¿Quién es el dios Momo?

Momo con el cetro.

Hesíodo decía en la Teogonía que Momo ("Culpa") era en hijo de la Nix, sin más detalles que su lista de hermanos. A pesar de ello, varios milenios después, se manifiesta a través de un rey homónimo o la quema de una figura de papel maché para finalizar el carnaval. Es inevitable preguntarse quién es y cómo logró una presencia que no disfrutan ni los Olímpicos.

Naturaleza justa o envidiosa

Momo sentado, de perfil.

Momo tiene una naturaleza doble. Por una parte, se oponía a la alabanza (αἰνέω, aineo) cuando se usaba hacia los indignos, pero también se podía usar como reproche contra aquellos dignos de ella. En la Oda olímpica de Píndaro a Hagesias de Siracusa, ganador de la carrera de mulas, menciona que esta crítica o reproche surge de la envidia. También se cita en la victoria de pancracio en la Oda 13 de Baquílides.

Su primera manifestación personificada la proporcionó Esopo (s. VI a.C.) en Zeus, Prometeo, Atenea y Momo:

Zeus hizo un toro, Prometeo un hombre, Atenea una casa, y llamaron a Momo como juez.

Momo, celoso de sus obras, empezó a decir que Zeus había cometido un error al no colocar los ojos del toro en los cuernos, a fin de que pudiera ver dónde hería, y Prometeo otro al no suspender el corazón del hombre fuera de su pecho para que la maldad no estuviera escondida y todos pudieran ver lo que hay en el espíritu. En cuanto a Atenea, que debía haber colocado su casa sobre ruedas, con objeto de que si un malvado se instalaba en la vecindad, sus moradores pudieran trasladarse fácilmente.

Zeus, indignado por su envidia, arrojó a Momo del Olimpo.

Moraleja: Cualquier obra que se haga, por más perfecta que parezca, siempre alguien encontrará alguna razón para criticarla. Así que nunca nos desanimemos por lo que juzguen de nuestras obras; nunca faltará quien le encuentre defectos.

Más allá de la crítica destructiva, se manifiesta como una personificación de la parresía, pues habla con franqueza, ni temer las consecuencias, a deidades poderosas. Las fábulas de Esopo fueron recopiladas por Demetrio de Falero (350-380/283 a.C.), cuyos textos nos llegan a través de Valerio Babrio (s. II d.C.), por lo que tampoco sabemos cuándo se originó esta en concreto. No obstante, la falta de contención en Delfos que lo llevó a ser despeñado hace creíble su posible creación por Esopo. Después de todo, en sus historias, se favorece a los animales, mientras los dioses suelen ser avergonzados. Su moraleja se reitera en el Himno a Apolo de Calímaco, que señala a Momo y a Ptono (Φθονος, "Celos") como enemigos de Apolo, defendiendo su poesía frente al gran flujo de literatura, que compara con el río asirio, caudaloso pero lleno de basura.

En el sexto libro de La república de Platón, se expone que ni Momo criticaría que el filósofo que sabe discernir la verdad inmutable es el más apto para el gobierno. De esta manera, se equipara el juicio del filósofo sabio, y por tanto del propio Platón, cuyas palabras no buscan adular al pueblo, como los sofistas, con el de Momo, que en este caso sigue una lógica ideal. Este recurso, donde algo que ni Momo puede criticar es sinónimo de perfección, sería usado de nuevo en un poema sobre la escultura de Praxíteles en Antología griega o cuando Libanio se refiere a la virtud de Juliano el Apóstata. Cicerón mencionaría a Momo en Cartas a Ático y, como Querela, en De natura deorum, pero no sería una deidad frecuente entre los romanos.


Todas estas menciones podrían ignorarse, pues el verdadero responsable de caracterizar a Momo es Luciano de Samósata (125-181 d.C.), que lo incluyó en muchos de sus textos. En él se alternan su franqueza (παρρησία) y procadidad (latín: procacitas), confluyendo sus distintas perspectivas y criticando desde dentro tanto a los grupos de deidades romanas, orientales, abstractas y al cristianismo como a las distintas escuelas filosóficas. Por ello, tanto Momo como Luciano no dejaban indiferentes. Las mismas personas podían alabarlo por la certeza a sus críticas a grupos ajenos como ofenderse cuando se dirigía al propio. Con Luciano, Momo vuelve al Olimpo y aprovecha la oportunidad para hablarle de corazón sobre las injusticias en el mundo, el aislamiento de los dioses y su vergonzoso comportamiento, que llevaba a la incorporación de numerosos semidioses o deidades extranjeras, donde se podía incluir al propio Zeus. A pesar de depender de los sacrificios, habían descuidado a los humanos y estos abandonaron su fe.

Renacimiento

Momo reprocha el trabajo de los dioses, de Maarten van Heemskerck.

Su prevalencia en la obra de Luciano y su crítica a los dioses pudo explicar su larga ausencia, que acabó con Genealogia deorum gentilium (1360-1374) de Giovanni Bocaccio (1313-1375), que lo nombró como Querela. Este equipara a su padre Erebo con Tártaro y la serpiente del Edén, por lo que le otorga atributos como la avaricia, la sed de sangre o la ambición, eliminando cualquier cualidad positiva.

Este tímido retorno se repetiría un siglo después con Leon Battista Alberti (1404-1472), arquitecto y secretario personal de los papas Eugenio IV, Nicolás V y Pío II, que lo rescataría en De principe/Momus overo del principe (1450, publicada en 1520 de forma censurada por Agustín de Almazán). Se trata de una obra desordenada que, como ocurría de aquí en adelante, reflejaba el escenario de Luciano con Momo en el Olimpo, respondiéndole a Zeus o Jove. Los temas tratados y sus acciones se enmarcan en un entorno clásico, pero reflejan críticas a varios niveles sobre las estructuras sociales, políticas y religiosas contemporáneas. 

