Kulullû y la kuliltu, los abuelos de las sirenas
En la antigüedad, la imagen principal de las sirenas era como un ave, pero, más de un milenio antes, en el Creciente Fértil, entre la multitud de demonios de cuerpo híbrido, se encontraban el kulullû y la kuliltu, personas con mitad inferior de pez.
Abundancia y protección
En el periodo paleobabilónico (1792-1595 a.C.) comenzó a aparecer una figura masculina con mitad inferior de pez, habitualmente acompañado del suḫurmašû. En textos se mencionaría en el periodo casita (1550-1155 a.C.). Ambos son seres acuáticos y, por ello, se asocian a Enki/Ea y, por tanto las aguas del Abzu/Apsú que dominaba, la magia y su inteligencia. Podía llevar el hengallu ("abundancia"), un vaso desbordante de flujos de agua que reflejaba la generosidad y benevolencia divina, que trae esplendor como el río que desciende de las montañas. Es un detalle que podría estar vinculado con la cornucopia que acompaña a Capricornio, a su vez relacionado con el suḫurmašû.
El nombre kulullû (KU6.LÚ.U18.LU) podría derivar del girtablullû, el hombre-escorpión. No obstante, no se descarta que pudiera ser un préstamo sumerio ya que, antes del periodo paleobabilónico hay imágenes de peces con cabeza humana, con o sin brazos, pero podría ser otra criatura.
En Aššur, primero colonia babilonia y luego capital de Asiria, un texto lo describe con torso y brazos humanos, cabeza de kissugu, que se interpreta como algún tipo de pez, y cuerpo de purādu ("carpa") por debajo de la cintura. Más allá de esta descripción, la cabeza solía ser humana, con o sin barba. Durante el periodo asirio medio (1363-912 a.C.), el leontocentauro Urmahlullu ocupó su lugar. Volvió en el periodo neoasirio (934-609 a.C.) como una figura protectora. Se usaba tanto en esculturas en templos y palacios como en figuras de uso doméstico, a las que se les podía pedir prosperidad. En el periodo neobabilónico (626-539 a.C.) su imagen se hace menos común y definida, pudiendo observarse en un sello cilíndrico patas de cabra en lugar de brazos o cazando con arco. Con todo, persiste en los periodos aqueménicas y seleúcidas.
En esta función protectora es cuando puede aparecer acompañándole kuliltu, su equivalente femenino, más infrecuente. A pesar de ello, se cree que esta es ku-li-an-na, uno de los trofeos de Ninurta en el relato del Angim. Por su parte, kulullû es uno de los once monstruos de Tiamat a los que debe enfrentarse Marduk, hijo de Enki, en el Enūma Eliš. Dado que aparece con ellos en un sello cilíndrico (Museo Británico, 134770), se le puede confundir con el Abgal/Apkallu que se muestra como un gran pez como vestido. Ambos suelen identificarse erróneamente con Dagán, que por sus alusiones en el mundo de H. P. Lovecraft se asocia con el mar, aunque no tiene relación con él. A través de lo citado por Diodoro Sículo de Ctesias de Cnido, podría tener algún punto en común con la aramea Atargatis y/o la diosa de Ascalón.
Fuentes
- Black, J., & Green, A. (1992). Gods, demons and symbols. Ancient Mesopotamia,(London, 1998), 108-109.
- Wiggermann, F. A. M. (1992). Mesopotamian protective spirits: the ritual texts (Vol. 1). Brill.
- Müller, A., Halls, C., & Williamson, B. (2022). Mermaids: Art, Symbolism and Mythology. University of Exeter Press.
- Gane, C. E. (2012). Composite beings in Neo-Babylonian art (Doctoral dissertation, UC Berkeley).