Estrige, el espectro rapaz que atacaba a los niños
La noche era el periodo más vulnerable para los ciudadanos romanos pues, bajo el manto de la oscuridad, quedaban los crímenes sin resolver. Pero más indefensos estaban los niños, pues no había puerta, ventana o cerradura que pudiera contener la sed de sangre de la estrige. Sin ser vista, palidecían ante su ataque, atemorizados, al perder su humor rojizo.
Apariencia de lechuza
Actualmente, Strix puede ser un género de aves estrigiformes, como los búhos, lechuzas, cárabos y concones, pero, en la época romana creían en una criatura fantástica homónima. Es cierto que Ovidio las comparaba en Fastos con las harpías que impedían comer al rey ciego Fineo, considerándolas quizás sus descendientes. Sus grandes cabezas, sus ojos orgullosos, sus picos y talones afilados, sus alas grises y su caza nocturna pudieron asemejarlas. Además, cita a Marco Verrio Flaco, quien dice que los griegos alejan a estas mujeres voladoras diciéndoles en griego: "Envía lejos a la strinx, la strinx búho de orejas largas, de la gente, el ave que no debe nombrarse, en los raudos barcos". Sin embargo, ahí acaba su parecido, pues amamantaban a niños sin nodriza para distraerlos mientras se alimentaban de su sangre. A esto, Plinio el Viejo comenta que el murciélago es el único ave que produce leche, siendo la estrige un ser maldito propio de una fábula, pues no tiene constancia de su existencia. Esta alimentación vampírica se acompañaba con el uso de ajos para repelerlas, como indicaba Quinto Sereno Sammónico en Liber medicinalis, aludiendo a Titinio. Sammónico también indicaba que la estrige negra atacaba con drogas fétidas en los labios del lactante.
Ataques espectrales
La identidad de la estrige no se quedaba en una lechuza con hábitos anómalos de caza. Lo que se sugiere en Fastos se expande en El satiricón de Petronio, para quien esta presencia es un acto de brujería de una mujer nocturna o con conocimientos mágicos. En este caso, se presenta cómo entró sin oposición, como un estruendo, con ruido pero invisible, sustituyendo el cuerpo de un niño muerto por un muñeco de paja e infligiendo un gran daño a un robusto esclavo que, a pesar de estar armado, no pudo defenderse y murió días después sumido en la locura.
En De draconibus et strygibus, atribuido a Juan Damasceno, se compara con las temibles gellos, que también acechaban de forma fantasmal a los niños. Así ahogaba a los niños, devoraba su hígado o le robaba su humedad (oikonomia). En este indica que las magas habrían entrado únicamente con su alma, mientras su cuerpo descansaba en su cama. De esta manera podía dañar con su mala mano sin ser vista. Esta naturaleza humana sería compartida por Isidoro de Sevila, para quienes las malas acciones, mediante pócimas extranjeras, pueden transformar en animales.
Su forma fantasmal y su descripción como ave, que no todos veían, no es casual. Homero y Virgilio describían las almas del inframundo como bandadas de aves, mientras, para Sófocles, el alma abandona el cuerpo como un ave de alas claras. En los lécitos contemporáneos, podían mostrarse como pequeños eidolones alados alrededor de Caronte. Por otra parte, el abandono mágico del alma es descrito por Herodoto, Estrabón, Plinio el Viejo y Máximo de Tiro, que decían que el alma de Aristeo de Proconeso podía abandonar y volver a su cuerpo, pudiendo verse en forma de cuervo. El paradoxógrafo Apolonio nos habla en Historiae Mirabiles de Hermótimo de Clazómenas, cuya alma viajaba durante años, pudiendo predecir catástrofes, mientras su cuerpo desnudo yacía en el suelo. Sin embargo, para probar si podía volver si no tenía cuerpo al que regresar, lo quemaron. Porfirio decía que Abaris el Hiperbóreo viajaba sobre la flecha de Apolo y que Pitágoras habría tenido el mismo poder.
Grito terrorífico
Las fuentes coinciden en que el nombre strix provenía de chillar
(strīdēre) y chillido (strīdŏr), pues profería un grito funesto
por la noche, pero es una etimología falsa. Tras siglos de uso, a través de la
gaélica stria de la ley sálica del siglo V d.C. surgirían variantes
regionales, como la strega y stregone italianas, la
strie francesa o la strix española. Según lo que se puede
razonar de Flavio Sosípater Carisio, la strija eslovena, la
stryga rusa y la strzyga polaca provendrían de otra
striga.
