Los comienzos de la astrología en Mesopotamia
Creas o no en la astrología, puedes preguntarte por qué se tienen en cuenta las estrellas, las fechas y los signos del zodiaco para predecir el porvenir. Es el resultado de un largo proceso con origen en Mesopotamia.
Se suele decir que, en estos tiempos, no había diferencia entre astronomía y astrología. No es falso, pero no muestra la imagen completa pues, como ocurría en Egipto, la religión impregnaba toda la visión del mundo. Por lo tanto, las creencias se integraban en cualquier oficio.
La astrología en esta región fue tratada por primera vez en The Astronomy and Astrology of the Babylonians (1874) de Archibald Sayce, quien en las siguientes décadas publicaría más textos religiosos y de culto que revelaban sus creencias mágicas. Desde entonces, a pesar de la gran importancia que tenía para la sociedad antigua, no ha generado un interés proporcional debido al sesgo de los estudiosos por su opinión hacia la astrología moderna. No obstante, es una tendencia cambiante.
Gran parte de lo que se conoce de la astrología de los pueblos de Mesopotamia se debe a la biblioteca de Asurbanipal (669-631 a.C.), que recopiló textos de otras bibliotecas contemporáneas e incluía tablillas de siglos de antigüedad. Un gran parte de los textos albergados en ella contenía conocimientos que podríamos considerar académicos, aunque implicara a augurios de la astrología y la aruspicina.
Tipos de adivinos
La adivinación se repartía entre los astrólogos, que eran escribas (ṭupšarrum), y los arúspices (bārû). Eran profesiones que trataban con el destino (sumerio: namtar; acadio: šīmtu), como ocurría con los médicos (asû) y exorcistas (āšipu y mašmašu), así como los cantantes (kalǔ), que con sus cantos intrincados calmaban la ira de los dioses. Esto ocurría porque, aunque el destino final era inevitable, también era maleable.
Cada práctica tenía su propia serie de escrituras, tituladas por sus primeras palabras. El Shumma Izbu ("Si animal recién nacido...") trataba la adivinación a través de nacimientos inusuales; el Shumma Alu Ina Mele Shakin ("Si la ciudad se sitúa en una colina...") observaba el comportamiento inusual en animales. El Shumma Martu ("Si la vesícula biliar...") era usada por los arúspices que leían órganos de ovejas y carneros sacrificados; los exorcistas contaban con el Enuma Ana Bit Marsi Ashipu Iffiku ("Si el exorcista va a casa del paciente...") y los astrólogos con el Enuma Anu Enlil ("Cuando los dioses Anu y Enlil..."). Aparte, los astrónomos tenían otras fuentes de información escrita u oral, como el Shitir Shame ("Libro del cielo"), que usaban como apoyo.
Para realizar sus augurios, el astrólogo no miraba únicamente el movimiento de
los cuerpos celestes, sino también el desplazamiento de las nubes, la
dirección de los vientos, las estrellas fugaces, el nacimiento de animales o
niños malformados, la ocurrencia de rayos y truenos, de terremotos y de
inundaciones.
El arúspice se guardaba celosamente sus secretos, formando una profesión aparte. Recurría a la hepatoscopia del animal sacrificado o la extispicina, observando pulmones, hígado, traquea, intestinos y vesícula biliar. El proceso implicaba observar las imperfecciones de los órganos de un carnero al que, antes de ser sacrificado, se le había pronunciado una pregunta al oído. Si no se encontraba una respuesta adecuada, se podía repetir dos veces más.
Con todo, tanto astrólogos como arúspices tenían flexibilidad en sus
interpretaciones. Las conjunciones y oposiciones de los astros, estrellas de
los dioses, se explicaba a partir de sus relaciones explicadas en los mitos.
Debían desentreñar el mensaje que enviaban los dioses y averiguar cuales eran
sus deseos, pues los humanos eran seres semidivinos, nacidos de la mezcla del
barro con la carne y sangre de un dios, cuya función era servir a los dioses.
