¿Los japoneses premodernos tuvieron contacto con los africanos negros?
La lejanía en el Extremo Oriente y el sakoku (1639-1853), donde cerró sus fronteras (1), limitó el contacto de Japón con el resto del mundo. A pesar de ello, ¿tuvieron los japoneses del periodo Edo (1603-1868) o anteriores contacto con personas africanas, especialmente las negras?
Aunque cualquier flujo de información y personas en el pasado palidece en comparación con el actual, las rutas comerciales y la exploración cubrían extensiones mayores de lo que se podría pensar, incluso en tiempos prehistóricos.
Denominaciones
Los japoneses tienen varias formas de referirse a las personas negras. Konrondo y Kurombo-jin (白んぼ, kuro es negro, bo es un diminutivo despectivo y jin es persona) provienen del chino kunlun (崑崙), también transcrito como kurung, gurong, gulong y gulung, como la cordillera en la Región Autónoma del Tíbet y la montaña mítica de los inmortales. Originalmente, en China, durante las dinastías Jin (266-420) y Tang (618-690, 705-907), se refería a los esclavos del sur de Asia que tenían la piel morena, pero durante la dinastía Tang se extendió el término a los esclavos africanos. Otro término usado en japonés es kokudo (黒奴). Además, como el término gaijin (外人) para extranjero engloba principalmente a las personas blancas, los japoneses usan kokujin (黒人) o kokudo (黒奴) para referirse a los extranjeros negros.
Primer contacto
En extremo, están quienes defienden que ocurrió a partir de la era Meiji (1868-1912), mientras en el otro sitúan los primeros contactos en los siglos IX-X e incluso el VIII d.C. Estos últimos habrían sido posibles a través de los chinos por medio de su comercio con los árabes. La relación de China con África llegaría desde la dinastía Han (206 a.C.-20 d.C.) hasta la dinastía Jin (266-420), aunque no se haría de manera oficial hasta la expedición de Zheng He (1371-1433) durante la dinastia Ming (1368-1644).
China
Según académicos chinos, la dinastía Han habría comenzado una relación comercial con los reinos de Kush (2600 a.C.-300 d.C.), que habría continuado con Axum (s. I-VII), aunque es algo que a su vez los académicos africanos ponen en duda. Según el Jiu Tang shu (唐書), el primer contacto de los árabes con los chinos ocurriría en el 651, manteniendo las relaciones comerciales que hasta entonces tenían con los persas, que dominaron los viajes marítimos de larga distancia antes que los chinos. Tras esto, habría árabes viviendo en Guangzhou con sus esclavos de África oriental y algunos chinos ricos tendrían esclavos negros como porteros. Se habrían transportado miles de esclavos africanos, pero seguían siendo suficientemente escasos para causar sorpresa. Al parecer, en el 976, en una misión diplomática árabe tenía a un esclavo negro que causó gran sensación.
Este comercio de esclavos podría haber llegado a Corea y Japón. A partir de ello, algunos autores aseguran que el sogún Sakanoue Tamuramaro (758-811) tenía raíces africanas, pero hay dudas de ello, siendo más probable que fueran chinas o ainu.
Siglo XVI
De África a Japón
El primer contacto documentado en Japón, tanto con europeos blancos como africanos negros, ocurrió el 25 de agosto de 1542 o 1543. Los portugueses António da Mota, Francisco Zeimoto y António Peixoto viajaban desde España a Macao y, al dirigirse en un junco chino a Ningbo, en China, una tormenta los desvió hasta la isla de Tanegashima, al sur de Japón. Junto a ellos iban intérpretes, cargadores, artilleros y, por supuesto, esclavos africanos. Esta llegada fortuita permitió la introducción del arcabuz tanegashima, usado por la infantería ashigaru. La presencia de esclavos negros se repetiría en los futuros viajes de españoles, italianos y neerlandeses, llegando cientos de ellos, sea como esclavos, criados, marineros, soldados o intérpretes. Algunos sirvieron a daimios como soldados, artilleros, tamborileros o artistas del entretenimiento.
En el Shinchō kōki (信長公記), una compilación del 1600 a partir de los registros de Ōta Gyūichi sobre la vida de Oda Nobunaga (1583-1590), se menciona a Yasuke (弥助 o 弥介), un joven de 26 o 27 años de Mozambique, negro como un toro y de buen carácter, que había traído el jesuita italiano Alessandro Valignano. El jesuita Luís Fróis, que acompañó a Valignano a Kioto, escribió en 1581 que los lugareños, yendo en estampida a verlo, partieron las puertas de la residencia jesuita, provocando una pelea que acabó con heridos y casi muere alguno. Al verlo, Nobunaga pidió que lo desnudaran de cintura para arriba para determinar si su color de piel era natural. Nobunaga pidió que lo dejara a su cargo, nombrándolo como Yasuke, describiéndolo como "más fuerte que diez hombres", nombrándolo su guardaespaldas y permitiéndole comer en su mesa. De esta manera, recibió pagos por su servicio de parte tanto de Nobunaga como de sus hermanos. Al ser ascendido a samurái, fue destinado al castillo Azuchi. Cuando Akechi Mitsuhide traicionó a Nobunaga y este cometió seppuku al verse acorralado, Yasuke escapó con Oda Nobutada, pero este corrió la misma suerte que su padre. Yasuke se rindió ante Mitsuhide, entregándole su espada a uno de sus siervos, pero este lo describió como un extranjero y una bestia que no merecía la pena ni matar y lo devolvió a los misioneros jesuitas de Kioto.