La acción de la estrige podría estar presente en el grito, del mismo modo que la banshee advertía de la muerte con sus lamentos o como Erictón comienza su hechizo de nigromancia con un grito. La estrige buscaría cualquier método para entrar en la casa, pudiendo haber usado el grito para llamar la atención de sus ocupantes y entrar en cuanto se abriera una puerta o ventana. Por eso se recomendaban protecciones mágicas que impidieran su acceso. Una vez entraban, siempre se llevaban algo, fuera el niño, sus órganos, sus fluidos o dañándolo de forma imperceptible, acortando su esperanza de vida, un motivo común presente en la muerte de Sócrates en Metamorfosis de Apuleyo.
Leyes y escepticismo
Con el paso de los siglos, la preocupación no era tanto la existencia de las estrigas, lo cual se dudaba, sino las acciones de quienes sí creían en ellas. En la ley sálica, el edicto de Rotario (643), las leyes de los alamanes (s. VII) o las capitulaciones carolingias para los sajones señalaban los castigos a quienes acusaran a otros de estriges o los atacaran por ese motivo. Gervasio de Tilbury se aparta de las descripciones tradicionales en Otia imperalia y presentó la estrige como un tipo de lamia cuyo efecto era causado por el engrosamiento de los humores, afectando al sueño y proporcionando la impresión de tangibilidad.
A partir de la ley sajona de Carlomagno, podemos deducir que una manera de combatirla podría ser quemarla para dar de comer su carne a otra persona. Quizás podrían ser los padres alimentando al hijo para que recupere su salud. El acto de cocinar estriges y dárselas a la gente para comer ya era mencionado cómicamente por Plauto, por lo que podría tener una base en una creencia antigua.
En los textos y leyes mencionados, se suelen mencionar a las estriges en plural, actuando como una asamblea de brujas. Este motivo ya estaba presente en Las mujeres que dicen que van a expulsar a la diosa de Sofrón, Rhizotomoi de Sófocles, Simaetha de Teócrito, en Canidia de Horacio y Fastos de Ovidio. No ocurre siempre en grupos numerosos, sino con mujeres que ayudan a otras a realizar un hechizo. Además, el acto de quemar a la estrige es recíproco, pues se da a entender que estas cocinan su alimento antes de devorarlo, lejos del lugar del ataque.
Criaturas similares
Los ataques y robos de niños han sido una constante en el folclore. Desde la Edad Media se han atribuido a las hadas, que cambiaban a los niños por otros que no tenían un desarrollo normal. En la demonología judeocristiana, Lilith cumplía una función similar a la estrige. Mucho antes de ambas, en Mesopotamia, los niños eran amenazados por la demonio Lamaštu, que era combatida por Pazuzu. Lamaštu planeaba hasta la casa, entrando por la ventana o la puerta, posiciones liminales de poder mágico, amamantaba a los niños y les absorbía la sangre, les devoraba la carne o les aplastaba los huesos. Podía matarlos o provocarles convulsiones en el vientre. Además, también atacaba a las embarazadas, arrancándoles el niño.
La lamia podría derivar de Lamaštu, aunque también podría tener un origen únicamente griego. Ambas
atacaban a niños pero, en vez de mostrarse como un ave, compartían sus
rasgos ofidios. A su vez, la lamia va combinándose con la estrige, como se
percibe con las brujas Meroe y Pantia, referidas como lamiae pero con
características de estrige. Aunque sus diferencias irían difuminándose, es
posible que las leyendas de la estrige fueran autóctonas de Roma mientras la
lamia lo fuera de Grecia. La primera porque se atestigua siglos antes entre
los romanos y, la segunda, porque no generó tanto interés entre estos.
La terrorífica Gello es más antigua, siendo mencionada por Safo de Mitilene
(650/610-580 a.C.), que escribe "más amiga de los niños que Gello". Según
Zenobio, habría sido una virgen de Lesbos que murió antes de tiempo y atacó
de forma espectral a niños. A su vez, esta podría tener relación con los
demonios Gallû mesopotámicos. Aunque eran masculinos y no se centraban en
niños, también tenía hábitos nocturnos.
Por último, según un escolio a Arístides, Mormo era una mujer corintia que
devoró a sus propios hijos y huyó volando por el cielo nocturno, siendo
usada como una asustadora, como el Coco o el hombre del saco.
La creencia en estos seres mostraba los temores de las personas del pasado,
especialmente la ansiedad de los padres que temían ser incapaces de proteger a
sus hijos, pero también su intereses en los relatos de terror, pues se
convirtió en una figura de este género, como le ocurrió a los licántropos.
Fuentes
- Ogden, D. (2021). The Strix-Witch. Cambridge University Press.
- Ahn Rios, M. S. (2016). La transformación de la lamia antigua en bruja moderna: Edición crítica y traducción del De lamiis etpithonicis mulieribus de Ulrich Molitor (1489).