¿Cómo obtuvieron los ángeles sus alas?


Los ángeles no tienen alas y el querubín, el serafín y el ofanim no son ángeles en la Biblia. Por lo tanto, la etiqueta de "bíblicamente correctos" es errónea, pero, a día de hoy, un ángel sin alas no es un ángel. ¿Cuándo obtuvo sus alas?

Apariencia humana


Recapitulando, un ángel es técnicamente un mensajero pero, en el exilio de los judíos en Babilonia, el alejamiento de su tierra se percibió como un distanciamiento de su propia deidad, por lo que los ángeles se convirtieron en socorridos intermediarios, ganando protagonismo. Las nuevas corrientes filosóficas crearon una dicotomía angelical, con ángeles caídos liderados por un miembro destacado, pero variable. En su forma material, tenían el aspecto de hombres corrientes pero con un llamativo atractivo y, en el Nuevo Testamento, se le añadieron ropas blancas y luz propia.

Los primeros cristianos partirían de fuentes judías para representar sus ángeles, conservándose los primeros ejemplos en las catacumbas de Roma, desde la segunda mitad del siglo III d.C. al comienzo del siglo IV d.C. y en los sarcófagos de este último siglo. Estos se mostraban con su forma humana, indistinguibles de otras personas, observándose con rasgos tan cotidianos como barba o calvicie. El contexto es el que permite determinar su naturaleza, pues se muestran en la escena de la anunciación, los tres visitantes de Abraham o los ángeles que salvaron a los niños del fuego.

Ganándose las alas


En el siglo IV, los ángeles experimentarían un punto de inflexión como también lo haría el cristianismo. A principios de ese siglo, el emperador Constantino I adoptó el cristianismo y el edicto de Milán permitió esta religión, que había estado perseguida. A finales del siglo, Teodosio I la convirtió en la religión oficial del imperio y prohibió el paganismo. En ese proceso, el número de cristianos alcanzó una cifra notable y la mejora de su posición extendió su influencia en el arte, que necesitaba poner fin al debate teológico sobre los ángeles.

Como se ha indicado, en la Biblia, los ángeles nunca tienen alas y pueden pasar desapercibidos entre los hombres, pero, al mismo tiempo, vuelan y pueden atraer multitudes desesperados por yacer con ellos. Esta es su naturaleza material que perciben los humanos, pues realmente son vientos o llamas de fuego desprovistos de género. Sin embargo, el primer libro de Enoc (1 Enoc 61:1) presenta a los ángeles con alas, que se las colocan para volar. En el segundo libro de Enoc, de fecha y origen inciertos pero normalmente datado en el siglo I d.C., los ángeles son brillantes como los rayos del Sol (2 Enoc 22:8-10), enormes, con ojos y labios ardientes, caras relucientes como el Sol, manos blancas como la nieve y alas más brillantes que el oro (2 Enoc 1:4-5; 3:1) que usan para volar en los cielos (2 Enoc 4:1-2). Tertuliano indicaba que tanto ángeles como demonios, al ser espíritus, tenían alas, pues con ellas podían ir rápidamente a todo el mundo en un instante y conocer lo que ocurría. De hecho, es posible que la paloma, que sirvió para anunciar la retirada de las aguas del diluvio y representó el Espíritu Santo en el bautismo de Cristo, fuera clave en el uso de las alas, pues esta aparecía como sustituto del ángel en la escena de los hebreos en el horno ardiente en la catacumba de Priscila.

Aunque en la carta de Pablo (Carta a los hebreos 1:2-14; 2:14-17), al convertirse Cristo en hombre, estos estaban paradójicamente por encima de los ángeles, que eran simples mensajeros, este tema se complicó aún más por la naturaleza de Cristo. Para Justino Mártir, Cristo tenía, entre otros, el título de ángel. Tertuliano matizaba que era llamado Ángel del Gran Consejo porque su función fue la de anunciar el gran propósito del Padre, no porque su naturaleza fuera de ángel. No obstante, para Novaciano, Cristo era tanto ángel como Dios, a diferencia del Padre, que era únicamente Dios. De esta manera, se resolvía un conflicto antiguo, pues ningún hombre podía sobrevivir al ver a Dios (Éxodo 33:20), aunque algunas figuras lo hicieron. A través de Cristo, si tenía naturaleza angelical, podía actuar como "intermediario directo".

Por lo tanto, se daba una situación donde los ángeles no estaban en la misma posición que los humanos, sino en un plano distinto. Al situarse entre la tierra y los cielos, parecía lógico otorgarles unos apéndices naturales a su forma material con los que pudieran viajar entre ambos y, como indicaba Juan Crisóstomo, mostraban su velocidad, ligereza y etereabilidad. De esta forma, el público podía distinguirlos. Tomar el aspecto de Mercurio, que viajaba entre mundos, para representar a los ángeles podía ser lógico, pero tampoco interesaba confundirlos. Por ello, se tomaron como modelo a personificaciones paganas femeninas, como la griega Niké o la romana Victoria, con algunas modificaciones. El peplo que podía mostrar un pecho o una pierna se sustituyó por la toga o pallium y los ángeles fueron siempre masculinos, pero sexualmente ambiguos. De esta manera, conforme los ángeles ganaban alas, iban perdiendo la barba. La única excepción conocida es un ángel en un marfil tallado italiano o alemán a principios del siglo V con las escenas del bautismo y de la disputa del templo, que luce tanto alas como barba. Curiosamente, esto pudo haber permitido a Victoria sobrevivir durante más tiempo que otras personificaciones, especialmente en símbolos imperiales y en las monedas.

En el concilio de Laodicea, donde se prohibió, entre otras cosas, el culto a los ángeles, se usó su recién adquirida asexualidad, al menos en su forma material, para promover una vida casta, alejada de la corrupción de las mujeres y vivir como los ángeles.

Fuentes

  • Martin, T. (2001). The Development of Winged Angels in Early Christian Art.
  • Dubois, J. (2016). The Survival of Winged Victory in Christian Late Antiquity. Discentes, 1, 42-58.

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