¿Por qué Jesúcristo no nació el primer año de su era?

La virgen María y el niño Jesús
La era común, como se tiende a llamarse por su uso común independientemente de las creencias, parte del nacimiento de Cristo. Si ya puede resultar extraño que, por haber nacido supuestamente el 25 de diciembre, hubiera pasado tan solo una semana en el primer año de su propia era, lo es más cuando se revela que el cálculo de años fue erróneo. Como consecuencia, Jesús no habría estrenado la era de Cristo, que es él mismo, aunque siendo uno y trino, tampoco es tan extraño. 

Contradicciones en los evangelios

La primera opción para determinar cuándo nació o, en general, cuando vivió Jesucristo habría sido acudir a los evangelios, pero las contradicciones lastran el esfuerzo. Aunque Mateo y Lucas coinciden en situar el nacimiento de Cristo en la época de Herodes el Grande (74-4 a.C.), Lucas añade que ocurrió al mismo tiempo que el censo de Publio Sulpicio Quirinio (6 d.C.), gobernador de Siria. Es una década de diferencia, por lo que, o estaba vivo Herodes o se hizo el censo, pero son fechas incompatibles, como los propios relatos del nacimiento de Cristo.

No está todo perdido. Se menciona que Juan el Bautista comenzó a predicar el 15º año del emperador Tiberio (28/29 d.C.), por lo que la actividad de Jesús debía ser posterior. Si comenzó a predicar con 30, tan solo habría que restar para dar con su nacimiento y sumar para obtener su ejecución, pero no es tan fácil. En los evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas), Jesús predicó durante un año y, en el evangelio de Juan, lo hizo al menos tres. Es más, aunque la diferencia es menor, tampoco coinciden en la crucifixión. Según Juan, fue condenado y crucificado en el 14º día de Nisán, día de Pascua y primera Luna llena del mes. Para los evangelios sinópticos, la crucifixión fue el día siguiente.

Las fechas cobran importancia

Durante décadas, las fechas no importaban, pero conforme morían aquellos próximos a la figura de Jesús y no se cumplía la parusía o segunda venida de Cristo, surgían dudas sobre su existencia. En Apología contra los gentiles (Apologeticum), Tertuliano aseguró que nació en el 41º año de Augusto (3 a.C.) y fue crucificado el 14 de Nisán (25 de marzo) del 15º año de Tiberio (28/29 d.C.), durante el consulado de Rubelio y Rufo/Fufio Gémino, cuando tenía 30 años. Lactancio, Agustín de Hipona, Sulpicio Severo y Próspero de Aquitania defendieron esta fecha de la crucifixión.

Ahora bien, los cronógrafos antiguos asignaban 46 o 47 años al gobierno de Augusto, comenzando con el asesinato de Julio César en el 44 a.C. Como habría vivido 15 años de Tiberio y los últimos 15 de Augusto, autores como Ireneo de Lyon, Orígenes de Alejandría, Eusebio de Cesarea y Beda el Venerable situaron el nacimiento en el 2 a.C.(1), identificándose con el 13º año de consulado de Augusto y Marco Plaucio Silvano (2 a.C.).

Duración de la predicación

James Tissot , Jesús enseñando a la gente junto al mar

En los evangelios sinópticos, se seguía la cronología corta, donde Jesús predicaba un año, mientras en el evangelio de Juan este periodo se extendía, como mínimo, a tres años, siendo esta la cronología larga. Hasta los siglos II-III d.C., fue predominante la cronología corta, pero Eusebio de Cesarea, cercano al emperador Constantino el Grande, defendió en Prueba del evangelio y Cánones cronológicos la cronología larga. De esta manera, situó la Pasión y resurrección en el 18º año de Tiberio (31/32 d.C.) En La historia de la iglesia, explica que los evangelios sinópticos tan solo registran el periodo de enseñanzas posterior al arresto de Juan el Bautista, mientras Juan cubre también el periodo anterior. 

Aunque Casiodoro, Jordanes y Gregorio de Tours apoyaron la cronología larga, esta fue propia de oriente, mientras en occidente continuaban con la corta.

Fecha de la muerte

Día

Pedro Orrente, La crucifixión

Coincidiendo con el evangelio de Juan, Pablo en 1 Corintios 5:7 aseguró que Cristo fue sacrificado como un cordero en Pascua, por lo que esta fecha coincidía con la pésaj. No obstante, el rechazo a celebrar la Pascua con los judíos, que criticaba Eusebio de Cesarea, produjo un cambio en el siglo III, optándose por el 15 de Nisán. En el concilio de Nicea del 325 condenó el cuartodecimanismo. Para el siglo V, tanto oriente como occidente seguían esta norma, aunque hubo discrepancias, como Victorio de Aquitania en su tabla de Pascua (457) o los monjes irlandeses en el concilio de Whitby en el 664.

