La desaparición y retorno de las chinches en el mundo

Chinche de la cama.

Seguro que has escuchado la expresión "¡Qué no te piquen las chinches!". Durante 50 años, las chinches de cama (Cimex lectularius y C. hemipterus) dejaron de ser un problema para gran parte del mundo y no hacía falta tener cuidado con ellas al irse a dormir. A pesar de ello, en la última década del siglo XX, comenzaron a volver.

Conociendo a las chinches

Desarrollo

Como ocurrió con los antepasados de los piojos del orden Psocodea en el Cretácico, los hemípteros se alimentaban de fluidos de las plantas, y sigue siendo el caso para muchos, pero algunos perdieron esa capacidad y comenzaron a alimentarse de los fluidos de otros animales, vertebrados e invertebrados. Estos son las familias de los redúvidos, que transmiten la enfermedad de Chagas, y los cimícidos, que se alimentan de los vertebrados, principalmente murciélagos y aves. Las chinches de cama son dos especies del segundo grupo, el Cimex lectularius en zonas templadas y el Cimex hemipterus en zonas tropicales, siendo especies independientes desde hace 47 millones de años. Son insectos sin alas, planos, de color castaño que se oscurecen tras alimentarse, en el caso de los adultos, y translúcidas en las ninfas. Eran parásitos de los murciélagos y las aves que habrían parasitado a los humanos cuando comenzaron a vivir en las cuevas en Oriente Medio y Europa. Esta relación se estrechó con el sedentarismo y nos han acompañado desde entonces, llegando al resto de confines del mundo.

Refugios

Chinches en un sofá.

Las chinches de cama permanecen durante el día ocultos en grietas y huecos cercanos a unos metros de distancia de donde duerme el huésped, siendo activos por la noche. Los refugios son reconocibles por las pequeñas manchas negras, que son sus heces. En la cama, suelen encontrarse en las asas, botones y costuras de los colchones y las juntas de los somieres. En el dormitorio, se ocultan en los pliegues de las cortinas, detrás de cuadros y zócalos, bajo alfombras y tablas del suelo, en enchufes o en personas desatendidas. 

A diferencia de en el pasado, ya no se asocia con la pobreza, aunque en los lugares donde están presentes, como un pequeño porcentaje de hoteles, lo hacen con recurrencia. La distribución de las habitaciones influye en su distribución entre estancias. Además, es posible que viajen en juguetes, libros, equipaje, muebles, aparatos eléctricos y camas, pues muchos objetos se dejaban sobre estas últimas.

Invasión

El calor, el dióxido de carbono y otros compuestos del huésped atraen a las chinches, que son hematófagas. Cada adulto suelen pasar entre 10 y 15 minutos alimentándose, extrayendo unos 10 μl de sangre cada uno, una vez a la semana, mientras las ninfas tardan y consumen menos. Tras alimentarse, pueden sobrevivir hasta año y medio sin alimentarse. Las hembras copulan tras alimentarse, poniendo de 1-10 huevos semanales, según la temperatura, cuyo rango ideal oscila entre los 18-24 ºC. Cuando eclosionan, las ninfas pasan por cuatro etapas, alimentándose una vez en cada una.

Reacción

Picaduras de chinches.

Algunas personas no tienen sensibilidad a su saliva y ni se percatan de sus picaduras, mientras la mayoría presenta picor tras producirse. Las consecuencias principales son en torno a la interrupción del sueño, reacciones alérgicas en la piel y anemia en casos extremos. Las chinches no pertenecen a los parásitos con ciclos selváticos, donde parte de su ciclo vital transcurre en animales salvajes. En estos, los patógenos han desarrollado mecanismos ara replicarse y permanecer en el interior del parásito. Por ello, a pesar de su estudio, no se ha descubierto que las chinches de cama transmitan ninguna enfermedad contagiosa.

Desaparición

Desinfectando una casa.

Su desaparición comenzó en los siglos XIX y XX, cuando se usaba piretro o compuestos con mercurio o arsénico para combatirlas. Estos tenían importantes limitaciones. Aunque eran efectivos en una primera etapa de la invasión, requerían contacto directo con el insecto para actuar, por lo que únicamente reducían su número sin eliminar la amenaza, requiriendo varias aplicaciones si la infestación era demasiado alta. Además, el mercurio y el arsénico también son muy tóxicos para los humanos, por lo que era peor el remedio que la enfermedad. Fumigar gases tenía más alcance, evitando que sobrevivieran ninfas y adultos. Se comenzó con azufre y luego con ácido cianhídrico (HCN).

El descubrimiento del dicloro difenil tricloroetano (DDT) a finales de la primera mitad del siglo XX supuso la solución definitiva. Se aplicaba y permanecía en el medio, evitando las invasiones de chinches durante meses. Los insectos podían alejarse y transmitir este insecticida a otros especímenes. Por ello, en ese periodo de posguerras, el DDT y el malatión convirtieron a las chinches en un problema del pasado. Aunque desde 1947 se observó que los insectos desarrollaban resistencia, las plagas siguieron disminuyendo durante las siguientes décadas. Los organofosfatos y los carbamatos se usaron en plagas puntuales, pero eran tóxicos para los humanos y fueron prohibidos, usándose actualmente insecticidas como los piretroides.

