

Su forma podría ayudar a captar o transmitir los olores del hormiguero, así como dificultar que las muerdan. No obstante, parece que cada especie está adaptada para atacar especies o géneros concretos de hormigas, siendo obstaculizadas por las obreras cuando la relación no es la adecuada.

Fuente

  • Reemer, M. (2012). Natural history of Microdontinae (Diptera: Syrphidae): a review. Unravelling a hotchpotch: phylogeny and classification of the Microdontinae (Diptera: Syrphidae). PhD dissertation, Universiteit Leiden, Leiden.
 
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