Profesionales dependientes
Se podría pensar que los adivinos podrían manipular al rey con sus predicciones, pero no hay pruebas de ello. De hecho, su posición sería equivalente a la de académicos a quien el rey consultaba. En ocasiones, podían ser cuestiones tan mundanas como la fecha y qué mes venía luego, mientras en otras se mostraban preocupados por los eclipses.
Hay muchas facetas donde son equivalentes a académicos e investigadores. En primer lugar, no todos ocupaban la misma posición. Cada ciudad tenía su equipo de astrólogos que registraba los movimientos de los astros y ser competentes en ello, pero los más privilegiados eran aquellos cercanos a la corte real y la capital. Su estilo de vida era mantenido por el rey, pero eran totalmente dependientes de este. Debían solicitar tratamiento médico, transporte o asistencia pero, ante el vicio de pedir está la virtud de no dar. En la corte, eran habitual las dinastías de adivinos donde los altos cargos se sucedían entre padres e hijos. Desde el reinado de Asurbanipal II (883-859 a.C.) hasta Asurbanipal (669-631 a.C.) se mantuvo la misma familia de adivinos y médicos. Durante el reinado de Asarhaddón (689-669 a.C.), los hermanos Nabu-zeru-leshir y Adad-shumu-usur eran jefe astrólogo y exorcista, respectivamente. Al primero lo sucedió su hijo Ishtar-shumu-eresh, que por sus méritos fue mencionado en la lista de reyes. Sin embargo, Urad-gula, exorcista y médico, hijo del segundo, perdió su posición y acabó en la mendicidad. Es una posición inestable que ya refleja el libro bíblico de Daniel (Daniel 2), donde Nabucodonosor condena a muerte a sus adivinos por no poder interpretar su sueño ni adivinar de qué trataba.
Había varios motivos por los que su carrera estaba siempre al borde del
abismo. En primer lugar, el prestigio solía ir acompañado de arrogancia, por
lo que en el círculo real solían criticarse mutuamente, criticando ante el rey
la competencia de las predicciones ajenas por tal de verse favorecidos en su
lugar. El lenguaje enrevesado de las predicciones favorecía que el rey pidiera
una segunda opinión, que desembocara en conflicto. También podían tener
problemas en las observaciones por las nubes, tormentas de arena o por
problemas de medición por fallarle la abkallu shikla, un tipo de
clepsidra.
Desarrollo
Orígenes
Se desconoce en qué momento comenzó, pero se sabe que existieron varias etapas de desarrollo de la astrología. El testigo textual más antiguo de la astrología, presente en la biblioteca de Asurbanipal, es la tablilla de Venus de Ammisaduqa, una copia de un texto datado en la primera dinastía de Babilonia, en la primera mitad del siglo XVII a.C., en los primeros ocho años de reinado de Ammisaduqa. Es uno de los textos que forman el Enuma Anu Enlil y que fue sufriendo expansiones y modificaciones, pues en las copias se traducía erróneamente el sumerio antiguo, pues los símbolos cuneiformes se usaban simbólica y fonéticamente. Habla del periodo sinódico de Venus y asociaba movimientos astronómicos con sucesos como inundaciones, disponibilidad de alimento, la actividad de los reyes y el resultado de las guerras.
Hammurabi (1782-1750 a.C.) fue un propulsor de la centralización y estandandarización que transformó el panteón, situando a Marduk de Babilonia como líder, como proclamaba el Enuma elish, e inició las reformas para un calendario oficial babilónico. Este calendario oficial necesitaba el conocimiento de los astrólogos, pues sus meses comenzaban con cada Luna nueva y era necesario predecir su comportamiento. No lograron crear un calendario fiable, pero fue un primer paso.