El capitán español Sebastián Vizcaíno, que estuvo en Japón entre 1601 y 1603, señala cómo los japoneses se sorprendían con su tamborilero africano y su música. El comerciante inglés Richard Cocks mencionó en su diario a los asistentes cafres de varios daimios, cuya presencia señalaba su posición importante.
En una inversión de los papeles, en el siglo XVI, algunos esclavos privilegiados africanos y de India oriental tenían esclavos y amantes japoneses, que podían ser vendidos por sus padres o esposos. Como indicó el jesuita portugués Luis Cerqueira en septiembre de 1598, muchos morían al transportarse amontonados, siendo descuidados por sus amos esclavos, pues a estos últimos tampoco se les prestaba atención si enfermaban. El daimio Toyotomi Hideyoshi (1536-1598) prohibió este tráfico de esclavos japoneses en 1590 y exigió su liberación. En el siglo XVII se prohibieron las relaciones de africanos con cortesanas, aunque los primeros estaban presentes en las zonas rojas. Los africanos también eran conocidos por su delincuencia. Los japoneses que se apiadaban de ellos, por el trato inhumano que les daban los neerlandeses, eran culpados como cómplices.
Durante el cierre de fronteras (1639-1853), seguían habiendo esclavos negros en Dejima, el puerto neerlandés, acompañando a sus amos a Japón. Entonces se dejaron de ver a los africanos en otras posiciones que no fuera como esclavos. Un documento de la década de 1670 informa que en la provincia de Inaba había un hombre de unos siete pies de altura del país de kuro ("negro"), que había sido capturado en la guerra de Corea (1592-1598) y llevado a Japón, siendo llamado kurombö por la gente por su color del hollín. El Rangaku o aprendizaje holandés, cuando el conocimiento del exterior provenía únicamente de este puerto neerlandés, permitió extender los prejuicios occidentales hacia los africanos.
De Japón a África
En 1582, Valignano envió a cuatro jóvenes japoneses cristianos a conocer al papa Gregorio XIII (1572-1585), las grandezas de la civilización católica europea y a ordenarse sacerdotes en la embajada Tenshō. En su viaje a Roma pasaron por el norte de África, España, Portugal e Italia. En su retorno en 1590, predicaron estas bondades entre los japoneses, describiendo a África como bárbara, incompetente e incivilizada. Sin embargo, en su retorno en 1590, la situación religiosa se había complicado con Toyotomi Hideyoshi, siendo uno expulsado a Macao y otro ejecutado en los siguientes años.
Siglos XIX-XX
A pesar de todo, ¿cuántos japoneses tuvieron la oportunidad de conocer a africanos negros? Antes del cierre de fronteras se contaban por cientos y, durante este, pocos tenían acceso al conocimiento del mundo exterior. En el periodo Meiji, Japón se expuso de nuevo al racismo hacia la gente negra a través de los Estados Unidos. La mayor parte del pueblo japonés no tenía la oportunidad de conocerlos, por los que muchos lo hicieron a través de las caricaturas que los ridiculizaban. Dado que estos mensajes provenían de naciones cuyo progreso anhelaban, donde nacían teorías pseudocientíficas que agrupaban a las poblaciones por razas de distintas capacidades, tenían la necesidad de demostrar su valía sobre las demás "razas".
La interpretación sesgada e interesada del darwinismo, el nacionalismo y la defensa de las jerarquías llevaron a ver a los ainu como un vestigio moribundo de Japón y a los africanos como un vestigio primitivo de la población mundial. Internacionalmente, luchó por la igualdad y por ello compartió intereses con países africanos y grupos afroamericanos, ya que ellos también sufrían discriminación. Sin embargo, era un interés hipócrita, pues no dejaba de ansiar colonias en las que sus habitantes gozarían de menos derechos. A pesar de ello, tras la Segunda Guerra Mundial, con la ocupación americana, los afroamericanos disfrutaron de menos libertades que antes de esta. En este periodo, los afroamericanos fueron discriminados tanto por los japoneses como por su compañeros blancos. La segregación y el desprecio hacia los negros continuó incluso con las guerras de Corea y Vietnam, pues en Japón se contaron mentiras como que quien lanzó la bomba de Hiroshima fue un hombre negro.
Notas
- Salvo para el reino de Chosen en Tsushima, la dinastía Ming en las islas Ryukyu y las Provincias Unidas de los Países Bajos en Dejima
Fuentes
- Manatsha, B. T. (2019). Historicising Japan-Africa relations. Pula Botswana Journal of African Studies, 33, 1.
- Leupp, G. P. (1995, March). Images of black people in late mediaeval and early modern Japan 1543–1900. In Japan Forum (Vol. 7, No. 1, pp. 1-13). Taylor & Francis Group.
- Russell, J. G. (2008). The other other The black presence in the Japanese experience. In Japan's Minorities (pp. 106-137). Routledge.
- Wilensky, J. (2002). The Magical Kunlun and" Devil Slaves": Chinese Perceptions of Dark-skinned People and Africa Before 1500 (No. 122). Department of Asian and Middle Eastern Studies, University of Pennsylvania.