El leviatán, la enorme bestia marina bíblica

Leviatán como una serpiente marina frente a una barca.

En la Biblia, el leviatán era una enorme serpiente marina o dragón (Job 3:8; 40:25) policéfalo (Salmos 74:14) del abismo, escurridizo y retorcido, creado por Yahvé (Salmos 104:26), que lo matará con su poderosa espada (Isaías 27:1) para alimentar a las bestias del desierto (Salmos 74:14). En sus únicas seis menciones, se deduce que es una amenaza insometible por los humanos, pero nunca interviene en los relatos bíblicos. Por ello, ¿qué se sabe de este monstruo marino?

Etimología

Se ha coincidido en considerar el hebreo liwyātān (לִוְיָתָן) y el ugarítico ltn como cognados, es decir, que comparten un mismo origen. Es posible que ambas deriven del semítico protonoroccidental *lawiy-(a)t-an- ("el gran retorcido") con la raíz semítica lwy, "girar (en círculos), enrollar, rodear, torcer".

Descripción

Leviatán escupiendo fuego.

En Job (Job 40:25–41:26) se presenta una descripción de la bestia. Comienza usándola para mostrar la diferencia de poder entre Yahvé y los humanos, pues esta criatura terrorífica supera el alcance de estos, pero Yahvé la maneja con facilidad, como un juego (Salmos 104:26). La describe como el rey de las bestias; con terroríficos colmillos; gran fuerza en el cuello; una doble coraza sobre la piel formada por duras escamas, compactas impenetrables a las armas; ojos parpadeantes; un estornudo que produce destellos y unas fauces humeantes con fuego, hirviendo las aguas y dejando un trayecto luminoso tras de sí.

En imágenes del antiguo oriente medio (ANEP 670-671) se conocen imágenes representaciones de deidades luchando contra una bestia policéfala con llamas en el dorso. En una de ellas, fragmentada, es una serpiente ardiente, siendo atacada por un dios con una lanza. En una placa de marfil del 1450 a.C., se muestra frente a Ninurta con siete cabezas, patas y cola. En un sello cilíndrico acadio de Ešnunna (Tell Asmar) del 2300 a.C. (AS 32:738), son dos dioses quienes lo flanquean y atacan con lanzas. Esto recordaría al mito ugarítico, donde Baal derrota a Yam golpeándole con dos garrotes en la cabeza y la espalda.

Sería equivalente al mušmaḫḫū, identificada como la serpiente de siete cabezas que derrotó Ninurta, que sustituiría a Tišpak en su enfrentamiento con Labbu al asimilarse con él en Ešnunna. Este combate se reflejaría durante milenios en múltiples culturas: Marduk y Tiamat, Tarhunt e Illuyanka, Zeus y Tifón, Heracles y la hidra de Lerna, Heracles y Ladón de las Hespérides, Ra o Set y Apofis, Thor y Jörmungandr, Perun y Veles, Susanoo y Yamata-no-orochi, San Jorge y el dragón, etc.

A su vez, tendría una apariencia similar al dragón del Apocalipsis (Apocalipsis 12:3-4, 7-9) al que se enfrenta el arcángel Miguel, de siete cabezas y diez cuernos, referencia al monstruo de Daniel (Daniel 7:7), y que se identifica con la serpiente antigua, conocida como diablo o Satanás, que engañó a todo el mundo (Génesis 3). Esta sería un antiguo serafín, una serpiente ardiente que habría perdido sus alas y acabaría en el mar tras ser condenada a arrastrarse.

Origen

Mapa de ciudades antiguas de Oriente Medio.

Los textos cuneiformes de Ugarit (KTU, Keilalphabetische Texte aus Ugarit), un pueblo al norte de Fenicia, en la costa mediterránea de la actual Siria, ofrecen una conexión evidente del leviatán (לִוְיָתָן) con el litān, lītānu o lôtān (ltn). En ellos, el dios de la muerte Mot le está hablando al dios de la tormenta Baal:

Cuando mataste a Litan, la serpiente huidiza [brh],
aniquilaste la serpiente retorcida [‘qltn],
el potentado con siete cabezas.

Este fragmento dice exactamente lo mismo y en el mismo orden que el versículo de la profecía de Isaías:

En aquel día Yahvé visitará con su espada dura, grande y fuerte, sobre leviatán, serpiente huidiza, y sobre leviatán serpiente retuerta; y matará al dragón que está en la mar.

