Las brujas no adoraban a una deidad de la fertilidad

El aquelarre, de Francisco de Goya.

Durante la caza de brujas, se extendieron las acusaciones de que estas perjudicaban a sus vecinos y se reunían con el diablo, con el que realizaban atrocidades y prácticas sexuales depravadas. Sin embargo, estos relatos, que procuraban ser una oposición a la sociedad ideal y normal, sufrieron una inversión en el siglo XX al reinterpretarse como un remoto culto pagano.

Antecedentes

El aquelarre de las brujas a la luz de la Luna, por Domenicus van Wijnen (Ascanius).

Hay dos factores principales que dieron forma a esta lectura. Para empezar, el debate de la brujería y los aquelarres se situaba en dos extremos: quienes defendían que realmente adoraban a Satán y quienes consideraban que habían sido víctimas de la histeria. Por otra parte, desde 1890, James George Frazer venía publicando varias ediciones con cada vez más volúmenes de su influyente La rama dorada, que recopilaría en un único volumen en 1922. Esta obra cambió el paradigma de los cultos antiguos. Pasaron de verse como una práctica animista y de cultos solares a una preocupación de los antiguos por la fertilidad, humana, animal y de los cultivos. Este intentó buscar un eje común en las creencias, razonando que giraban en torno al sacrificio periódico de un rey sagrado, encarnación de un dios solar, unido con la tierra, que también vivía un ciclo similar de muerte y resurrección.

De Egipto a Europa

Margaret Murray

Margaret Murray, conocida por ser la primera egiptóloga, no pudo viajar a Egipto por culpa de la Primera Guerra Mundial. Por ello, comenzó a investigar sobre las brujas. En 1921, publicaría The Witch-Cult in Western Europe, donde tomaba un camino intermedio entre las posturas contemporáneas hacia la caza de brujas. Proponía que esas brujas habrían realizado un culto, pero no a Satán, sino al Dios Cornudo. Habrían pertenecido a una gran sociedad secreta que conservaba un culto milenario de fertilidad. En esta primera obra, donde tenía un tono más árido, usaba su escepticismo para crear una situación aparentemente lógica a través de las acusaciones, pues estas afirmaban acciones imposibles como cambiar el clima, volar, cambiar de forma o enfermar con su magia. De esta manera, el diablo habría sido realmente un líder disfrazado de negro o con máscara de animal y zapatos con forma de pezuña; las brujas no se transformaban en gatos o liebres, sino que se ponían máscaras y los imitaban; en vez de una marca, tenían un tatuaje; su vuelo eran alucinaciones con ungüentos herbarios o simplemente unos brincos sobre la escoba.

Trabajo e interpretaciones cuestionables

En primer lugar, esta interpretación ignoraba la situación de la época y la forma de pensar de sus habitantes, especialmente en entornos rurales, donde la magia y lo sobrenatural explicaban lo desconocido; donde había profesiones, como las parteras y herboristas, que realizaban prácticas tradicionales basadas en las supersticiones; donde no se percibía tanta diferencia entre magia y religión, pudiendo encomendarse a un santo y/o un amuleto y, finalmente, donde se creía que la magia tenía fines favorables o destructivos, denunciando cuando creían ser víctimas de los segundos. Puede que se crea que antiguamente la gente era estúpida o malvada, pero realmente se creía en la magia y es un detalle que no debe ignorarse. No denunciaban el uso de magia sin más, sino unos sucesos dañinos que creían causados por esta. De hecho, como vivían temerosos por la incertidumbre en cuanto a la procedencia del mal, en algunos casos, las identificaciones se llevaban a cabo a través de otras practicantes.

Los fallos en la labor de Murray se incrementarían con la publicación de The God of the Witches (1933) y The Divine King in England (1954), que apelaban al público general y se aventuraba con afirmaciones cada vez más extraordinarias. El problema principal de Murray es que tomaba una muestra selectiva de fuentes, las interpretaba libremente, las manipulaba para eliminar la información que la contradijera y generalizaba sus conclusiones puntuales a toda Europa. Estas manipulaciones eran tan chapuceras que podía repetir la misma cita con distintos fragmentos omitidos para apoyar argumentos opuestos. Si en The Witch-Cult in Western Europe señalaba dónde omitía un fragmento en sus citas, en obras posteriores prescindía de esta indicación.

Demonio cornudo preside el aquelarre.