El conocimiento astrológico podría ser incluso más antiguo. Entre miles de tablillas sumerias, hay dos que podrían tener información astrológica, aunque no hay consenso en si realmente lo son. Por un lado, tenemos a una tablilla del reinado de Sargón de Akad (2334-2279 a.C.) que dice: "Cuando el planeta Venus...un augurio de Sargón, del rey de los cuatro cuartos...Cuando el planeta Venus...por lo que es un augurio de Sargón...". Por otro, tenemos a la tablilla de Ibbi-Sin de Ur (2028-2004 a.C.) dice "Cuando el planeta Júpiter muestre su cara cuando ascienda hacia el oeste y pueda ver la cara del cielo, y no sople el viento, habrá una hambruna y reinará el desastre. Como Ibi-Sin, el rey de Ur, fue en cadenas a Ashan...". Este rey capturado por los elamitas.
Aparte de esto, tan solo se conoce una lista de 25 estrellas. Además, el nacimiento del dios lunar Sin puede entenderse desde la perspectiva astrológica cuando dice "Los dioses decretadores de los destinos, los siete...", grupo formado por los dioses creadores (cielo, tierra, aire y mar) y la trinidad de Sol, Luna y Venus. En el sueño de Gudea (2125 a.C.), se sugiere la construcción de un templo "de acuerdo a las santas estrellas", refiriéndose al templo de Ningirsu.
Evolución
El grueso del desarrollo de la astrología ocurrió en Babilonia entre el 1700 y el 1000 a.C., cuando se elabora el Enuma Anu Enlil. Esta serie de hasta 70 tablillas, cuyo número era variable, y unos 7000 augurios estaba agrupada por temas, como los eclipses, nubes, rayos o constelaciones concretas como las Pléyades. El colapso de la Edad del bronce tardía trasladaría el desarrollo astrológico a Asiria, completando el catálogo del mul.Apin, tablillas 50-51 del Enuma Anu Enlil, donde se observan las estrellas que cruzaban el meridiano en la latitud 36º N, correspondiéndose a la posición de Nínive.
La invasión persa de Ciro II el Grande provocaría un cambio radical en la astrología. Hasta entonces, era una astrología mundana que trataba asuntos reales y la sociedad, pero las matemáticas ganarían importancia en los estudios astrológicos y los astrólogos ya no servían al palacio o el templo, sino que podían ofrecer sus servicios a aquellos que pudiesen costeárselo. Con este cambio, se ofrecieron cartas natales, quizás influenciadas por el zoroastrismo, donde se mostraba el porvenir de la persona. La primera de ellas procede de Babilonia, datando del 410 a.C., probablemente del 29 de abril.
Como todo, la complejidad fue incrementándose con el tiempo, especialmente con la invasión de Alejandro Magno. En lugar de referir la posición de los cuerpos celestes respecto a las constelaciones, dividieron el cielo en áreas iguales pertenecientes al zodiaco. Es en este periodo cuando se ilustran sus figuras. Estas constelaciones se agrupan en las puertas o caminos de Anu, Enlil o Ea, tres divisiones del horizonte oriental por el que surgían las estrellas. A finales del primer milenio de nuestra era, introducirían el ascendente, signo que asciende en el cielo oriental en el ecuador en el momento del nacimiento. La carta más antigua que usa un ascendiente data del 4 a.C., aunque probablemente existieran antes.
Durante estos siglos, la astrología se exportó más allá de sus fronteras y fue
conocida principalmente por los caldeos. En tiempos romanos, los centros de
conocimiento se trasladaron de Babilonia a Alejandría y Atenas, con lo que la
actividad en la región entró el declive. Los últimos textos astrológicos de
Babilonia datarían del 42/43 d.C., aunque hay una tablilla de un eclipse solar
escrita en cuneiforme que data del 75 d.C. Pausanías (110-180 d.C.) aún
mencionaba que los astrólogos caldeos residían en el barrio cercano al templo
de Bel de Babilonia, a pesar de que otros habitantes se habían trasladado a
Seleucia del Tigris. Estrabón, Plinio el Viejo y Vecio Valiente también
mencionan sus escuelas en Babilonia.
Fuente
- Baigent, M. (2015). Astrology in Ancient Mesopotamia: The Science of Omens and the Knowledge of the Heavens. Simon and Schuster.