Aunque se abandonara el sacrificio de Cristo como cordero, el 25 de marzo era el equinoccio de primavera en el calendario juliano. Los días más largos que la noche seguían el simbolismo de la victoria de la luz sobre la oscuridad y, por tanto, la victoria de Cristo a través de su muerte. Ya en las tablas de la Pascua de Hipólito de Roma se consideraba que, en el calendario hebreo, había sido concebido y ejecutado el mismo día. Aniano de Alejandría también situó en este día la creación, aunque, ser ser una semana, no había consenso si sería la fecha del primer domingo, en el que se separó la luz de la oscuridad, o del miércoles, cuando se crearon las luminarias. El viernes fue cuando creó a la primera pareja de humanos, por lo que este detalle también resuena con la crucifixión de Cristo, el segundo Adán, así como su resurrección con el domingo de la creación del mundo.

A pesar de todo, volvieron a surgir diferencias entre oriente y occidente. En occidente, la crucifixión fue recordada el 25 de marzo, mientras en oriente, en el siglo V, ese fue el día de la resurrección.

Año

Distribución de las fechas de la Pascua en un ciclo de 5700000 años.

Fuera viernes o domingo, con las tablas de Pascua se podían calcular las futuras fechas pero también comprobar las pasadas. La fecha señalada cayó en viernes en los años 29, 35, 40 y 46, mientras lo hizo en domingo en el 25, 31, 36 y 42.

Hipólito de Roma, en su tabla de Pascua de 112, que comenzaba con el reinado del emperador Alejandro Severo (222 d.C.), marcó el viernes 25 de marzo del 32º año de su tabla (253 d.C.) como fecha de la crucifixión de Jesús, indicando que ocurrió el 29 d.C. Esta coincidía con la cronología corta, los datos de Tertuliano y el día 14 en el mes lunar, como decía el evangelio de Juan. En el año 223 d.C. marcó el nacimiento de Cristo, situándolo en el 2 a.C. Hasta la introducción del ciclo alejandrino de 19 años en los siglos V-VI, que revelaba las imprecisiones lunares, esta fue la fecha preferida en occidente.

En el siglo IV, el ciclo lunar alejandrino permitió a los cronógrafos orientales situar la resurrección el domingo 25 de marzo del 31 d.C., en concordancia con la cronología larga. No obstante, ese viernes 23 de marzo, habían pasado 13 días del mes lunar, no 14 ni 15, como decían los distintos evangelios. Por eso, aunque supusiera desajustar el resto de datos, en el 412 d.C., Aniano de Alejandría propuso la crucifixión el viernes 23 de marzo del 42 d.C. Así, coincidía con el 15º día del mes lunar y el domingo caía en 25. Esta conveniente cronología fue popular en el imperio bizantino hasta el siglo IX. En occidente, Heriger de Lobbes y Gerlando de Agrigento eran partidarios de esta. Además, Aniano consideró el 25 de marzo como el comienzo del año.

Creación de las eras

Equinoccio vernal en la intersección de la ecliptica y el ecuador celeste

En la segunda epístola de Pedro (2 Pedro 3:8), asegura que cada día de Dios son mil años y viceversa. Como la creación se completó en seis días, desde la Epístola de Bernabé se aseguraba que pasarían 6000 años desde el inicio de esta y el día del juicio. Jesús habría sido crucificado en la última hora (1 Juan 2:18) del viernes, el mismo día que nació Adán, situando el nacimiento de Cristo en el año 5500.

Autores, como Sexto Julio Africano o Hipólito de Roma, intentaron probar la antigüedad de sus creencias con esta cronología situando en ella hitos históricos. A pesar de ello, cada uno calculaba con sus propios métodos, por lo que carecía de uniformidad. Después de todo, el año de nacimiento de Jesús no era fijo. A pesar de ello, la cronología de Aniano de Alejandría, conocida como la era alejandría, fue popular durante siglos en oriente, con la fecha de crucifixión en el AM (Anno Mundi) 5534 (42 d.C.) y el nacimiento en el AM 5501 (9 d.C.).

Aunque probablemente sea más antiguo, en el siglo VII surgió la era bizantina, donde el día de la creación ocurrió en la fecha corregida del equinoccio, el 21 de marzo, en el 5508 a.C. En el siglo X, la fecha de la creación se retrasó al 1 de septiembre del mismo año para ajustarlo con el calendario civil bizantino, con el mismo inicio. En la era bizantina, la crucifixión habría ocurrido el 23 de marzo, la resurrección el 25 de marzo del AM 5539 (31 d.C.) y el nacimiento el 25 de marzo del AM 5506 (3 a.C.), según Jorge Cedreno en el siglo XI. Este calendario tenía mejor sincronía los ciclos lunisolares y con las indicciones, periodos de 15 años usados en ámbitos administrativos y legales.

