El daimio que dibujaba copos de nieve

Dibujo de una mujer japonesa con sombrilla. El traje tiene motivos de copos de nieve.

En 1885, Wilson Bentley fotografió su primer copo de nieve. A él le debemos la observación de que todos son diferentes, una opinión que difería con la presente en oriente, donde en cambio conocían sus seis ramas desde dos milenios antes. Sin importar la localización, captaron la atención de la humanidad, que los consideró símbolos de belleza y muerte. Esa atracción embriagó al señor feudal de Koga, que procuró conservar su belleza en el Sekka Zusetsu (雪華図説, Patrones de copos de nieve).

Libro abierto donde se ven 11 dibujos de copos de nieve.

Publicada en 1832, la obra del daimio Doi Toshitsura muestra los dibujos de 94 copos de nieve que recolectó cuidadosamente en nevadas nocturnas. El epílogo del médico Katsuragawa Kuniyasu mencionaba el poema del chino Han Ying en Concordancia a la poesía Han del 135 a.C., donde decía: "Las flores de hierba y árboles tienden a tener cinco puntas, pero solo las flores de nieve tienen seis puntas. Cellisca, nieve, nube, todos son la misma nube". Esta es una observación que no aparecería por escrito en occidente hasta Johannes Kepler en el siglo XVII. A su vez, Doi argumentaba que la nieve se formaba en una nube comenzando con un pequeño punto y luego creciendo a partir de este para formar el copo de nieve. Seguía la norma de que, en cosas cuadradas, 8 partículas rodean a la central, y en las cosas redondas, 6 rodean la central, siendo una ley infalible de la naturaleza. Este es el razonamiento usado para explicar la forma de las llamadas poéticamente como flores de nieve. El número seis también estaba conectado con la numerología china, donde se asociaba con el agua. De hecho, el número seis (六) y flujo (流) se pronuncian igual, aunque también hay que tener en cuenta que esto no tuvo que ser siempre así ni para todos los dialectos.

Esta obra publicada en la era Tenpō (1830-1843) durante el sakoku, el periodo de aislamiento de Japón, le debía mucho a los holandeses que conectaban el país con el resto del mundo. A través de ellos, Doi obtuvo tanto el microscopio con el que observar los copos como el Katechismus der natuur (1778) de Johannes Florentius Martinet con la traducción de J. N. Isfording (1826), quien había realizado la misma labor décadas antes. Esta obra también inspiró al pintor realista Shiba Kōkan quien, en 1796, en Tenkyu Zenzu ("Figuras de la esfera celeste"), entre imágenes de la Luna y el Sol, compartió los copos de nieve de Martinet. Shiba señaló que la nieve tenía 6, 12 o 24 brazos, comentando que Holanda era una región fría y tenía copos de nieve distintos a los de Japón.

La obra de Doi se publicó privadamente, pero fue dada a conocer en Hokuetsu Seppu (1837) del comerciante Suzuki Bokushi, donde agrandaba los dibujos y añadió comentarios. Esto popularizó los motivos que llegarían a ser conocidos como ooi moyo, apareciendo en fajas obi, portadas de libros, pisapapeles, vainas para tachi y kimonos.

Fuentes

  • Nakamura, H., & Cartwright, J. H. (2016). De nive sexangula–a history of ice and snow–part 1. Weather, 71(11), 291-294.
  • Nakamura, H., & Cartwright, J. H. (2017). Icy hell–a history of ice and snow–part 2. Weather, 72(4), 102-106.
  • Nakamura, H., & Cartwright, J. H. (2017). Hot ice and wondrous strange snow–a history of ice and snow–part 3. Weather, 72(9), 272-275.
  • Nakamura, H., & Cartwright, J. H. (2017). Why Eastern snowflakes are six‐sided while Western snowflakes are unique–a history of ice and snow–part 4. Weather, 72(10), 306-309.
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