El otro origen de Santa Claus
Al hablarse del origen de Santa Claus o Papá Noel, siempre se señala inequívocamente a San Nicolás de Bari. Aunque no deja de ser cierto, no se puede decir que tengan mucho en común más allá de ser unos generosos señores mayores y barbudos. Se sentía que debía existir una razón que hubiera justificado este cambio...y así era.
De Turquía a los Países Bajos
El obispo San Nicolás de Bari, como otros santos, tuvo una vida llena de sucesos extraordinarios. Nacido en Patras en el siglo IV d.C., supo ponerse de pie en su primer baño y no tardó en caminar. Sabía que no debía desaprovechar el tiempo que se le había otorgado, por lo que desechó las actividades infantiles para dedicarse por completo a la iglesia. Gracias a su entrega, se convirtió en obispo siendo un niño, pues al morir su antecesor, durante la elección, una voz nocturna sagrada dijo que debería sucederle la primera persona llamada Nicolás que entrara a la iglesia por la mañana.
En varias leyendas, San Nicolás resucitó a niños. En primer lugar, a unos niños asesinados por el diablo disfrazado de mendigo, a quien le dieron limosna, y a quienes San Nicolás devolvió la vida gracias a la dedicación que su padre le había ofrecido al santo hasta entonces. En segundo lugar, tres niños que recibieron la bendición de San Nicolás de camino a Atenas y fueron descuartizados por unos posaderos, siendo revividos cuando sus asesinos se arrepintieron al ser expuestos por el propio santo. También entregó oro en secreto de su saco para evitar que un padre vendiera a sus tres hijas a la prostitución. La vara de abedul para los niños malos provenía del relato en el que descendía del cielo para golpear a un obispo con ella por la noche, pues se negó a permitir cantar las respuestas de San Nicolás por considerarlas profanas.
Este santo se hizo increíblemente popular en el centro de Europa, donde ponía a prueba la bondad y la fidelidad al cristianismo de los niños, a riesgo de ser apresados y atacados por su terrorífico acompañante. La visita del jovial santo destacó especialmente en los Países Bajos, cuyos habitantes llevaron la tradición a los Estados Unidos, donde se popularizó en el siglo XIX y se transformó...pero esta explicación clásica omite una porción de la historia. En los Países Bajos, tras la Reforma, se prohibieron las festividades de santos, aunque algunas se transformaron y sobrevivieron localmente, resurgiendo a mediados del siglo XIX. Los reformistas neerlandeses llevaban en Nueva Ámsterdam, la futura Nueva York, desde el siglo XVII y no tenían interés por los santos. Es más, la mención más antigua al santo no fue para una fiesta religiosa.
Esta mención ocurrió en el New-York Gazette del lunes, 20 de diciembre de 1773, que se señalaba que, el lunes anterior, en el Salón Protestante del Sr. Waldron, celebraron el aniversario de San Nicolás, conocido como St. A Claus. Esta era una celebración que no tenía un día fijo, cambiando de fecha de un año a otro, y tampoco era una ceremonia religiosa. Desde mediados de siglo, se habían formado sociedades nacionalistas con nombres de santos patronos: la Sociedad de San David de los galeses, la Sociedad de San Patricio de los irlandeses o la Sociedad de San Jorge de los ingleses. En respuesta, se crearon las sociedades de Hijos de San Nicolás y los Hijos de San Tammany, que era un jefe indio. Es posible que Washington Irving, el también responsable de la creencia del terraplanismo medieval, al parodiar la vida de los neerlandeses de Nueva Ámsterdam en Knickerbocker history (1809), tomara al santo como base de su personaje. En esta historia, el personaje navideño viaja por todo el país entregando regalos en trineo, que aparca en el tejado para bajar por la chimenea. Sin embargo, tan solo describe la panza y la pipa de este. Santa Claus nacería definitivamente a partir de otras influencias.
Una importación alemana
En Pensilvania, ya en 1827, los inmigrantes celebraban Yule con Pelznichol ("Nicolás peludo") o Bellsnickle, quien estaba cubierto de cabeza a los pies con pieles de animales. Venía por la noche, escuchándose sus campanas, y se deslizaba por la chimena, razón por la que tenía la cara negra, aunque también podía usar una máscara. Llevaba galletas y castañas en los bolsillos y en su saco, para los niños buenos, y un látigo, para golpear a los malos. No era un personaje hablador y, si pronunciaba algo, no tenía sentido. En el Lafayette Aurora del 21 de diciembre de 1826, se presentaba a un bellsnickle malicioso con apariencia de un hombre de unos 50 años, de 1,2 metros de altura, con enorme bigote cornudo, una barba larga y siempre riéndose. A veces, este personaje podía aparecer en grupos, como también lo hacía la cabra de Yule.
Como la Navidad, esta tradición fue prohibida. En Filadelfia agitaban cascabeles y teteras, soplaban la trompa y gritaban por la noche, por lo que, desde comienzos del siglo XVIII, los cuáqueros prohibieron los elementos más molestos. En 1801, en Pensilvania se prohibieron los disfraces, pero la tradición continuó en estas y otras regiones. Las prohibiciones continuas revelaban que eran poco efectivas. Se intentó requerir permisos o encauzar la celebración en un desfile, pero estas soluciones no cuajaban. Los enmascarados incluso iban colándose en las casas pidiendo regalos o dinero, costumbre que se trasladó a Halloween de manera suavizada. Otros pedían permiso para entrar, bailaban y daban caramelos a los niños buenos, a quienes decían que venían de tierras lejanas, como el Polo Norte, Francia o Alemania.