El milenarismo va a llegar


El problema de limitar la duración de la creación a 6000 años, fue el temor del quiliamo o milenarismo, que se acrecentaba con las invasiones, aunque la fecha límite hubiera pasado. Agustín de Hipona elaboró las seis edades del mundo donde, la última y contemporánea, tenía una duración incalculable. Paulo Orosio optó por contar los años en base a la fundación de Roma (ab urbe condita), Juan Malalas por identificar el AM 6000 como el año de la muerte y resurrección de Cristo y Eusebio de Cesarea revisó el cálculo a partir de Abraham, ganando 3 siglos, pues personajes como Adán o Matusalén casi llegaban al milenio de edad cada uno y con ellos no salían las cuentas. Posteriormente, Beda el Venerable restó otros 1200 años.

Antes y después de Cristo

Tabla para el cálculo de la Pascua.

La separación de una era antes y después de Cristo comenzó con Próspero de Aquitania partiendo de la cronología corta, comenzando en la Pasión, no el año de nacimiento, y coordinándolo con los años de los cónsules romanos. En oriente, Cirilo de Escitópolis ya mostraba la división, pero iniciada en la concepción (9 d.C.), mencionándola junto con la era alejandrina. Esta división persistió incluso con la era bizantina. Sin embargo, las eras actuales se las debemos a Dionisio el Exiguo.

Para entender su influencia, es necesario pasar por el cálculo de la Pascua. La dificultad radicaba en conciliar el calendario lunar hebreo, cuyos meses comenzaban con cada Luna nueva (29,5306 días), con el calendario solar juliano (365,2422 días) y sus días bisiestos. Además de usar la cronología larga o corta, cada iglesia tenía su propio método para calcularlo. Hipólito de Roma elaboró el ciclo de 112, pero también hubo un ciclo romano de 84 años. Los ciclos alejandrinos y metónicos de 19 años eran más exactos, teniendo prevalencia en oriente. En occidente, se solían depender de los cálculos orientales, especialmente los egipcios, pero existía una crisis duradera por elaborar un cálculo definitivo propio.

En el concilio de Nicea, se acordó que todos los cristianos celebraran la Pascua con las mismas fechas y se calculara la Pascua en base a la Luna llena de Nisán (día 14), el equinoccio vernal y el domingo. En el concilio de Sárdica del 343, se llegaron a concretar fechas para medio siglo, pero toda solución era siempre temporal o proclive a causar problemas a largo plazo.

Por eso, Victorio de Aquitania se embarcó en la misión de crear un verdadero ciclo pascual, reconciliando los sistemas romanos y alejandrinos en una tabla de 532 años. Tuvo que cambiar el día de la crucifixión y adelantarlo un año para que encajara, pero era un mal menor. Un ciclo pascual implicaba que las fechas indicadas en esa tabla volverían a repetirse en el mismo orden, por lo que parecía haber solucionado definitivamente el problema perpetuo. Desgraciadamente, esta solución no admitía errores y la tabla los tenía. Incluyó dos fechas, contando con la alejandrina adaptada a occidente, pero sin sincronizarla con los ciclos alejandrinos de 19 años, contribuyendo al desfase entre ambas. En otros años, por alguna razón, tan solo mencionaba una fecha. En definitiva, el problema de estos cálculos es que las imprecisiones se acrecentan con el tiempo.

Salterio con el cálculo de las fechas de la Pascua.

Cirilo de Alejandría tenía unas tablas más precisas con ciclos de 19 años, que iban desde el 437 al 531. En el 525, Dionisio el Exiguo continuó su labor, cubriendo desde el 532 al 626. Aunque no era un ciclo pascual, advirtió de cómo los años bisiestos afectaban a las fechas en el calendario juliano y añadió nueve normas para facilitar los cálculos, cumpliendo con las premisas del concilio de Nicea. Además, como Cirilo usaba al emperador Diocleciano como referencia para contar los años, Dionisio consideró indigno usar a un tirano y lo sustituyó por Cristo. En vez del año 248 de Diocleciano, indicó el año 532 desde la encarnación. Al hacer esto, no llegó al 3/2 a.C. ni al 9 d.C., sino al 1 d.C. Habría llegado a esa conclusión observando que la Pascua caía en 25 de marzo en el año 32 d.C., contando hacia atrás para datar su nacimiento basándose en la cronología corta.

En el sínodo de Whitby de 664, Wilfredo de York estableció el uso de las tablas de Dionisio para Northumbria. En el siglo VIII, su aplicación se extendería por Gran Bretaña y Europa occidental, salvo la península ibérica y el sureste de Galia bajo dominio visigodo. En estos territorios, la tabla de Pascua comenzaba en el 1 de enero de 38 a.C. Por lo tanto, tenía 38 años de adelanto. Esta práctica persistió en Cataluña hasta 1180, en Aragón hasta 1350, en Valencia hasta 1358, en Castilla hasta 1382 y en Portugal hasta 1420.

Notas

  1. Tened en cuenta que todas las fechas indicadas con a.C. y d.C. usan el sistema actual y sirven como referencia.

Fuente

  • Declercq, G., & Domini, A. (2000). The origins of the Christian era. Turnhout: Brepols, 179.
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