Resistencia y retorno

Chinche de cama.

Desde 1998, la resistencia ya no se observaba únicamente en los laboratorios, sino en entornos domésticos de Europa, América y Australia. Los tratamientos debían ser más intensos, amplios y duraderos. Los estudios descubrieron que las chinches habrían sufrido mutaciones que las volvían cientos de veces más resistentes que las chinches de laboratorio que llevaban generaciones sin exponerse a los piretroides, necesitando dosis mayores para morir y tardando más en hacerlo. En los países donde seguían usándose organofosfatos y carbamatos, se preveía que la resistencia a los piretroides aumentaría conforme se prohibieran los primeros. Por otra parte, la presencia de simbiontes bacterianos reducían su susceptibilidad a los insecticidas.

Al haberse convertido en un problema olvidado, se redujo la vigilancia, facilitando que un individuo infecte varios lugares sin darse cuenta. Además, el aumento de los viajes globales favoreció su transmisión a largas distancias, volviendo hasta a 135 países.

Contraestrategias

Prevención

Los muebles de segunda mano son un foco de riesgo de chinches, que se caracterizan por un olor mohoso. También lo son las pensiones con mucho tránsito de clientes, como los albergues para mochileros. Para evitarlas, es necesaria la higiene y eliminar cualquier refugio, usando selladores y muebles con pocos huecos, como las camas de hierro, o colchones blancos, donde son más fáciles de avistar. Las hojas de las plantas de habichuelas (Phaseolus vulgaris) atraen y atrapan a las chinches en sus tricomas, los pequeños pelitos.

Detección y vigilancia

La detección precoz es fundamental para evitar su distribución a zonas vecinas y la procreación de nuevas generaciones. Tradicionalmente, se usaba madera agujereada o piezas de mimbre para que se ocultaran por la noche y ser hervidos en agua. También existen trampas especialmente enfocadas en las chinches, que actúan durante días y sirven para percatarse de su presencia.

Tratamientos alternativos 

Dibujo de pareja anciana recogiendo chinches de la cama por la noche.

La resistencia a los insecticidas es preocupantemente similar a la resistencia microbiana a los antibióticos, donde su abuso ha desechado la eficacia de los tratamientos convencionales, pues requieren dosis tan altas que resultan perjudiciales para los pacientes. Afortunadamente, se pueden usar alternativas que cumplen el mismo objetivo.

La primera opción lógica es, si no funcionan unos insecticidas, usar otros. Los reguladores del crecimiento de los insectos, como el hidropreno y el metropreno, provocan malformaciones, infertilidad, parones en el desarrollo de las ninfas y la ecdisis, aunque por su acción lenta se complementan con otros insecticidas. El fluoruro de sulfurilo (SO2F2) es letal en todas las etapas, pero es muy caro y requiere equipo y entrenamiento especial. En cambio, el clorfenapil mata tanto si entra en contacto como si no, pues puede permanecer hasta varios meses en varios tipos de superficies. También cabe la opción de potenciar la acción de los piretroides con sinergistas, como el butóxido de piperonilo (PBO). Las diatomeas no servirían únicamente para preservar momias alienígenas, sino que actúan lenta pero eficazmente contra los insectos, junto con polvos desecantes o basados en piretroides. No obstantes, todas estas opciones son susceptibles a encontrarse en el mismo callejón sin salida.

Existen tratamientos antiguos simples como efectivos, como hervir agua en una tetera y matarlos con el vapor, pues una temperatura de 45-48ºC los aniquila en una hora. Incluso se llegó a ahumar la casa a 71ºC con el vapor de una caldera. Al fin y al cabo, es difícil que desarrollen tolerancia al calor, aunque calentar una habitación puede afectar a medicinas, instrumentos musicales, plantas y latas presurizadas. Las temperaturas inferiores a 17 grados durante dos horas también pueden eliminarlos. Actualmente, las secadoras de ropa pueden ser igual de eficaces en las telas y las aspiradoras pueden sacarlos de su escondite, incluyendo a sus alérgenos. La guerra biológica también es una opción. Hay productos con hongos entomopatogénicos, como el Beauveria bassiana y el Metarhizium anisopliae, que les infecta en climas templados.

Protocolos

Con todo, cualquier solución, por milagrosa que resulte, caerá en saco roto si no hay protocolos para asegurar las mejores prácticas que estén adaptados para su aplicación global.

Fuentes

  • Boase, C. (2007). 15. Bed bugs: research and resurgence. Emerging pests and vector-borne diseases in Europe, 1, 261.
  • Romero, A. (2011). Moving from the old to the new: insecticide research on bed bugs since the resurgence. Insects, 2(2), 210-217.
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  • Akhoundi, M., Sereno, D., Durand, R., Mirzaei, A., Bruel, C., Delaunay, P., ... & Izri, A. (2020). Bed bugs (Hemiptera, Cimicidae): overview of classification, evolution and dispersion. International Journal of Environmental Research and Public Health, 17(12), 4576.
  • Doggett, S. L., & Lee, C. Y. (2023). Historical and Contemporary Control Options Against Bed Bugs, Cimex spp. Annual Review of Entomology, 68, 169-190.
     

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