La metamorfosis de los dragones nórdicos

Instancia:

Dibujo de la piedra de Ramsund.

Los mitos y leyendas nórdicos tienen criaturas propias como los jötnar los troles, los elfos, los enanos, los draugr y los distintos tipos de dísir, pero también contaban con otras globales como los dragones. A pesar de poder esperarse una criatura más definida al limitarse a un pueblo concreto, entre los nórdicos, el dragón también era un ser difuso.

Aspecto

Una gran serpiente enmarca a varios personajes. Fuera de este marco, un hombre desnudo le clava su espada desde abajo.
El desarrollo de los dragones en el pueblo nórdico, visible tanto en imágenes como en la literatura, es un reflejo de su evolución en el resto de Europa. Es decir, en un principio, un dragón era una serpiente de gran tamaño cuyo peligro estaba en su veneno. Los nórdicos llamaban ormr a este tipo de dragón. Fáfnir es un ormr en el Fáfnismál, donde su forma de locomoción es fundamental para que Sigurðr se oculte en los surcos que deja en la tierra y le clave la espada Gramr en el corazón cuando sale de su guarida hacia el agua. En piedras rúnicas son comunes los lazos, habitualmente enmarcando el contenido. Estos lazos podían convertirse en animales y las serpientes no requerían más complejidad que añadirle la cabeza y los ojos. En Suecia, las piedras de Sigurd presentan precisamente su enfrentamiento con Fáfnir, a quien representan con cuerpo serpentino. Así lo describía también el Háttatal, que decía que se arrastraba como una serpiente al agua.

La piedra rúnica U 887 en Skillsta.

No obstante, en la Saga de los Volsungos, se cuenta que la espada se clava en su hombro izquierdo, detalle imposible si se trata de una serpiente. Este es un cambio que va ocurriendo con la introducción de los textos latinos, las vidas de los santos y los romances franceses y alemanes. Como en el resto de Europa, el dragón obtiene extremidades, tanto en forma de patas como de alas, y las llamas van suplantando al veneno. A pesar de ello, son conscientes de la diferencia. En la saga legendaria (fornaldarsaga) Ketils saga hængs se distingue entre el dreki volador de hálito ardiente y el ormr. En el romance Konráðs saga keisarasonar, se distingue entre las serpientes escurridizas (skriðorma) y los dragones voladores (flogdreka) que amenazan el exterior de la ciudad. En Reykjahólabók, donde detalla la vida del San Antonio en Antonius saga, enumera a varias criaturas, entre las que se encuentran ormar, drekar, lindormar y flugdrekar. La Edda poética considera a Fáfnir y Jǫrmungandr como unos ormar venenosos, mientras Níðhöggr era un dreki.

Función antes que aspecto

Puerta Valþjófsstaðir.
En tiempos precristianos, los dragones eran codiciosos, acumulando riquezas. De forma indirecta, aunque parezca contradictorio, se usaban kennings para aludir a las personas generosas de igual forma a las que se describían a los dragones, pues en ambos disminuía la riqueza. Estas figuras retóricas sobrevivieron en la época cristiana, cuando los bestiarios los situaban en Etiopía, donde atrapaba a elefantes con su cola y donde los etíopes comían su carne para refrescarse. En entornos eruditos, la apariencia era secundaria y derivaba de la moralidad. Las transformaciones reforzaban las características de los sujetos y las manifestaban físicamente.

Por ello, no solo tenemos a dragones que guardan tesoros, como en Ragnars saga lóðbrókar, sino también cambia-formas o personificaciones del miedo. En la Saga de los Volsungos, Ótr y su hermano Fáfnir demuestran esta visión. Ótr era un pescador que traía el pescado por la noche y lo comía solo con los ojos cerrados, pero que durante el día se transformaba en nutria en el río para pescar. Fáfnir era avaricioso, grande y feroz incluso antes de transformarse. En Þiðreks saga, es Reginn, tan codicioso como su hermano Fáfnir, quien se transforma en dragón en su lugar, mientras el herrero se llama Mímir.

Jómsvíkinga saga y Þorskfirðinga saga son ejemplos donde estas categorías no son excluyentes, pues los héroes Búi y Þórir, respectivamente, se transforman en posesión de un tesoro. El motivo del héroe cambia-formas de Búi habría influido en Þórir y este, a su vez, haría lo mismo sobre Hálfdanar saga Eysteinssonar, donde Valr y sus hijos se transforman en dragones. No son los únicos en esta obra, pues el rey Hárekr de Bjarmaland se transforma en dragón volador, matando de un coletazo a Skúli y luego a Grubs, siendo asesinado por Hálfdan. En Sǫrla saga sterka, Sorli mata a Tófi, que se transformó en dragón cuando estaba herido. En la saga legendaria Gǫngu-Hrólfs saga, Grímr es un cambia-formas malvado, manipulador y codicioso que puede convertirse temporalmente en jabalí, toro, serpiente, dragón volador y otras bestias dañinas, recibiendo el nombre de Ægir por su capacidad de desplazarse bajo el agua. Su madre es una hechicera llamada Gróa, como la völva de Grógaldr.  

El dragón gana complejidad tanto física como moralmente. En su evolución, obtiene extremidades y nuevas habilidades, su peligrosidad aumenta, como la amenaza que supone cuando una persona se convierte en uno. En el proceso, se realzan las cualidades de la persona y se conecta su codicia sin finalidad alguna con la del ser humano.

Fuentes

  • Barreiro, S. (2019). 3. The Hoard Makes the Dragon. Shapeshifters in Medieval North Atlantic Literature, 53.
  • Acker, P. (2013). Dragons in the Eddas and in Early Nordic Art. In Revisiting the Poetic Edda (pp. 53-75). Routledge.

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2 Comments
  • Anónimo
    Anónimo 21 de abril de 2025, 13:20

    Por cierto, el romance del conde Arnaldos, uno lo lee y no tiene mucho sentido, probablemente es una leyenda proviniente de la mitología nórdica, precristiana.

    • TDI
      TDI 21 de abril de 2025, 22:43

      El canto del marinero me recuerda más a Orfeo.

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