Muchas arañas muestran un dimorfismo sexual donde las hembras superan ampliamente en tamaño a los machos. En estos casos, es habitual que la cópula suponga un riesgo para los últimos que, o sucumben al apetito de su pareja o buscan una manera de salvarse. En la observación de este apareamiento a muerte, se ha observado que hay arañas hembras que reciben sexo oral de los machos, algo visto tan solo en mamíferos.

En la naturaleza observamos que la lucha por la supervivencia incluye la reproducción. A los machos les interesa tener descendencia, aunque sea con un cadáver, pero a las hembras no les vale cualquiera y suelen ser quienes tienen la sartén por el mango, siempre que no se las ponga entre la espada y la pared. Por mucho que haya especies promiscuas, como las mariquitas y los grillos escamosos australianos, en la reproducción, cada bando se involucra en una guerra armamentística para controlar la reproducción, incluso invertir las posiciones.

En las arañas con un marcado dimorfismo sexual, donde las hembras son más grandes que los machos, estos últimos son más numerosos. Además, suelen ser aquellas especies donde se ocurren comportamientos extremos, como el canibalismo sexual y la emasculación. Por lo tanto, necesitan completar el apareamiento con éxito y evitar que otros machos lo consigan.

En la araña de la corteza de Darwin (Caerostris darwini), las hembras son 14 veces más pesadas y más del doble de grandes que los machos. Los machos copulan con arañas jóvenes que acaban de mudar y con maduras, sin importar si ha estado previamente con otros machos. A diferencia de las jóvenes, las maduras son agresivas. Para ello, los machos las enredan con su seda. Para evitar la competición de otros machos, se dañan los pedipalpos, se los arrancan y taponan el receptáculo seminal. Desafortunadamente para ellos, la anatomía favorece la poliandria de las hembras y pueden ser retirados por otro macho.

Lo extraño es que, sin importar su edad, agresividad o copulaciones previas, todas recibían sexo oral antes, durante y tras la cópula. El macho enganchaba uno de sus colmillos quelíceros a la apertura sexual femenina, colocando su cuerpo en perpendicular con la hembra, y secretaba en ella fluidos orales. Tan solo las arañas del género Latrodectus muestran un comportamiento similar. Es posible que los fluidos excretados favorezcan su esperma o sea un signo al que la hembra responde favorablemente.

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