En una inversión de la moraleja de Edipo donde, cuando Zeus está creando el mundo, Momo es expulsado por sus críticas, pero consigue volver a través de artimañas, adulación y mentiras. Solo al final, tras sus fracasos, Zeus lee el cuaderno de buen gobierno que le había entregado Momo y había ignorado. Con esto, critica que la honestidad desmedida tiende a traer desgracia, pero el engaño y adulación permiten obtener un beneficio injusto.

Una mujer vestida de luto y un pañuelo está sentada apoyada en un ataúd con un búho. Junto a ella, Momo, personificación del desprecio, baila con un papel que dice Dulcis Medicina Dolorum (dulce medicina contra el dolor). A la derecha, un grupo de personas observa un espectáculo de marionetas. En primer plano hay un putto con patas de cabra y una tablilla con el título del libro.

Esta obra circuló discretamente durante décadas y no influiría definitivamente a otras hasta 1520. En su lugar, Erasmo de Róterdam tendría esa labor como primer traductor de muchas de las obras de Luciano. Erasmo se percató del riesgo que implicaba Momo. Lo reconocía como una deidad improductiva, por el motivo esbozado por Edipo, pero también el más útil pues muchos "Joves" intentan callar a los "Momos" de la sociedad. De hecho, dejaría de traducir a Luciano, aunque se expresó como él en obras posteriores. Por esta razón, en Alabanza de la locura (1509-1510) lo sustituye por Moria ("Necio") y relega a Momo a un papel menor, citándolo a través de su sustituto como revelador de la verdad que se enemistaría con Kolakia ("Adulación").

Lo mismo ocurriría con Martín Lutero, que prefirió definirse como un bufón de la corte en A la nobleza cristiana de la nación alemana (1521). Como ocurrió con Luciano, Lutero apreciaba a Erasmo, pero se enemistó con él cuando, en similitud con el antiguo escritor sirio, no casaba con nadie y era propenso a usar el humor en sus críticas e indagaciones, en lugar de aceptar y defender un bando ciegamente. Por ello llamó a Erasmo el "nuevo Momo" por tener el corazón de Luciano o los descreídos epicureos.

Fueron varios autores quienes comenzaron a usar a Momo en un clima de división religiosa entre protestantes y católicos. Crotus Rubeanus en Momus (1520) criticó a los cristianos en Alemania y el decreto papal contra los textos de Lutero, mientras, en la prensa italiana, Niccolò Franco y Anton Francesco Doni, asociados de Pietro Aretino, lo usaron para criticar temas más mundanos. Debido al riesgo de llamar la atención de las autoridades, evitaban la mordacidad de Momo e incluso proporcionaban una fin cristiano a sus obras, aunque fuera una excusa para evitar condenas. Cambiar el nombre de Momo a Mercurio, considerados caras de la misma moneda, como ocurría en Cymbalum mundi (1538) no evitaba las persecuciones si conservaba el tono subversivo.

Juicio de Giordano Bruno.

En cambio, Giordano Bruno fue demasiado lejos. Fue un creyente del hermetismo que rechazaba las corrientes religiosas del cristianismo y defendía ideas de un sistema solar heliocéntrico, un universo infinito y la posesión de alma de todos los cuerpos en él. En Spaccio della bestia trionfante (1584), una alegoría de filosofía moral a través de un diálogo entre Sofía, Saulino y Mercurio, discuten la reforma celeste de Jove para purgar los viejos vicios, que representan las constelaciones en sus respectivos mitos, y sustituirlos por virtudes. En este, Momo actúa como primer ministro de Jove, informándole que los humanos piden que eliminen a Fortuna del panteón, pero todos los dioses la temen y no tienen poder para ello. 

Desde una posición ajena a ambos, sus textos se pueden interpretar como críticas tanto al catolicismo como al protestantismo. Por ejemplo, Momo muestra a Orión como análogo de Cristo, que camina sobre las aguas y realizaba milagros, siendo enviado a la Tierra a engañar a los mortales y disuadirlos de aprender la magia para acercarse a lo divino. Momo se percata que, con sus mentiras, la humanidad puede pensar que Orión es Jove, siendo esto reminiscente de la trinidad. También pone en duda conceptos como la transustanciación. La premisa general es que la verdad religiosa está fundamentada en la naturaleza y que el cristianismo es un engaño para alejar a la humanidad de la divinidad.Sus afirmaciones llevarían a la Inquisición romana a ejecutar a Giordano Bruno el 17 de febrero del 1600.

67 años después, John Milton publicaría Paraíso perdido, donde Lucifer es una figura como Prometeo, expulsada del cielo, pero también como Momo, crítico y una naturaleza dual.

Momo carnavalero

Malmöhus, de Jacob Jordaens.

A pesar de todo, aunque la crítica cáustica persiste en carnavales, la imagen actual de Momo es la de un bufón. Esto ocurre porque sus roles se diversificaron, convirtiéndose en un satírico crítico literario en los siglos XVII y XVIII o un personaje en las comedias francesas del siglo XVIII. En este último caso, su aspecto era el de un bufón con un cetro con su cabeza (marotte). De esta manera, era el bufón de la corte de los dioses. Se trataba de un personaje de corte epicúreo, de vida sencilla y placentera, del Carpe diem, patrón de bohemios y la contracultura.

Fuente

  • McClure, G. (2018). Doubting the divine in early modern Europe: the revival of Momus, the Agnostic god. Cambridge University Press.
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