En ambos casos, la deidad celeste derrota a la serpiente marina huidiza y retorcida, usando para este segundo adjetivo el mismo término (‘qltn), que no vuelve a aparecer en la Biblia. Los textos ugaríticos añaden más información cuando Anat, consorte de Baal y diosa de la guerra y la fertilidad, dice:

Ciertamente luché contra el amado de El, que es el mar [ym],
ciertamente acabé con el Río, el Gran Dios,
ciertamente até al Dragón [tnn] y lo destruí.
Luché con la Serpiente Retorcida,
el potentado de siete cabezas.
De nuevo, en Salmos se reutilizan las mismas palabras y se comparte su policefalia, aunque sin concretar su número de cabezas:
Tú mismo agitaste el mar [ym] con tu fuerza;
tú destrozaste las cabezas de los dragones [tnn] sobre las aguas.
Tú mismo aplastaste las cabezas del Leviatán,
lo ofreciste como alimento para la gente, los habitantes/bestias del desierto.
Yam es el dios del mar, que en los textos se equipara con la serpiente marina (tnn, tunnānu) lôtān y que en conjuros se describe petrificado en el mar, con su lengua bífida apuntando hacia el cielo. En los textos, Astarté avergonzó a Baal para impedir que matase a Yam, convirtiéndolo en cautivo. Asera le mostró a El su temor porque escape, un miedo que comparte con Anat. Por ello, se convierte en el copero de Mot y este presenta a Baal como un dios que se ha vuelto blando. Mot sería derrotado por Anat, pero siete años después se enfrentaría a Baal, pero es sometido porque teme la ira de su padre El.

Estos paralelismos no implican que el leviatán sean un desarrollo del lôtān, sino que compartían un sustrato cultural.

Otras menciones

Rahab

Yahvé acabando con el Leviatán.

Mientras la profecía de Isaías augura que Yahvé aplastará al leviatán, el monstruo marino rahab (רַהַב), el dragón huidizo del mar (Job 26:12), ya ha sido derrotado (Isaías 51:9-10), a pesar de sus aliados (Job 9:13), comparándose con Egipto (Salmos 89:10; Isaías 30:6-7). Esta comparación reside en las expectativas respecto a Egipto, considerado un opresor, pero no cumple las expectativas y resulta un monstruo poco amenazante.

A pesar de sus menciones en otros textos, parece que el libro de Isaías es el eje donde se mencionan sus distintos nombres. En base a ello, leviatán sería una designación relativamente reciente. Rahab sería un apelativo que parece comenzar en Isaías, usándose desde el exilio judío. Las menciones proféticas tratarían, en orden inverso, la crisis producida por Asiria (705–701 a.C.), donde Egipto no hace nada (Isaías 30:6-7); el exilio babilonio (545-540 a.C.), donde exaltan el poder del Señor (Isaías 51:9–11), y, finalmente, tras el exilio, donde auguran que derrotará a la bestia (Isaías 27:1), que representa el mal que las personas no pueden derrotar por sí solas.

El nombre del rahab (רַהַב, ráhav) no debe confundirse con el de la prostituta Rahab (רָחָב, racháv), que ayudó a los espías israelitas. Difieren en los signos diacríticos o niqud. El nombre femenino tiene el kamatz bajo la jet (ח) y la resh (ר), mientras el monstruo tiene el pataj bajo las mismas letras.

El gran pez y el monstruo marino

Jonás siendo arrojado a la bestia marina.

En Jonás (Jonas 1:17; 2:1, 10), la criatura que se traga a Jonás es llamada simplemente "gran pez" (דג גדול , dāḡ gāḏōl), sin sugerir ninguna especie concreta de pez (דָג, dāḡ) o mamífero marino, como la ballena. Esta inespecificidad era común pues, hasta hace apenas unos siglos, todas las criaturas acuáticas se consideraban peces. En la Septuaginta, se usa el término griego kêtos (κῆτος). Esta palabra podía significar tanto "pez" como "monstruo marino", pudiendo ser una elección razonada para conectarlo al tannîn (תַּנִּין), término genérico para un dragón marino, que suele referirse al leviatán. Esta correspondencia se usó durante el quinto día de la creación (Génesis 1:21), donde son un grupo y ocasionalmente se traduce como "ballenas". La propia profecía de Isaías (Isaias 27:1) usa este término para identificarlo con el leviatán. Los dragones marinos se mencionan repetidas veces (Jeremías 51:34; Ezequiel 29:3, Nehemías 2:13). En Ezequiel (Ezequiel 29:3), se convierte en símbolo de Egipto, pues es una palabra que también se refiere a los cocodrilos, aspecto que tomó bajo influencia de esta nación. La única excepción ocurre en Jeremías (Jeremías 14:6), donde adecuadamente se corrige el error y se traduce como chacales (תנים, tanim).