En 1821, Pelznichol apareció por primera vez como Santeclaus en The Children's Friend, entregando regalos a los niños en el frío invierno sobre las chimeneas con sus renos. Poco después, en A Visit of Saint Nicholas/Twas the Night Before Christmas publicado anónimamente en Sentinel, atribuido a Clement C. Moore cuando lo publicó en una recopilación en 1844, se presenta un personaje basado en Pelznichol con sus acompañantes convertidos en renos.
De esta manera, el personaje se extendió más allá de sus confines. Entonces, el personaje era conocido como Kris Kringle, que derivaba Grisht-kindle, los regalos que dejaba Bellsnickle en Pensilvania. Ya entonces era un amigo de los niños...y de las tiendas, que lo usaban como motivo navideño. Desde 1863, Thomas Nast creó las ilustraciones de Santa Claus, Pelze-Nicol, quien iba a las casas en Nochebuena con Christkind para repartir tartas y juguetes. Siempre con su barba, gordo y con su abrigo de piel, el personaje fue creciendo en tamaño para convertirse en una especie de abuelo y dejar de ser el elfo gordo y regordete del que hablaba A Visit of Saint Nicholas/Twas the Night Before Christmas.
La hipótesis del hombre salvaje
Por esta parte, podríamos preguntarnos sucesivamente sobre sus predecesores y los precursores de estos hasta intentar llegar a un origen, pero nos adentraríamos en un terreno incierto, con hipótesis difíciles de confirmar, a las que le faltan las suficientes pruebas para conectar los distintos factores con el producto final. De hecho, en las pequeñas variaciones de este personaje navideño en la actualidad podemos percibir un pasado aparentemente sin uniformidad. El santo pudo conformar una porción de la base de Santa Claus, pero otros personajes tradicionales siguieron desarrollándose para converger en esta figura, junto con, por supuesto, los deseos de los grandes almacenes, que hasta le crearon a su reno de nariz roja.
Una de las muchas hipótesis sobre el germen pagano que influyó en Santa Claus se encuentra en otros terribles personajes navideños de Europa: negros, cubiertos de pieles o con pelaje, máscaras y ganas de castigar niños, como el Joulupukki original, Knecht Ruprecht o el Krampus. Estos, se presupone, habrían partido de el Hombre Salvaje, un guardián ancestral de los bosques que se animaba con la tormenta, lo que quizás podría relacionarlo con los nombres de los renos Trueno y Relámpago. Además de promover la vida salvaje, habría enseñado a los humanos a trabajar la tierra. Sin embargo, cada año debía sacrificarse para que esta siguiera dando sus frutos. Esta antigua creencia se habría manifestado con rituales y fiestas, como los saturnales.
En los rituales, el Hombre Salvaje se habría mostrado como un oso o bestia encadenada con una maza de madera retorcida o un tronco arrancado, que era capturado, emparejado con la tierra para engendrar un hijo y sacrificado. Este sería un motivo antiquísimo que habría perdurado durante milenios, considerándose similar al de la Epopeya de Gilgamesh, donde Enkidu es un salvaje que se convierte en hombre al acicalarse, comer pan, beber cerveza y copular con una mujer. Es decir, sería un motivo sobre la civilización y el ciclo de la vida. Esta figura se manifestaría en las distintas culturas, como Pan o Cernunnos.
Después de milenios, este personaje podría haber sido la base para criaturas como el Krampus o derivados, que, en la época cristiana, se consideraron demonios escapados del purgatorio. Por eso habrían tenido la oposición de la iglesia, reduciendo su presencia a unos pocos días al año. Como otras tantas tradiciones, la religión intentó prohibirlas en distintas épocas y lugares, pero eso no las erradicó. Sin embargo, a partir del siglo XV, estos seres comenzaron a mostrarse sometidos a un santo, que acompañaría a Cristo o a la Virgen, pero estos también corrían el riesgo de que se inviertieran sus papeles y figuras como Knecht Ruprecht fueran el personaje principal, con María, José o Gabriel pasando a ser simples aldeaños acompañantes. El hecho de que al demonio se le llame Viejo Nick en zonas germanófonas habría sido producto de esta inversión con San Nicolás.
Tras la peste negra, cuando la iglesia afianzó su posición con la bula Summis desiderantes affectibus del papa Inocencio VIII y la caza de brujas tras el Malleus Maleficarum, esto habría cambiado. A los paganos se les acusó de incesto, de sacrificio de niños y canibalismo y la figura del Hombre Salvaje se habría devaluado hasta convertirse en una burla, como ocurría con el propio diablo, cuyos engaños se vencían con ingenio, dejándolo en ridículo. En los desfiles, estos personajes abrían paso con rugidos y fuegos artificiales a las demás figuras. En cada territorio se habrían experimentado de forma distinta estos cambios. Por ejemplo, en Inglaterra, esta transformación se manifestaría en Puck, que aparece en Sueño de una noche de verano.
Fuente
- Siefker, P. (2006). Santa Claus, last of the wild men: The origins and evolution of Saint Nicholas, spanning 50,000 years. McFarland.