Su trabajo en este campo es un gran ejercicio de imaginación, pues a partir de pruebas escuetas creó cuatro festivales anuales que todas celebraban y una jerarquía y códigos invariables durante siglos. Esta es una tesis difícil de defender, pues si por algo se han caracterizado los cultos, especialmente si se extienden geográficamente o perduran durante siglos, es su variación. Es algo que hemos visto con Thor, Týr, Frigg, Freyja, Seth, Tauret, Ninurta e incluso los Reyes Magos y Santa Claus. Tampoco hay que irse tan lejos, pues las religiones actuales, aunque tengan unos textos comunes y unas autoridades, también han cambiado y se han diversificado. Esto es así porque al religión se ajusta a las necesidades de la gente, que no son fijas. No obstante, entonces, la idea de grupos secretos contrarios a las autoridades era atractiva para el público, que estaba familiarizado con los bolcheviques, los anarquistas, los fenianos, la Mano Negra, los sabios de Sion, etc.

La reconstrucción de la actividad de las brujas no fue más que una inversión de las acusaciones, asegurando que los denunciantes malinterpretaban las prácticas o que las propias brujas no las comprendían plenamente. Esta desacreditación era común entre los folcloristas contemporáneos, pero no aseverar que sus acciones eran las opuestas. En The Witch-Cult in Western Europe, alababa la alegría de los aquelarres, donde se comía, bebía, bailaba y se copulaba con promiscuidad, aunque al menos no dejaba de lado los detalles desagradables de los juicios y las confesiones. En The God of the Witches, convirtió a los brujos en el eje de la sociedad desde antes del cristianismo. Todos los amaban, aliviaban a los enfermos y usaba su visión del futuro para aconsejar a reyes y plebeyos, pudiendo usar sus poderes para descubrir a los culpables de los crímenes y decidir un castigo adecuado. Influenciada por Frazer, el líder disfrazado se convirtió en el Dios Cornudo, también llamado Dios Encarnado, el Maestro, el Dios Moribundo, el Hombre Divino, el Rey Divino, la Víctima Divina o "el hombre que murió por su gente". Como el rey divino de Frazer, era quemado periódicamente en presencia de la congregación. El cristianismo impidió el sacrificio, por lo que habrían provocado a las autoridades para ser quemadas y conservar el rito.

Juana de Arco en la pira, por Jules-Eugene Leneuveu.

Las pruebas del sacrificio original habrían sido cinco afirmaciones seleccionadas de demonólogos franceses y belgas donde, al final del aquelarre, el diablo en forma de cabra explotaba en llamas y desaparecía. Este era un recurso adscrito al diablo tan común en textos religiosos que restaba importancia a su presencia en aquelarres. Además, afirmó sin pruebas que todos los inquisidores y los registros del juicio confirmaban que las ejecuciones fueron sacrificios. En The Divine King in England, rizaba el rizo asintiendo que Juana de Arco, Gilles de Rais y varios reyes de Inglaterra, junto con sus esposas, ministros y favoritos, se habían ofrecido voluntarios al fuego en nombre de la antigua religión.

En definitiva, los textos de Murray cubrían un espectro demasiado amplio de periodos y culturas. Donde el gran público veía una erudición increíble, los académicos se encontraban con detalles dispersos y débilmente conectados. Sin embargo, su participación en la entrada de brujería para la Enciclopedia Británica en 1929 le permitió presentar sus hipótesis sin oposición, como si fueran hechos, manteniéndose hasta la edición de 1969. A pesar de ello, sus obras no serían refutadas definitivamente hasta la década de 1970.

Wicca

Gerald Gardner

Los textos de Murray tuvieron influencia en la creación del movimiento wicca, creado por Gerald Gardner en 1954, tras el fin de la ley de brujería de 1735 con la ley de médiums fraudulentos en 1951. Este afirmaba que, en 1939, conoció un aquelarre liderado por la vieja Dorothy, que había permanecido en secreto durante siglos. Presentó El libro de las sombras, un supuesto cuaderno del siglo XVI con las prácticas de las brujas. No obstante, declaraba que hubo quema de brujas en Inglaterra, incluía fragmentos de escritos de Aleister Crowley y de un artículo de una revista sobre un manuscrito en sánscrito antiguo. Con todo, la brujería se ha convertido en una práctica autodidacta predominantemente femenina, donde cada una parte de aquellas fuentes de información que les resultan útiles, sin que esto excluya a académicos. Suelen coincidir en una visión romántica del pasado como oposición a los males del presente, de forma similar a cómo las hadas se convirtieron en un símbolo de la naturaleza en oposición a la industrialización.

Fuentes

  • Simpson, J. (2019). Margaret Murray’s Witch Cult. In The Witchcraft Reader (pp. 113-119). Routledge.
  • Purkiss, D. (2019). Modern witches and their past. In The witchcraft reader (pp. 419-425). Routledge.

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