Con esto, el gran pez de Jonás adquiere una naturaleza terrorífica. Más allá de su comparación con la bestia del mar en el Apocalipsis, Jonás se comparaba con Jesús. El primero pasó tres días en el interior del gran pez, como los días que tardó Cristo en resucitar. Por ello, este gran pez o el leviatán se comparaban con el infierno o Satán, a quien Jesús atrajo acercándose como un anzuelo. Entonces, en las catacumbas romanas del siglo III, la bestia no se representaba como un pez, sino con colmillos, brazos y cola serpentina.

Un gran pez se traga a Jonás. Un ángel va a asistirlo.

Esta observación era común en la tradición cristiana y judía. En la agadá midráshica Pirkei de-Rabbi Eliezer de los siglos VIII-IX d.C., el Yalquṭ Shimoni del siglo XIII y otros dos textos midráshicos coinciden en señalar a este pez como el leviatán. En un guiño a Job 40:25, Jonás promete descender a las profundidades para capturar al leviatán con un anzuelo y sacrificarlo para alimentar a los justos. En cambio, en el Corán, el gran pez es simplemente una ballena.


Esta observación no es un reinterpretación basada en desarrollos posteriores. El mar agitado de Jonás coincide con el escenario en el que siempre se muestra al leviatán. Yahvé azotando el mar con el viento tempestuoso (Jonás 1:4) es un eco de Marduk atacando a Tiamat con los vientos de tormenta. Ambos arrojan grandes vientos (1) que penetran en el mar. Jonás está huyendo de Yahvé, viajando a Tarsis en vez de Nínive, y es atacado por la serpiente, como los enemigos que intentan ocultarse de Yahvé en el fondo del mar (Amós 9:3). Jonás cae al abismo (תְּהוֹם, təhôm) y las aguas que le rodean, indistinguibles de la bestia, pues evoca el caos de las aguas primigenias. Es tragado por el hambriento abismo, se le enredan los juncos en la cabeza, comparándose con el mar del Éxodo, erróneamente equiparado con el mar Rojo. Esto no es una referencia a la costa egipcia, sino un eufemismo de la muerte. El abismo y las aguas primigenias; el mar enroscándose en torno a él, tragándoselo; el reino de los muertos, en forma de mar de juncos; los paralelismos y conexiones con otros textos son referencias a los monstruos marinos y, concretamente, a leviatán. Es un trayecto opuesto a la creación y el orden divino. Indica que no seguir el camino indicado por Yahvé dirige al caos.

 Notas

  1. El término טּול se usa 13 veces en la Biblia, siempre denotando violencia. Además, los grandes vientos y la gran tempestad, usado con el mismo fin, se usan dos (Jonás 1:4, 12) y una vez (Jeremías 25:32), respectivamente.

Fuentes

  • Ellens, J. H. (Ed.). (2013). Heaven, Hell, and the Afterlife: Eternity in Judaism, Christianity, and Islam [3 volumes]: Eternity in Judaism, Christianity, and Islam. ABC-CLIO.
  • Korpel, M., & de Moor, J. (2017). The Leviathan in the Ancient Near East. In Playing with Leviathan: Interpretation and Reception of Monsters from the Biblical World (pp. 1-18). Brill.
  • Rendsburg, G. A. (1984). UT 68 and the Tell Asmar Seal. Orientalia, 53(4), 448-452.
  • Wilson-Wright, A. M., & Huehnergard, J. (2021). How to Kill a Dragon in Northwest Semitic: Three Linguistic Observations regarding Ugaritic ltn and Hebrew liwyātān. Vetus Testamentum, 72(1), 151-162.
  • Noegel, S. B. (2015). Jonah and leviathan. Henoch, 37(2).
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